EL PRIMER PATRONAZGO DE VILLANNUEVA DEL RÍO SEGURA: SAN MATEO (PARTE 1)
Oct 01 2024

POR EMILIO DEL CARMELO TOMÁS LOBA, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL RÍO SEGURA (VALLE DE RICOTE)

Localización de la capilla donde había un cuadro de San Mateo que, temporalmente, sustituyó a la actual iglesia parroquial mientras finalizaban las obras de construcción. Foto: Emilio del Carmelo Tomás Loba.
Localización de la capilla donde había un cuadro de San Mateo que, temporalmente, sustituyó a la actual iglesia parroquial mientras finalizaban las obras de construcción. Foto: Emilio del Carmelo Tomás Loba.

INTRODUCCIÓN

Villanueva del Río Segura es uno de los seis pueblos que conforma el Valle de Ricote en pleno corazón de la Región de Murcia. Es este valle una zona que ha conservado una belleza paisajística fruto del difícil acceso a tenor de los caminos de herradura que ha delimitado sus fronteras, con abruptas y escarpadas montañas ante el paso del río Segura, unido a todo ello la pequeña zona destinada al riego tradicional, con el riego a portillo y a manta (aunque la orografía está cambiando actualmente por el riego por goteo), y una porción de tierra de campo, cultivado o en su estado natural, alejadas de los núcleos poblacionales, conformando así un espacio fácilmente catalogable como una joya paisajística del sureste español.

Es, sin duda, un regalo a la vista la ubicación estratégica de estas poblaciones del Valle de Ricote coronados por castillos, por puestos de vigilancia o la curiosa ubicación urbana en cabezos o promontorios. Por otra parte, este espacio geográfico conservó una población morisca, reconocida, hasta la expulsión de estos en 1614, cultura que estableció la distribución de huertas amuralladas y espacios urbanos con una clara disposición cultural étnica.

Al respecto, hemos de comentar que la pequeña villa de Villanueva, ubicada en un cabezo, pertenecía al partido religioso de su vecina población de Ulea, distante en solo un kilómetro, al otro lado del río Segura, aunque con la también vecina población de Ojós (en la misma margen derecha que Villanueva siguiendo el curso del río) compartía territorialidad dado que la antigua Villanueva (Benmur y luego Asuete) era también un espacio geográfico proindiviso de aquel núcleo ojense.

Sobre el nominativo de la localidad, hemos de acudir a la visita de realizada por la Real Comisión de la Orden de Santiago en 1500: “…en veintitrés de diciembre del año de mil y quinientos”, donde se “nomina a Benmuz, Viejo de Asuete (que expreso la parte inquirente, decirse ser oy la villa, de Villanueva)”, con “Ulea de veintidós vecinos, y Asuete de dieciocho” (López Jiménez, 1952).

Pensemos que Villanueva del Río Segura es el último de los poblamientos del Valle de Ricote, cuyo objetivo para la Encomienda valricotí de Santiago sirvió para abastecer al valle industrialmente, como así sucedió con la obtención de materiales de construcción para las villas de la Encomienda (Lisón Hernández, 2013)

En enero de 1565, Martín Gómez, clérigo, cura beneficiado de la Iglesia de San Pablo, donó numerosas propiedades en casas y tierras a Martín de Ayala y su esposa Ana; haciendo otras llamadas por si los dichos no tuviesen hijos. Pocos días después, ante el alcalde Juan Pana, Martín prohijó a una niña. Incluso en una fecha muy posterior, 25-I-1645, documentamos a Diego de Ayala Palacios, maestro de albañilería, que manifiesta haber obrado y reparado el horno de la Encomienda, sito en Villanueva, cubriéndolo de madera, caña y tierra por no hallar teja.

De hecho, las “canteras” de piedra o yeseras fueron habituales hasta mediados del siglo XX, permaneciendo en la geografía toponímica valricotí de Villanueva vocablos como aljezón (piedras extraidas de aljezares o yeseras: del árabe: al–jezar, y a su vez del latín: gypsum).

