POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA).
INTRODUCCIÓN
El concepto de teatro es muy amplio, una de las actividades culturales y artísticas más antiguas que se conocen, sus orígenes los podemos datar en la prehistoria, siempre con la finalidad de comunicar ideas de forma masiva, guion o argumento, son historias actuadas frente a espectadores o una cámara, usando gestos, discurso, música, espectáculo… en un espacio y tiempo determinado, para lo cual es imprescindible los personajes o actores/actrices que desarrollen la acción, aunque también hay espectáculos en los que no es preciso texto (mímica o pantomima) en los que los gestos son el todo. Todo esto está muy bien pero falta el público, si no está el público, la comunicación no es posible.
Entendido como “arte dramático”, nació en Grecia e influyó en el teatro romano que, originalmente derivó de los etruscos, mezclando la música y la danza. Ya en el siglo III a. C. se introdujo la narración de una historia. En la época medieval era de teatro de calle, de tres tipos:
• Temas religiosos dentro de la iglesia: Litúrgico
• En forma de misterios y pasiones: Religioso
• Temas no religiosos: Profano
Los actores eran en principio sacerdotes, pasando más tarde a actores profesionales. Las obras fueron en primer lugar en latín, pasando a continuación a lenguas vernáculas.
En el barroco, siglo XVII y parte del XVIII (1600 a 1750), se desarrolló, principalmente, la tragedia y, propio de esta época, la escenografía era muy recargada. En el XVIII se inspiró en costumbres y personajes de la vida real; se desarrolló el drama y “nació” el teatro popular, un teatro que no era “erudito”, es decir de ilustrados, expertos, entendidos. En este siglo nacieron “los sainetes”.
Muy popular del siglo XIX fue el teatro de variedades, que incluían bailes, números musicales, ilusionismo, acrobacia, espectáculos con animales entrenados… También nació el teatro realista, base del teatro moderno. La interpretación era más veraz, sin grandes gesticulaciones ni dicción grandilocuente, actuar como en la vida real, como si no se estuviese en un teatro, donde por primera vez se iluminó solo el escenario, dejando al público a oscuras.
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