POR ANTONIO VERDÚ FERNÁNDEZ. CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE JUMILLA (MURCIA).
No hace mucho, tuve la oportunidad de tener en mis manos un documento del año 1908, en que dejaba claro, que por esos años muy pocos países -desde luego en España ni soñarlo-, empezaron a preocuparse por las personas que una vez que han dejado de trabajar se encontraban en la más triste miseria -la mayoría de la veces-, si no han tenido el pensamiento necesario para, como las hormigas, guardar algo para ese día en el que ya no tengan el salario semanal que solucione el problema de la alimentación y demás necesidades. Como veremos los ingleses parece que empiezan a preocuparse e intentar tomar medidas para ello. Como digo el resto de Europa nada, y como digo España ni en sus mejores delirios.
Sin embargo, un pequeño pueblo de la provincia de Murcia, empezó a tomar medidas para solucionar ese problema, y para ello, desde una Institución llamada “Cámara Agrícola”, crearon la Caja de Ahorros, y un Montepío de Trabajadores a finales del siglo XIX: ese pueblo fue Jumilla.
El segundo, titulado “Montepío de Trabajadores”, tenía una función muy especial, que consistía, en que todos los meses los trabajadores que se apuntaran a él, guardaban una pequeña cantidad de dinero en la Caja de Ahorros, para que, al cumplir los 60 años, por dejar de trabajar, o larga enfermedad, tener una paga que sustituya al sueldo de su trabajo, cuando deja de hacerlo, o como digo por enfermedad. Que bonito, ¿verdad que suena bien? Pues fue verdad, y como veremos, a la vez de Inglaterra, Jumilla tenía una forma de que los trabajadores al jubilarse o por enfermedad, tuvieran cubiertas sus necesidades económicas, sin tener que estar ahorrando de otra forma.
El artículo dice así:
“Por el Ministerio de Fomento se han concedido 2.500 pesetas al Montepío de Trabajadores de Jumilla, con destino al fondo de retiros que ha de pensionar a los obreros asociados, que la edad inutiliza para el trabajo.
Nada hay tan saludable como esta acción del Estado, auxiliando a las Instituciones que, como la Cámara Agrícola de Jumilla, saben crear y mantener obras tan beneficiosas, tan caritativas y tan altruistas, como el Montepío de Trabajadores Jumillanos.
De entre todos los grandes problemas, ya realizados en las naciones centrales y más adelantadas de Europa, no hay otro que supere en importancia al que lleva consigo la necesidad inexcusable de no abandonar al pobre trabajador en los últimos años de vida.
No solo por caridad, sino más bien por espíritu de justicia, tiene Alemania resuelto este problema, con la creación del Montepío de carácter nacional, fundado y auxiliado por el Estado, para otorgar pensiones a los obreros agotados por la edad y el esfuerzo de toda su vida consagrada al trabajo.
Se disponen de igual manera Inglaterra y Francia a llevar a la práctica este gran pensamiento de trascendencia positiva.
Aquí en España, los más distinguidos pensadores y sociólogos, empiezan a divulgar estas ideas en sus discursos de las Academias y en las columnas de Revistas sociológicas.
El ilustre Don Antonio Canalejas, en su discurso reciente en “Los Sitios” de Bilbao, abogó con gran elocuencia, porque aquí en este país, se llegue pronto a la implantación del seguro para la vejez del obrero, como reconocimiento a la justicia y al decoro nacional.
Porque es injusto que hallen el auxilio del Estado, con esplendidez, otras clases sociales y se olvide que el obrero es el más firme sostén de la riqueza nacional, porque de su esfuerzo surge el beneficio para las demás clases.
Y mientras los funcionarios al servicio del Estado, los militares y hasta el clero, hallan un sostén para su vejez en la prodigalidad de aquel, nadie se preocupa de esas legiones de pobres trabajadores, pasto de la miseria en su vejez, y a quienes no se les concede otro auxilio, cuando más lo necesitan (y que los jumillanos ya tenían esa jubilación, y no en España), que el duro pedazo de pan que mendigar o la triste cama de un asilo o de hospital.
A remediar tamaña injusticia, con la modesta proporción de sus medios, tiende la prestigiosa Cámara Agrícola de Jumilla, preocupándose de dar vida a su Montepío de Trabajadores, una de las pocas Instituciones de este género, quizá la única que hay en España, consagrada a fines tan elevados y meritorios.
En la subvención concedida a este Montepío, por el señor ministro de Fomento, corresponde el honor y la satisfacción de haberla conseguido, al digno diputado por el distrito de Yecla D. Juan Antonio Perea, de quienes ha recibido el presidente de la Cámara Agrícola, la Real Orden. de concesión, acompañada de expresivo B.L.M. (besa la
mano) del ministro.
Digna de todo elogio es la conducta del señor Perea, con su voluntad constantemente dispuesta a favorecer la acción de la Cámara Agrícola de Jumilla, en sus legítimas aspiraciones y desenvolvimientos.
Porque a nadie ha de parecer sospechoso nuestro elogio, lo consignamos con entera satisfacción, cumpliendo deberes de justicia.
Martes 29 de diciembre de 1908. Roque Martínez Pérez”. Jumilla 19 septiembre 2024
FUENTE: A.V.FDEZ