Sea como fuere y por encaminar nuestro discurso, el Valle de Ricote del que forma parte Villanueva, perteneció a la Orden de Santiago, orden que fue incorporada por los Reyes Católicos a la corona con la posterior unión del maestrazgo por parte del Papa Adriano VI, en 1523, a la corona española. Es por ello que el siglo XVI es un periodo clave en el Valle de Ricote dado que tiene lugar la creación de las parroquias solicitadas al Papa Julio II en 1505:

Un acontecimiento importante es el producido por la Real Pragmática de los Reyes Católicos de 14 de febrero de 1502 por el que se obliga a la población mudéjar a la conversión al cristianismo o a dejar los reinos hispánicos. Pero meses antes, las aljamas mudéjares valricotíes representadas por los cadíes y los “omes buenos de la Val” piden a la Reina Isabel el 21 de agosto de 1501 que acepte su libre conversión al cristianismo. Surge así una nueva minoría cultural: los moriscos.

Ante esta nueva realidad religiosa del Valle, el comendador Miguel Pérez de Almazán, conocedor de la misma, y que a la sazón era Secretario de Estado de los Reyes Católicos pide al Rey Fernando que solicite de la Santa Sede la creación de parroquias en los pueblos de su Encomienda. Así lo concede el Rey quien a su vez lo solicita al Pontífice. El Papa Julio II, el 23 de agosto de 1505, mediante la bula Inter caetera, funda las parroquias de Abarán, Blanca, Ricote, Ojós y Ulea (el poblado Villanueva del Val de Ricote, tenía una pequeña iglesia dedicada al apóstol san Mateo pero que en lo referido a la jurisdicción parroquial dependía de Ulea).

Es con la elaboración de la parroquia, en el poblado de Villanueva de Ricote o Villanueva del Val de Ricote, donde empezamos a vislumbrar un vínculo santoral o patronal en la adscripción religiosa de la localidad. Eso es incuestionable en la historia de cualquier parroquia cristiana. No obstante, debemos subrayar que la consolidación parroquial en esta villa tiene lugar fundamentalmente a lo largo de los siglos XVII y sobre todo XVIII, con la fundación de Cofradías y/o Hermandades, reforzando de esta forma con sub–patronazgos, contrafuertes de vital importancia para la vida parroquial, hasta la constitución e inauguración de la actual iglesia parroquial en 1882.

En una controvertida historia local por la consecución de la segregación o independencia parroquial de Villanueva frente a la vecina Ulea (ya que pertenecía a esta), así como por la construcción del actual templo parroquial (al cual le precedieron dos edificios religiosos anteriores o iglesias, incluso con diferente orientación al actual monumento), atendemos a un proceso amplio, farragoso y lleno de pleitos, destrucción, desamortizaciones, robos, desapariciones de planos… y la milagrosa terminación del actual edificio. Sea como fuere, nos interesa un momento en la historia de la localidad que nos retrotrae al siglo XVI, momento en el que es aplicada la Real Pragmática de los Reyes Católicos para luego dar un paso hacia adelante con la bula papal de 1505 y aplicar un verdadero efecto de cambio, real, ya no solo en el nominativo de la localidad sino en la ubicación de un centro de culto cristiano.

La amplia presencia de moriscos, así como la de cristianos nuevos, con rituales no pertenecientes a la religión verdadera, fue un hecho que precipitó la conversión geográfica del territorio valricotí, empezando por la ubicación, implantación o levantamiento de iglesias sobre antiguas mezquitas. En torno a esta cuestión señalan los investigadores Montes Bernárdez y Lisón Hernández (2013):

En los primeros años del siglo XVI la mezquita de la localidad es convertida en iglesia bajo la advocación de san Mateo, dependiente de la parroquia de Ulea. Esta iglesia era un edificio pequeño, que en 1526 se mandó ampliar hacia la parte donde estaba la Audiencia. Pero en 1536 se edificó un nuevo templo. Tras varias ampliaciones y reedificaciones realizadas en los siglos XVI y XVII, el templo estaba en tan malas condiciones que fue derribado en 1731 para edificar uno nuevo en el mismo solar.

EL PATRONAZGO DE SAN MATEO

En relación con el primer patronazgo parroquial de la localidad, un hecho siempre catalogable desde el edicto del Papa Julio II, queremos partir de la documentación oral o aportaciones ofrecidas por informantes villanovenses a tenor de las múltiples entrevistas realizadas a vecinos de Villanueva, ya desaparecidos.

