POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
En cada pueblo, villa o ciudad hay acontecimientos que por su magnitud y trascendencia destacan de manera especial quedando anclados en la memoria colectiva de sus habitantes y que se transmiten de generación en generación como un hito de su historia. La riada del 19 de octubre de 1965 constituye para nuestra ciudad, uno de esos jalones históricos más reciente, pues aunque solo han pasado 59 años se recuerda como si hubiese ocurrido «ayer». Aún vivían algunos de nuestros abuelos y ahora, en este octubre de 2024, somos nosotros los que les contamos lo ocurrido a nuestros nietos. Y es así, porque la riada de 1965 supuso un enorme impacto emocional, en el transcurrir cotidiano del pueblo de Chiclana.
Para aquellos que la vivimos –desde los mayores hasta los niños con uso de razón– tenemos nuestro relato personal de aquel día. Todos recordamos lo que hicimos, dónde y con quien estuvimos; y otras cosas más, especialmente los que se vieron inmersos de lleno en la tragedia.
Nunca antes se pensó que tan tremenda furia pudiese desatarla nuestro río Iro, ese río «que como un cuchillo de plata corta la ciudad en dos partes»; ese río «moderado en verano y progresista en invierno» –como escribió nuestra convecina la escritora «Fernán Caballero»–. Jamás se creyó que una catástrofe de tal magnitud pudiese alcanzar a la ciudad, aunque bien es cierto que ya tenía un largo historial de inundaciones. Desde el siglo XVI existe documentación relativa a las cíclicas avenidas, inundaciones o desbordamientos del río. Así, en septiembre de 1676, se tiene constancia –a través de las actas capitulares– de las «muchas avenidas del río de esta villa». Conocidas fueron las de 1728 y 1729. La del año 1740 fue gorda: destruyó el primer puente de cantería levantado en la villa. En el siglo XIX, son renombradas las acaecidas durante el periodo histórico de la Restauración bajo la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902). Chiclana sufrió varias riadas en los años 1879, 1891 y 1895.
En el siglo XX continuaron los grandes desbordamientos del río en 1906, 1910 y 1912. Una década después, en 1920, hubo una gran riada, quizá la más parecida a la de 1965, en la que hubo que lamentar la pérdida de dos vidas humanas. Y otra en 1930, unos días antes de la feria de san Antonio. En diciembre de 1962 el Iro avisó, pero esta de 1965, sorprendió a todos.
El viejo y prehistórico Iro, protagonista indiscutible en la historia de Chiclana durante centurias, se desbordó más de la acostumbrado. Pasado el mediodía, a las dos menos cuarto de la tarde, comenzaron a entrar en los edificios más bajos las primeras aguas, provocando una gran riada que inundó una gran parte del término municipal, en especial, el centro histórico urbano y sus alrededores. Las dos riveras se desbordaron causando grandes destrozos. El Campo de Fútbol Municipal, las calles Carmen Picazo, Paciano del Barco, Goya y las de la barriada del Carmen fueron las más afectadas en La Banda. En El Lugar, la barriada del Pilar, una parte de Cuesta del Matadero y las chozas y casas más bajas de la avenida de los Reyes Católicos. En el centro urbano: plaza de España, las calles Huerta Chica en su tramo final, La Fuente, Vega, Padre Caro, Ntra. Sra. de los Remedios, Magistral Cabrera, Arroyuelo, Constitución, Caraza, Mendaro, Iro, Concepción y toda la zona de las Albinas. En la Alameda del Río quedaron dañados el quiosco de la música, el teatro García Gutiérrez, y el acceso al Puente Chico.
Las pérdidas fueron cuantiosas: numerosas casas inundadas y la pérdida de muebles, enseres, objetos personales y recuerdos de toda una vida. Hubo momentos que se rozó la tragedia en varios lugares, especialmente en el comedor de Auxilio Social de la calle Magistral Cabrera en el que se encontraban 50 niñas y niños. Afortunadamente todos fueron rescatados «in extremis». Lo más sorprendente de aquella riada fue, que no falleció ninguna persona arrastrada por las aguas. Solo unos días después falleció un bebé en el hospital de Mora a consecuencia de una infección respiratoria aguda que se complicó, por haberse mojado dentro del cajón de una cómoda cuando su madre salvaba de las aguas a sus otros hijos.
Después vinieron otras riadas menores, la de 1992 y la de 1996, cuando un fuerte temporal de agua descargó durante la madrugada del 21 de enero más de 100 litros por metro cuadrado. La inundación afectó a algunos tramos de la cuenca del río: el pago de El Palmar, desembocadura hacia los caños y parte del caso histórico.
Pero ¿podemos decir que la riada de 1965 ha sido la más catastrófica de cuantas se conocen de la historia de Chiclana? Evidentemente, sí, por su magnitud en fuerza y extensión, además del daño económico ocasionado.
Bibliografía:-ARAGÓN PANÉS, J. L. (2015): «Todos fueron valientes». En «Barro y lágrimas». Navarro Editorial. Imprime. Santa Teresa. Sanlúcar de Barrameda.-ARAGÓN PANÉS, J. L. (2015): «Una ciudad sumergida en las aguas». En «El río de la memoria, 50 años de la riada». Ayuntamiento de Chiclana, delegación de Cultura. Diseño y edición, Vexel estudio publicitario. Chiclana.FOTO de JUMAN: Panorámica de las aguas en el río Iro sobre el Puente Chico. Archivo Histórico Municipal de Chiclama