POR RAFAEL SÁNCHEZ VALERÓN, CRONISTA OFICIAL DE INGENIO (REGIÓN CANARIA)
Al cronista que suscribe en los diferentes viajes que realizó en barco desde Las Palmas de Gran Canaria a Santa Cruz de Tenerife le ha quedado en la memoria la impresionante estampa del Ángela Pando encallado y batido por las olas, contemplado con cierto temor cuando pasaba por sus cercanías para continuar la “vuelta a La Isleta” en un mar casi siempre embravecido.
Construcción y características técnicas
Con el primitivo nombre de Solares se construyó en 1970 en los astilleros Astano en Ferrol para Naviera de Castilla. Desplazaba 41.759 toneladas de registro bruto, 32.730 de registro neto y 72.109 de peso muerto. Medía 253,8 metros de eslora,32,3 de manga y 19 de puntal, con un calado máximo de 13,21. Su motor diesel Sulzer de 15890 CV alcanzaba 16 nudos de velocidad.
Actividad
Granelero reforzado para el transporte de mineral, fue vendido en 1981 a la naviera santanderina Marítima Antares que le puso el nombre de Ángela Pando, encontrándose en el momento del siniestro bajo el mando del capitán José Laucerica, de 64 años. Con 36 tripulantes a bordo, se encontraba asegurado por la compañía Unión y el Fénix. Su armador era Isidoro Pando, de Santander, que contaba también con dos buques químicos y con los bulk Carrier: Landa Pando, Ana Pando y Charo Pando.
Reseña portuaria
En el movimiento de buques que hacían su entrada en el Puerto de la Luz el domingo día 12 de julio de 1986 destacaba el granelero español (bulk carrier) Ángela Pando de 41.750 toneladas brutas, a repostar en fondeo procedente de Lower Buchanan (Liberia) para Bilbao, trayendo a bordo un cargamento de 67.000 toneladas de mineral de hierro conocido como fino Nimba granulado, en ruta de las minas del Monte Nimba en Liberia, a la planta metalúrgica de Ensidesa en Gijón.
Embarrancado
Después de tomar unas setecientas toneladas de combustible en fondeo, en la Rada Norte del Puerto de Las Palmas, el buque partió con destino a Gijón, donde era esperado para descargar el mineral para la industria metalúrgica. Amanecía el lunes 15 de agosto, cuando al poco tiempo de haber iniciado la salida de la bocana del puerto quedó sin gobierno a la deriva, provocada por una pérdida total de la energía eléctrica. Desde la sala de máquinas se trató de poner en marcha los motores auxiliares que comenzaron a funcionar cuando ya era tarde y el barco se precipitaba contra los acantilados de La Isleta arrastrado por la corriente, apenas transcurrida media hora de su salida, para quedar embarrancado sobre las siete de la mañana, a unos novecientos de metros al norte del actual muelle de la Esfinge en su lecho de muerte, en la llamada baja del Nido, junto a la roca de La Esfinge, en el norte de La Isleta. Al producirse el siniestro gran parte de la tripulación se encontraba en sus camarotes, descansando. El capitán llamó a todos los tripulantes a cubierta con órdenes de ponerse los chalecos y arriar los botes salvavidas al tiempo que algunos marineros hicieron acopio de provisiones y ropa.
Primeros auxilios
Una vez emitidas las señales de socorro llegó en su ayuda el buque artesanal canario Angelita patroneado por Francisco Cazalla que con sus cuatro hijos iba a la captura de túnidos. 21 de los tripulantes fueron rescatados en buenas condiciones por el pesquero cuando eran las 7,30 de la mañana en un mar en malas condiciones. Posteriormente los diez tripulantes restantes fueron rescatados por una falúa de la consignataria Ecopesa, quedando en el barco el capitán y cargos de responsabilidad. A bordo se encontraban tres mujeres, dos esposas de marinos y una alumna naval.
Labores de salvamento
Correspondió al remolcador Bandama ser el primero en inspeccionar el estado, del buque siniestrado, seguido de revisión del casco por varios hombres rana, mientras que los peritos navales analizaban la situación general del buque con resultado desesperanzador por encontrarse encajado de proa entre las rocas, encontrándose a flote casi la mitad del barco hasta la popa, temiéndose que se partiera en dos. Se había producido graves daños en todo el plan del buque, quedando inundadas la sala de máquinas y las bodegas. A causa de una vía abierta en la popa vertió al mar 50 toneladas de fuel y aceite. Se temía la perdida de las mil toneladas de combustible y el mineral de hierro que resultaba contaminante y que ya había empezado con un ligero escape.
A las pocas horas una compañía holandesa especialista en siniestros marítimos envió a varios técnicos y se esperaban otros alemanes. La maniobra de sacar el combustible de los tanques resultaba dificultosa por el doble fondo del barco mientras una falúa de Ecopesa quedaba de guardia a su costado.
