POR JESÚS MARÍA SANCHIDRIÁN GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE ÁVILA
10. PRIMEROS GABINETES.
En 1863 la ciudad cuenta con tres gabinetes fotográficos sitos en las calles de La Magana, 4, Capilla de Mosén Rubi, 1 y Plazuela de San Pedro, y dos de estos fotógrafos eran José Mª Arteaga y Bernardino Sánchez, pintor, médico y profesor de dibujo. Ellos son los primeros “retratistas”, tal y como se anuncian, que de una manera estable ejercieron el oficio fotográfico en Ávila. No conocemos su grado de dedicación y profesionalidad, destacando aquí supieron plasmar la panorámica que presenta la ciudad desde la zona de los Cuatro Postes, tomando para ello el mismo punto de mira que Charles Clifford (1819 – 1863), el fotógrafo británico a quien ya dedicamos anteriormente amplios reportajes (DAV, 16/10/2018; y 26/12/2021). José Mª Arteaga fue un fotógrafo de estudio que también trabajó en Segovia y del que se conservan varios retratos en formato de carte de visite y una vista de Ávila tomada desde el Cordel de Las Moruchas, coincidente con la misma perspectiva que años atrás había tomado Clifford.
Bernardino Sánchez destacó como hombre culto y polifacético que llegó a Ávila en 1841 para ocupar la plaza de director de la Escuela Municipal de Dibujo, empleo que compatibilizó con los trabajos de médico, pintor y fotógrafo, a la vez que formó parte de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos, y a cuya intervención se debe la conservación en el Monasterio de Santo Tomás de las pinturas de Pedro Berruguete amenazadas en las expropiaciones desamortizadoras de la época. Bernardino Sánchez estaba domiciliado en la calle Capilla de Mosén Rubí, 1, y de su trabajo artístico se conserva un bello cuadro pintado al óleo con la misma fidelidad que la imagen fotográfica de Clifford, pensándose incluso que dicha foto sirvió para la realización de la pintura. El cuadro fue comprado por el Ayuntamiento por mil pesetas pagadas a plazos y actualmente se conserva en el Ayuntamiento de Ávila. El hijo de Bernardino, Manuel Sánchez Ramos, también fue médico, pintor, y aficionado a la fotografía, y amigo de los también aficionados y arquitectos Isidro Benito y Repullés.
11. DIADEMA DE TORRES.
En 1864 se inauguró la línea férrea Madrid-Irún que hacía parada en Ávila, y con tal motivo llegó a la ciudad el fotógrafo francés de los tres emperadores (Austria, Francia y Rusia) Auguste Muriel, de cuya visita se conservan tres fotografías que recogen imágenes del arco de San Vicente y de la Basílica de San Vicente, y una vista general de Ávila (DAV, 24/11/2013).
La fotografía de la ciudad fue tomada desde la lejanía, buscando una perspectiva por el lado norte siguiendo el trazado del ferrocarril, similar a la que se presenta desde los Cuatro Postes por el noroeste, donde Ávila se resume en un vistazo fugaz. Con ello, el ferrocarril había cambiado la forma de mirar y percibir el paisaje, y de ver los pueblos y ciudades, los cuales podían contemplarse en grandes panorámicas enmarcadas por la ventana del tren, y aunque sabemos que el origen de estas vistas se encuentra en la cartografía urbana renacentista, lo cierto es que el tren contribuyó a la admiración de la ciudad percibida desde la lejanía. Quizás por eso, las fotografías de Ávila tomadas por A. Muriel forman parte del álbum Chemin de Fer du Nord de L’Espagne, con el que se buscaba promocionar el tren como una nueva forma de descubrir ciudades y paisajes hasta entonces desconocidos.
Antes de que Auguste Muriel retratara Ávila desde el ferrocarril, Clifford ya había descubierto perspectivas similares cuando fotografió las obras de la línea Madrid-Irún, lo que quizás le indujo equivocar el título de la vista general que tomó desde los Cuatro Postes, la cual figura en su Scramble como «vista desde el ferrocarril», y bien es cierto que en esa fecha de 1860 el tren todavía no había entrado en funcionamiento, y la línea férrea quedaba algo retirada del lugar en que hizo la fotografía.
