POR JOSÉ MARÍA GOLDEROS VICARIO, CRONISTA OFICIAL DE GRIÑÓN (MADRID)
El año 1866 Ciudad Real se disponía a recibir clamorosamente a la reina Isabel II, días antes de Navidad, con motivo de su viaje a Portugal, pero con previsión de detenerse en nuestra capital. Sin embargo, en la Estación del FF.CC. de Daimiel y a causa de la espesa niebla de aquel día, surgió la tragedia: el resultado fue cinco muertos y veinte heridos. Poco después, la soberana recibía en Ciudad Real una grata acogida, pese al disgusto.
Un 28 de diciembre de 1878, se sabía en Ciudad Real, se levantaba las obras para la nueva línea férrea “directa” de Madrid-Ciudad Real, Noticia increíble para una ciudad marcadamente atrasada. La capital manchega dispondría así de dos líneas de ferrocarril de diferentes compañías. La Estación de Ciudad Real se emplazaría en los terrenos aledaños a la Avda. de Alarcos (futuro Parque Gasset).
Muy poco después de Navidad, giró una visita a Ciudad Real, S. M. Alfonso XII, levantando un artístico arco en su honor con fachadas a las calles de la Feria y de Toledo, formado de ramaje y adornado con figuras alegóricas, del mejor gusto. (sic)., según leíamos en “La Ilustración Española y Americana”
En la noche de 23 al 24 de Navidad de 1947, Ciudad Real sintió verdadero pavor al contemplar el voraz incendio que convirtió en cenizas la última y penúltima planta del gran edificio de la antigua Academia General de Enseñanza, luego Gobierno Civil y Comisaría de Policía (hoy Museo Provincial).
Y la víspera de la Nochebuena de 1954, el ánimo de los ciudarrealeños se vio sacudido con la noticia de la inesperada muerte de su obispo–prior Emeterio. El ilustre prelado había sufrido una intervención quirúrgica que no pudo superar. El 26 del mismo mes fue el solemne sepelio en la Catedral-Basílica de las Cuatro Órdenes Militares de nuestra ciudad.
En 25 de diciembre de 1915, vemos un suelto de referencia (Vida Manchega) al día anterior a Nochebuena, que es la única alusión a la fiesta navideña, que por entonces aparecía en dicho número. Daba la impresión de la escasa importancia de las navidades en Ciudad Real, posiblemente por el menor sentido comercial de aquella época. Ya conocemos, que las celebraciones navideñas toman un modesto auge, en nuestra ciudad bien avanzado el siglo XX.
De nuevo en dicha revista, pero dos años después, el 25 de diciembre de 1917, el reportero (que firmaba Sanjusto), describía el estado de las maltrechas murallas de Ciudad Real, gloriosas en su tiempo, se diga lo que se diga, pero abandonadas totalmente e ignoradas durante siglos. La muralla que abrazaba nuestra Villa-Real hacia el siglo XIV, se hallaba ya probablemente finalizada junto a sus seis puertas de acceso (las del Carmen y Ciruela, fueron muy posteriores).
Con la llegada de diciembre, incluso dos meses antes, el espíritu de la Navidad empieza a adueñarse de las ciudades como Ciudad Real, inauguran su extraordinario alumbrado navideño: y en las emisoras de radio empiezan tímidamente a oírse los primeros villancicos.
A pesar de que algunas de nuestras tradiciones navideñas, casi han desaparecido o se han ido transformado a causa de la globalización y de las nuevas tecnologías de Navidad en una época mágica, y en muchos hogares se sigue montando el portal de Belén.
El día de Reyes pone el punto final a la Navidad en España. Este día lleno de magia e ilusión es el más esperado por los niños durante todo el año. Sin embargo, ningún estudio ha sido capaz de demostrar fehacientemente cuándo pudo haber nacido Jesús de Nazaret A pesar de la incertidumbre científica, la Navidad es una de las tradiciones más prolongadas en el tiempo y también una de las más complejas, incluyendo un extenso calendario de eventos festivos de las que nos reunimos un tercio de los terrícolas por lo menos el equivalente a los dos mil millones de cristianos que habitan el planeta.
Algunos historiadores y muchos paganos contemporáneos sostienen que las celebraciones que en nuestro calendario coinciden con el final de diciembre y el principio de enero no tenían su origen en la celebración cristiana sino, mucho antes, en los cultos agrarios que celebrarían el solsticio de invierno, que se caracteriza por ser la época en la que los días comienzan a alargarse de nuevo.. Las saturnales se empezaron a celebrar al menos cuatro siglos antes de que el culto Sol Invictus adoptara una cierta autonomía ya con Aureliano en el siglo II d.C. Esta autonomía que el culto al Sol va ganando sobre el culto a los dioses agrarios tiene interés porque representa una forma particular de evolución del politeísmo al monoteísmo que se ha dado numerosas veces en la historia de las religiones antiguas.
El presente artículo tiene como base M. Cornejo Valle. Universidad Complutense de Madrid. Y opinión de J.M.Golderos
FUENTE: EL CRONISTA
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