Estado del buque
Paulatinamente el agua fue penetrando hasta llegar a la zona de popa, lo que produjo una gran tensión en la cubierta, con la aparición de fisuras, hasta la ruptura del casco. Con el tiempo, debido a la acción de las olas y corrientes, el conjunto fue colapsando, sobre todo en la zona de proa, menos profunda y más sujeta a los embates del mar. Los remolcadores Punta Salinas y Punta Tarifa estuvieron prestando su apoyo en los trabajos que llevó a cabo una compañía holandesa de salvamento pero sin fortuna, ya que al final hubo que abandonarlo ante el riesgo de que el Ángela Pando se partiera en dos. Fue el Punta Salinas el encargado de saca el combustible de los tanques para evitar una marea negra, objetivo conseguido a medias ya que solamente se pudo recuperar la mitad por estar inundadas las salas de máquinas. Los trabajos de reflotamiento se abandonan el 8 de septiembre.
La larga agonía del Ángela Pando
Ante la imposibilidad de reflotarlo se vendió para ser desguazado en el sitio. La carga se depositó en su totalidad en el mar del litoral de La Isleta con el visto bueno de científicos y autoridades. Por el mes de marzo de 1987 se anunciaba su desguace por la empresa tinerfeña Retrasub, propietaria de los restos, trabajos que se habían demorado por la obtención de permisos para la utilización de explosivos y por la baja cotización de la chatarra. Por esa época, el remolcador Punta Amer, de la compañía Remolques Marítimos, se encontraba en el Puerto de Las Palmas con el fin de llevar a cabo un informe por técnicos de la marina de guerra por si pudiera ser recomendable su adquisición al estar en venta. El Ángela Pando se iba escorando y hundiéndose lentamente, aunque todavía el puente y la chimenea sobresalían de la superficie del agua. Grupos ecologistas apuntaban convertirlo en arrecife artificial. Así las cosas, no pudo aguantar las embestidas del fuerte oleaje y en la madrugada del 7 de abril de 1987 se partió en dos por la parte del puente de mando, inclinándose la popa hacia estribor. ladeándose la chimenea hacia los salientes de las rocas de La Esfinge, precipitándose al mar gran parte del mineral transportado. Después de permanecer varias semanas a flote, el Ángela Pando desapareció totalmente bajo las aguas. La Comandancia de Marina, tras conceder la autorización para el desguace, se había inhibido del tema anunciado que sólo actuaría en el caso de que se produjera alguna emergencia. Las explosiones para sacar la hélice quedaron suspendidas habiendo llegado las manchas a las playas de Telde. Por el mes de agosto había comenzado a verter al mar hierro granulado.
Dos años habían pasado del naufragio y los restos del Ángela Pando se morían de herrumbre en los arrecifes de La Isleta. El mar poco a poco lo iba destrozando. La empresa holandesa Wyjsmüller, que se comprometió con los armadores del buque para reflotarlo, perdió unos cincuenta millones de pesetas en los varios intentos fallidos para lograrlo, mientras que la empresa aseguradora se vio obligada a satisfacer la totalidad del seguro contraído con los armadores del buque. Caso de no venderse los restos del barco, el responsable continuaría siendo el propio armador
Fuentes del Centro Tecnológico Pesquero de Taliarte aseguraron que no se habían producido alteraciones ni rupturas del equilibrio natural de la zona. El fuerte oleaje hacía que su oxidación y erosión se acentuaran provocando el desprendimiento de fragmentos del casco que eran empujados hacia la costa.
El desguace
Al convertirse en un grave peligro para la navegación, en 2021 se adjudica la extracción de la chatarra reservándose la Armada un 8% de la venta del producto. Los trabajos se iniciaron en febrero de 2022 desembarcándose el material recuperado en el muelle Nelson Mandela y una vez troceados mandados en contenedores a la Península. Entre los restos localizados en las inspecciones previas estaba el ancla con un largo ramal de cadena, su motor principal, cabestrantes, el eje propulsor o el timón, además de diversa maquinaria.
Conclusión
Los restos del Ángela Pando, el buque de mayor envergadura de los siniestrados en aguas canarias ha sido durante mucho tiempo un atractivo para submarinistas por su cercanía al litoral quedando localizados a una profundidad de 15 metros en las coordenadas: Latitud, 28° 10′ 18.318» N., Longitud: 15° 24′ 7.6644» W.
FUENTES DOCUMENTALES
Hemeroteca
Canarias 7: 3-2-1987; 31-7-1987; 1-8-1987.
La Provincia: 3-2-1987; 1-3-1987; 9-4-1987; 13-8-1988; 1-6-2022.
Diario de Las Palmas: 24-3-1987; 28-3-1987; 8-4-1987: 9-4-1987; 14-4-1987; 15-4-1987; 12-5-1987: 14-7-1987.
Diario de Avisos: 9-4-1987.
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