La crónica literaria de la inauguración en San Sebastián de la línea ferroviaria del Norte por la reina Isabel II fue realizada por el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, quien describe la panorámica de la ciudad con las siguientes palabras:
«Casi perdida entre la niebla del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados murallones, la antigua ciudad, patria de Santa Teresa, Ávila, la de las calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los balcones con guardapolvo, las esquinas con retablos y los aleros salientes. Allí está la población, hoy como en el siglo XVI, silenciosa y estancada».
Otra panorámica vista desde el tren que venía de París en los años ochenta y noventa del siglo XIX, y pasadas las estaciones de Arévalo y Mingorría, es la que describió el ilustre pensador Jorge Santayana, quien esperaba «ver en cualquier momento a la derecha, descendiendo suavemente hacia el lecho del invisible río, las perfectas murallas de Ávila, reluciente cada bastión a los rayos horizontales del sol, y la torre de la catedral un poco por encima de la línea de los bastiones y no menos imperturbable, sólida y grave». En otro momento, Santayana resumió así su visión de la ciudad: «Amplio desierto donde la diadema de torres/ sobre el Adaja ciñe una ciudad silente».
Admitido entonces el éxito comercial de las fotografías panorámicas, éstas pasaron a enriquecer los catálogos fotográficos y la posterior edición de coleccionables y postales ilustradas, como veremos más adelante. En Ávila, será entonces la vista que se ofrece de la ciudad desde los Cuatro Postes y su entorno la que se repita en lo sucesivo como símbolo de su identidad histórico-artística.
12. VIVID DICHOSOS.
En el mismo año de 1864 llegó a la ciudad el fotógrafo francés Jean Laurent (1816-1892), Fotógrafo de S.M. la Reina y de SS. AA. RR. Los Sermos. Infantes de España, quizás el fotógrafo más importante e influyente en la España del siglo XIX. Entre las vistas tomadas entonces destacamos en esta ocasión una estereoscópica, en la cual se observa el monumento de los Cuatro Postes ocupando el centro de la imagen con las Murallas al fondo, pudiéndose también ver a un lado el carrito fotográfico con el que se desplazaba Laurent.
A esta primera visita sucedieron otras que sirvieron para ampliar y enriquecer un catálogo que en 1873 llegaba a los 6.340 negativos, en el que Ávila ya aparecía con 26 imágenes, ocupando un lugar destacado junto a El Escorial, Valladolid, Burgos, Vitoria, Toledo, Córdoba, Sevilla y Granada, según se publicitaba entonces, destacando entre ellas las vistas panorámicas tomadas desde los Cuatro Postes, como ya escribimos en su día (DAV, 23/02/2019).
Las viejas imágenes de Ávila tomadas por Laurent, quien mantenía una relación muy estrecha con los hermanos Valeriano y Gustavo Adolfo Bécquer, fueron fuente de inspiración para escritores y artistas, igual que lo fue el contacto mismo con la ciudad. Tal es el caso de Azorín, quien dejó escrito en Castilla (1912):
«¿Hacia dónde caerá la catedral de esta ciudad que desconocemos? ¿Habrá una vieja ermita junto al río, como la de San Segundo en Ávila?”. ¿No habéis visto esas fotografías de ciudades españolas que en 1870 tomó Laurent? .Ya esas fotografías están casi desteñidas, amarillentas; pero esa vetustez les presta un encanto indefinible. Una de esas vistas panorámicas es la de nuestra ciudad; se ve una extensión de tejadillos, esquinas, calles, torrecillas, solanas, cúpulas; sobre la multitud de edificaciones heteróclitas, descuella airosa la catedral. Allí donde está la catedral, donde se hallan sepultados guerreros y teólogos, dos mil años antes un romano acaso recitara unos versos de Virgilio: Yo, desviándome, les hablaba sin poder detener las lágrimas que me venían a los ojos: Vivid dichosos, que ya vuestra fortuna se acabó; mas a nosotros unos hados malos nos traspasan a otros peores».
13. ÁVILA ILUSTRADA.
La sociedad fotográfica creada por Laurent en 1874 con el nombre de Lurent & Cía, para comercializar los miles de negativos que poseía de toda España proporcionó sus clichés de vistas de Ávila y sus monumentos a todo tipo de guías y publicaciones, fruto de lo cual fue la reproducción que apareció en España: sus monumentos y artes, su naturaleza e historia, una original e innovadora técnica del grabador Meisenbach.