De esta forma, existen datos de culto a San Mateo puesto que, en 1507, Diego de Córdoba, Comendador de Santiago en Huéscar, dedicó la iglesia a San Mateo, levantada o adaptada sobre la antigua mezquita, espacio religioso en el que se encontraba un lienzo pintado de la Virgen, como veremos más adelante.

Al respecto, el primer cronista de honor de Villanueva del Río Segura, el doctor José Crisanto López Jiménez, nombrado en 1952 (él mismo se hizo llamar también Cronista de Ulea y de Villanueva), dejó escrita varias referencias conforme a dos visitas de la Real Comisión de la Orden de Santiago al Valle de Ricote, apuntes publicados en el diario Línea, el 18 de diciembre de 1952. Una primera de 1507:

“Luego los dichos visitadores fueron, a visitar, e visitaron, la Yglesia de la dicha Villa que es de la vocación de San Mateo, es una casa pequeña, solía ser antes Mezquita, tiene un altar de la vocación de Sn. Mateo, pintada, un retablo de lienzo nuevamente hecho, la imagen de Ntra. Señora y San Mateo, la de Sn. Sevastian en un frontal de lienzo pintado; Asimismo nuevamente hecho con una cruz en medio; esta bien aderezada”.

Luis Lisón, en el documento editado con motivo del Primer Centenario de la Iglesia Parroquial (1982), al hilo de la misma fecha anota que:

“[…] en 1507 por don Diego Fernández de Córdoba: «Tiene un altar de la advocación de San Mateo, con un retablo de lienzo, en el cual está pintado, nuevamente hecho; y también las imágenes de Nuestra Señora y San Sebastián. En un frontal de lienzo, una cruz en medio, pintado asimismo nuevamente». Dicha iglesia era dependiente de la Ulea, donde residía entonces el clérigo, trayendo de allí los óleos y otros menesteres”.

Siguiendo a López Jiménez nuevamente en el diario Línea, subraya esta otra fecha importante en 1568:

“Visitose la dicha Yglesia, la qual es vocación de la Asunción de Ntra. Señora, fundada sobre dos arcos, cubierta a dos aguas de madera de pino y tabla, la cual dicha Yglesia tiene necesidad de retejarse. Yten tiene necesidad la dicha Yglesia de acabarse la Capilla. Principal, que esta comenzada. Y la Sachristia está comenzada a hacer. Hai una Ymagen de bulto de Ntra. Sra. de la Asunpción, metida en su tabernaculo, con cuatro ángeles a los lados…”.

En relación con todo lo aquí aportado, hemos de decir que, hasta no hace mucho tiempo, había una capilla en una casa particular en Villanueva… Una casa céntrica, principal, situada antiguamente en frente de la actual Iglesia Parroquial. Sabemos de su existencia como consecuencia de la transmisión oral, el conocimiento vital y vivencias de nuestros informantes, y por ellos sabemos que dicha capilla tenía una puerta grande que daba a la actual calle Pérez de los Cobos. 

Es así que José Esteban Ortiz Robles, Jefe de Escolta de los presidentes del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, Adolfo Suárez y Felipe González, villanovense, y durante muchos años Juez de Paz de esta su localidad que le vio nacer, nos comentaba sobre esa capilla que era un espacio religioso abandonado en el interior de una casa todavía en pie –así lo recordaba en su niñez–, que poseía una pila bautismal a la entrada de ese portón que daba a la mencionada calle Pérez de los Cobos, o calle Empedrá como es conocida en Villanueva, capilla que poseía bancos y un altar con un cuadro de San Mateo. Él había conocido esa capilla porque había entrado allí de niño, como muchos otros zagales del pueblo, a veces incluso saltando por la ventana de la vivienda.

Acudiendo a las palabras del investigador Lisón Hernández (1982), atendemos a la siguiente aportación documental:

A lo largo de todos esos años sin templo, el culto litúrgico se venía realizando en una casa particular, situada en la calle Empedrá (hoy Pérez de los Cobos). Según un escrito del siglo XIX, “se celebraban los oficios divinos en el húmedo y oscuro zaguán de una pobre casa, que apenas tendrá 20 palmos cuadrados, donde todo, por pequeño y pobre, parecía ridículo, a no engrandecerlo la fe, como debió ocurrir en los memorables tiempos de las catacumbas”. En un local que era propiedad de María Concepción Molina a la que se le pagaban en régimen de alquiler 220 reales. 

CONTINUARA…

FUENTE: EL CRONISTA

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