POR JOSÉ ANTONIO FIDALFO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Aunque les parezca una contradicción lo que voy a decirles, les aseguro que es pura simbiosis de ilusión y vivencia.
Mi amigo, muy amigo, BORJA MÁRQUEZ, parragués de Fíos, es una «utópica realidad».
Un día soñó que era posible editar un periódico GRATUITO como medio de información del Oriente de Asturias; y su sueño -su utopía – se convirtió en la realidad de EL FIELATO, «el periódico semanal de las comarcas de los Picos de Europa y de la Sidra».
En el ejemplar correspondiente al 5 de noviembre actual, última página, se nos informa -¡Oh milagro! – con foto incluía, que el cabranés Maximino Díaz, «Mino el parrilleru», recolectó en su huerta de Arboleya «un buen número de calabacines de 30 kg cada uno».
Leer esta noticia y recordar la protesta que los israelitas, en su peregrinaje por el desierto, hicieron a Moisés fue todo uno.
Decían así: «¡Quién nos diera carne de comer! Cómo nos acordamos de tanto pescado como de balde comíamos en Egipto, de los cohombros, de las calabazas, de los melones, de los puerros, de las cebollas, de los ajos! Ahora está al seco nuestro apetito y no vemos sino el maná» (Ex. 16,3 y Núm. 11, 4-5).
Desconozco la patria del calabacín, pero a tenor de los textos antiguos todo apunta al Asia Menor o a Egipto, y posiblemente hayan sido los árabes quienes introdujeron su cultivo en España. En la actualidad es Murcia una de las regiones españolas donde el cultivo de esta cucurbitácea alcance mayor importancia.
Para mí, el calabacín es ingrediente «suavizante» del pisto clásico; pero por encima de todo como más me gusta es en «crema».
La preparo así: Un kilogramo de calabacines, pelados y troceados en pequeño, cuecen en agua con un punto de sal y un poco de concentrado de ave. Ya cocidos, los escurro, y en un bol los mezclo con un chorro de nata líquida y 6 u 8 quesitos fundidos. Utilizando la minipímer trituro el conjunto hasta conseguir una mezcla homogénea con consistencia de crema fina.
Sirvo, caliente, en cuencos adornando superficialmente con unas «líneas» circulares de aceite de oliva virgen extra y decorando con una ramita de perejil.
¡Ah! Y ¡enhorabuena! a EL FIELATO y a MINO EL PARRILLERU; sus calabacines dan para mucho.