Las mismas imágenes fueron después utilizadas también en la Guía del viajero en Ávila de Emilio Valverde y Álvarez de 1886, incluida una de las más significativas tomada desde los Cuatro Postes, lo que no es de extrañar si se conoce que el impresor de esta guía, Abdón Santiuste, con domicilio en la Calle Caballeros 2, era el depositario en Ávila del fondo fotográfico de Laurent.
Las fotografías abulenses de Laurent se reprodujeron también en grabados de Bernardo Rico aparecidos en la Ilustración Española y Americana, principalmente durante 1882, para lo que se utilizaron las mismas planchas de las fotos. Incluso, dichas fotografías fueron copiadas por los dibujantes, entre ellos Joaquín Sierra, quienes ilustraron en 1870 La Crónica General de Ávila de Fernando Fulgosio, y en 1890 la Descripción e Historia Política, Eclesiástica y Monumental de Ávila de Valentín Picatoste.
Finalmente, a partir de aquí, la ciudad histórica y monumental de Ávila se identificará con la imagen panorámica tomada por Laurent desde el paraje de los Cuatro Postes, y así se divulgará en numerosas publicaciones. Más aún, el importante fondo fotográfico creado por Laurent a lo largo de de cuarenta años (hasta 1893, aproximadamente) siguió difundiéndose a través de las tarjetas postales que imprimieron la Fototipia Laurent (1901) y su sucesora la Fototipia Lacoste (1902).
En 1886, el arquitecto Enrique María Repullés se ocupó de que la casa Laurent realizara una serie de fotografías de la restauración de la Basílica de San Vicente que el mismo acababa de acometer, pues no en vano era el fotógrafo de la corona y las obras eran subvencionadas por el gobierno. Las fotos perfectamente montadas sobre cartulina con impresión del motivo, la fecha y nombre del autor de las obras y de las imágenes cuelgan todavía hoy de las paredes de la Oficina Técnica Municipal como fiel testimonio de aquella aventura, al mismo tiempo que otras copias formando un álbum fueron obsequiadas a S.M. la Reina Regente Doña María Cristina de Austria.
14. MUSEO FOTOGRÁFICO.
El creciente interés por la contemplación de nuestras ciudades a través de la imagen fotográfica, lo que permitía su mantener vivo su recuerdo y disfrutar del mismo, había abierto buenas posibilidades de negocio para los fotógrafos, como demostró la empresa Laurent. Sin embargo, los fotógrafos españoles apenas se aventuraron en esta tarea comercial de hacer y vender fotografías artísticas. Por ello, hay que destacar el trabajo del fotógrafo toledano Casiano Alguacil (1832-1914), quien inició en 1866 la publicación de su obra Museo Fotográfico-Monumentos Artísticos de España, incluyendo también retratos de celebridades y tipos populares.
Como ya comentamos años atrás (DAV, 28/07/2013), con este motivo Alguacil recorrió la ciudad de Ávila tomando casi un centenar de fotografías cuyos negativos se conservan en los archivos de la Diputación y Ayuntamiento de Toledo. A este primer viaje a Ávila sucedieron otros posteriores, en los que retrató la ciudad vista desde el cordel de Las Moruchas junto a Los Cuatro Postes, donde se observa restaurado el cuarto cubo por la esquina derecha de la muralla.
En otra ocasión, Alguacil, un fotógrafo diestro y entrañable, decidió participar en el concurso fotográfico de 1907 organizado en Ávila con motivo de las fiestas de Santa Teresa, obteniendo por ello una mención honorífica, mientras que los primeros premios fueron para Ricardo Fernández Rota y José Melgar y Álvarez Abreu.
15. ÁLBUM DE ÁVILA.
