EL CEMENTERIO BRITÁNICO DE CARABANCHEL.
POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Escondido entre calles de casas de poca altura, apartado del mundanal ruido, una tapia de ladrillo delata la presencia del Cementerio Británico de Carabanchel. Un lugar con historia muy poco conocido, sin embargo. Si preguntamos a los vecinos de Urgel o Marqués de Vadillo, a un paso del Cementerio, pocos sabrían de su existencia. Hasta él nos acercamos para descubrir alguna de sus historias, de la mano del apasionado voluntario David Jhon Butler, autor del libro Relatos del Cementerio Británico de Madrid.
Este cementerio se crea en 1854 para dar sepultura a los no católicos pues la Iglesia Católica no permitía el enterramiento de éstos en otro lugar, al menos hasta 1880 en que autorizan los cementerios civiles. Por este motivo en el Cementerio Británico se encuentran enterramientos de personas de muy diferentes nacionalidades, incluso de católicos. No fue hasta los años 20 del siglo pasado cuando la iglesia autorizó dar sepultura a católicos en este cementerio, que cuenta a día de hoy con unos mil registros de enterramientos.
En este cementerio, propiedad del gobierno británico, el destino ha querido unir para siempre personalidades tan dispares como el fundador del afamado restaurante Lhardy o de la marca Loewe junto con la familia de banqueros Bauer. Los tres tienen en común reposar en unos terrenos de Carabanchel adquiridos a un tabernero del lugar, ¿quien se lo iba a decir?…
Butler, con sus 90 años, desborda vitalidad. Conoce los secretos de cada tumba, ha investigado a los enterrados y sus familias y es capaz de esbozar un relato, a la par novelesco y cotidiano, que te absorbe y te llena de curiosidad.
