POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Hace quince años justos dirigía el primer programa municipal de recuperación del patrimonio material e inmaterial del Ayuntamiento de Murcia
Desde allí tuve el inmenso honor de proponer y coordinar la identificación de los restos de nuestro genial escultor Salzillo. Los encargados de hacerlo fueron los mejores: el equipo de la Escuela de Medicina Legal de la Complutense.
Los huesos de Salzillo jamás se perdieron en la Guerra Civil, como algunos erróneamente sostenían.
¿Por qué lo sabía? Solo tres meses después de acababa la Guerra, cuando los habían profanado y esparcido por el suelo del convento de las capuchinas, el diario La Verdad de Murcia anunció que se habían encontrado. Esa página la hallé en nuestro fantástico Archivo Almudí cuando estudiaba periodismo. Durante años la guardé, hasta que un día leí la noticia de la identificación de Quevedo y pude impulsar el proyecto para determinar si era cierto.
Ahora he regresado a las Capuchinas, donde está enterrado, para participar en el homenaje que el alcalde José Ballesta le ha tributado al escultor. Ha sido una ceremonia muy emocionante. Murcia debería rendir más atención a sus hijos ilustres.