CASARRUBIOS DEL MONTE CDV ANIVERSARIO DE LA “CAPITAL DE ESPAÑA”
Nov 27 2024

POR FAUSTO JESÚS ARROYO LÓPEZ, CRONISTA OFICIAL DE CASARRUBIOS DEL MONTE

En el 405 aniversario de la estancia de Felipe III en Casarrubios del Monte, en que la villa saltó a la historia de las Españas como la “Capital del Imperio” esos 26 días que la realeza, gran parte de la nobleza y jerarquías eclesiásticas se encontraban en ella. 

El rey llegó a Casarrubios a las 8 de la noche del día 6 de noviembre de 1619 procedente de Portugal, y camino de Madrid, donde no pudo llegar debido a su indisposición que obligó a detenerse en Casarrubios del Monte. Con las prisas de la urgencia, en el primer momento no sabían dónde alojarle, si en el hospital, o en palacio, decantándose por este último, donde se desarrolló otra historia menos conocida que el relato de esos veintiséis días, ya contados en otras ocasiones. 

En la iglesia de Santa María, cercana al palacio de los condes de Casarrubios del Monte, donde se encontraba el rey, y a punto de concluir sus obras, se llevaron a cabo un Consejo de Guerra en el coro alto de la iglesia, y todos los días los Consejos de Estado en la Sacristía, de cuyo recuerdo quedan los viejos bancos mandados hacer a toda prisa por el Consejo del rey para sentar a los miembros del Consejo que, paradójicamente, fueron pagados por el Concejo de la villa, según consta en los libros de cuentas y acuerdos de este Ayuntamiento, conservados a los pies de dicha iglesia. 

La tardanza en los pagos, o la maltrecha economía de las arcas reales, era excusa para endosar a los pueblos algunos gastos de la Corona, pues ya les debió costar pagar a los frailes de San Agustín los 400 reales por el mucho trabajo que hicieron en misas, cantos, y rezos.  

Al ocurrir este acontecimiento en pleno Siglo de Oro de las letras españolas, el hecho fue catapultado por la literatura, el teatro y prensa de la época, a todos los confines del mundo. Siendo numerosas las obras teatrales y publicaciones que trataron de la enfermedad del Rey en Casarrubios del Monte.

En aquellos días también se encontró por aquí el famoso poeta D. Francisco de Quevedo Villegas, quien escribió unas glosas a la casa palacio del I Conde de Casarrubios, don Gonzalo Chacón y Ayala, padre de su amigo Francisco.

Durante la estancia de esos 26 días, en que Felipe III se encontrada en nuestra villa desahuciado por los médicos, su enfermedad le llevó a redactar el testamento que, aunque no falleció aquí, si valdría a su muerte dos años después, convirtiendo los alrededores de su cama en un hervidero de intrigas que dieron pie a la creación de una historia poco conocida que traspasó el simple interés de la preocupación por la salud de monarca, y enriquecen la historia de Casarrubios una vez más, haciéndola estar presente en acontecimientos importantes. 

Mientras el rey agonizaba en Casarrubios, y “el príncipe era de tan poca edad, sin fuerza y sin experiencia para gobernar” quien, estando casado, no podía hacer vida marital con su mujer por la corta edad, en recuerdo de aquel otro príncipe que dicen murió por hacer uso excesivo del matrimonio, comenzó la preocupación por conseguir los cargos de gobierno en el nuevo reinado. El hecho creó tal inquietud en la nobleza aquí presente que la trasmitieron a los que se encontraban ausentes, comenzando así, una serie de mensajes entre unos y otros que convirtieron esos días la villa en un ir y venir de mensajeros intrigantes. 

 Alrededor de la cama del enfermo se tramó una serie de maquinaciones intentando posicionarse de cara a conseguir los cargos de gobierno entre el Duque de Lerma, el Conde de Lemos, Baltasar de Zúñiga, o el Conde de Olivares, quienes recelaban los unos, de los otros, sin dejar de observarse  

Mientras Zúñiga pedía a su sobrino presentarse en Casarrubios, Olivares le contestaba que lo haría solo si el príncipe le garantizaba un puesto de alto rango en el nuevo reinado, pero preocupado porque el Duque de Lerma, tío de los Condes de Casarrubios, pudiera volver a su privanza, hizo que el Conde de Olivares preguntara al Príncipe, “a quien encomendaría el manejo de los negocios y papeles si fallecía su padre en Casarrubios”, pareciendo ser Baltasar de Zúñiga el favorito del Príncipe.

El duque de Lerma no estaba bien visto, el intrigante Uceda quien había conjurado una trama contra su padre, no era bien visto por el Príncipe, el Conde de Olivares era tratado con sequedad por el resto, pero fue tomando fuerza, Así, comenzó a tejerse una red de intrigas de cara al nuevo reinado que pudiera llamarse “La Trama de Casarrubios”, muy a tener en cuenta para conocer los nuevos cargos que se alzarían con el gobierno en el siguiente reinado.

Mientras las intrigas no cesaban alrededores de la cama del santurrón y moribundo rey, por todas partes se realizaban rogativas por su salud, como la llevada a cabo en Madrid con una procesión general con el cuerpo de San Isidro, al que todos ya veían y trataban como Santo. Al devolverle a su iglesia, el clero y regidores de la villa decidieron llevar el cuerpo del Santo hasta Casarrubios, ya habiendo recibido el enfermo el sacramento de la extremaunción. 

Por lo que el cuerpo momificado del Beato Isidro Labrador, a punto de ser santificado, llegó a Casarrubios del Monte a las nueve de la noche del día 17. La primera noche la paso en la ermita de San Sebastián, a la entrada de la villa, al día siguiente lo trasladaron en procesión hasta la iglesia de Santa María, haciendo parada frente al palacio y, al día siguiente, lo llevaron a San Andrés, donde fue custodiado por los religiosos y párroco de esta iglesia. 

A los porteadores debía dárseles alimento y posada, pero como no había dinero ni en el pueblo ni en las arcas reales para tanto, se solicitó permiso al Consejo Real para poder sufragar los gastos con los fondos de las obras de la Plaza Mayor de Madrid, procedentes de una sisa sobre el vino.

Acabado el tiempo acordado de estancia del cuerpo del Santo en esta villa, hubo un primer intento de devolver la reliquia a Madrid pero, tras una recaída del rey, el cuerpo que ya estaba dispuesto en las andas para iniciar el camino de vuelta, recibió la orden de permanecer en ella hasta su total curación que, una vez alcanzada, todos marcharon para la Corte, donde fue recibido apoteósicamente, mientras el pueblo de Casarrubios que, si en un principio vio esta visita como algo extraordinario cobrando un interés desbordado, siendo el centro de atención nacional con un incesante llegar de gentes, volvió a recuperar la tranquilidad con la marcha del séquito.

La curación del rey fue achacada a la intercesión del Beato Isidro Labrador, por lo que el embajador municipal enviado a Roma para gestionar la canonización del Santo, dispuesto a regresar a Madrid, fue conminado a permanecer allí, siguiendo con las gestiones de la canonización con el impulso definitivo del milagro obrado en Casarrubios del Monte.

FUENTE: EL CRONISTA

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