En el último cuarto del siglo XIX ya se había instalado en Ávila el estudio fotográfico de los Hermanos José y Francisco Núñez “Torrón”, los fotógrafos abulenses por excelencia originarios de Galicia. En 1882, coincidiendo con el tercer centenario de la muerte Teresa de Jesús, hicieron un álbum en recuerdo de la ciudad formado por veinticuatro vistas de monumentos y de imágenes de Santa Teresa de Jesús que todavía conserva su excelente calidad original. Los Hermanos “Torrón” se dedicaron principalmente al retrato y fotos interiores de estudio, con gabinete en la calle Isaac Peral, y fueron durante décadas los únicos fotógrafos profesionales establecidos en la ciudad de forma permanente y continuada, como ya hemos publicado (DAV, 23/06/2013).. En el álbum de 1882 se recoge la primera vista conocida donde el monumento de los Cuatro Postes constituye el motivo central de la fotografía, reproduciéndose la ciudad en otra vista tomada desde la antigua carretera de Salamanca. La imagen de la Santa, incluida también en el álbum, fue reproducida y comercializada con gran éxito, siendo incluso portada de los periódicos locales La República Española (1895), El Eco de la Verdad (1896) y Heraldo de Ávila (1896). A principios del siglo XX falleció Francisco “Torrón”, continuando entonces con el negocio su hermano José, quien solía participar como jurado en los concursos locales de fotografía que convocaba el ayuntamiento. A la muerte de José en los años veinte, el estudio fue traspasado a B. Villascusa, quien se anunciaba en 1924 en el Gran Hotel de la capital. La saga de los hermanos “Torrón” fue seguida por su sobrino Francisco José Núñez González, y después por el hijo de éste, José Núñez Cartago (1907-1982). Cartago estableció su estudio en la calle Estrada y compatibilizó la fotografía con su empleo municipal, contando en el laboratorio con los ayudantes Molina y Jesús Esgueva, quienes después montaron estudio propi.
El fotógrafo León Unturbe, natural de Palma de Mallorca y contemporáneo de los Hermanos “Torrón”, fue el patriarca de los excelentes fotógrafos Tirso (hijo) y Jesús (nieto), quienes siguieron con el negocio floreciente del taller instalado en Segovia en 1888. León Unturbe tuvo un gabinete fotográfico en Ávila hacia 1886 y aquí nació su hija Carmen, habiendo estado antes en Valladolid y Burgos donde anunciaba: «Los retratos, después de defunción se hacen a domicilio por 10 reales el primero y a 4 reales cada copia». En la capital abulense León Unturbe debió realizar principalmente trabajos comerciales de estudio y de carácter privado y familiar.
16. UN NUEVO PUENTE SOBRE EL ADAJA.
La creación en Ávila de la Administración Militar en 1875, instalada en el Palacio de Polentinos, transformada tiempo después en Academia de Intendencia, atrajo la cámara del francés J. David, quien tenía estudio en París en la rue de Courceilles a Levallois y estaba especializado en retratos de grupos de soldados en los acuartelamientos, además de ser el editor de un álbum del Vaticano, entre otros proyectos de los que ya nos hemos ocupado (DAV, 19/01/2014).
De J. David se conservan diversas imágenes de 1884 y 1909, destacando en esta ocasión una grandiosa fotografía del nuevo puente sobre el río Adaja recientemente inaugurado, cuyas aguas lamen el empinado territorio que coronan los Cuatro Postes. Finalizaron las obras el 13 de octubre de 1881, si bien el puente no se abrió al tránsito hasta el 26 de marzo de 1883. Este puente había sido proyectado por el ingeniero Justo Fungairiño y se construyó por el contratista Antonino Prieto, a cuya colección pertenece la fotografía que se reproduce en este capítulo, y quien además fue aparejador municipal, académico correspondiente de la historia, Caballero de la Orden de Isabel la Católica y un hombre ilustrado y culto. Antonino también trabajó con los arquitectos Cossín, A. Barbero y Repullés, corriendo a su cargo las sucesivas reformas del Palacio de Polentinos para academia militar, además de las realizadas en la Basílica de San Vicente y las Murallas, entre otras obras importantes.
Por otro lado, la presencia permanente del ejercito en la ciudad propició un número abundante de fotografías y postales, de las que una buena parte de ellas, firmadas por el fotógrafo Carrasco, fueron incluidas por Rafael Fuertes Arias en su extensa y documentada Monografía Histórica de la Academia de Intendencia del Ejército (Ávila 1875-1936) , cuya consulta ofrece multitud de ilustraciones e imágenes casi desconocidas de Ávila. Otros fotógrafos que retrataron la academia y los grupos de oficiales y soldados fueron J. Bonafós (1884), J. Padró (1909), B. Galmes (1923) y Mayoral Encinar (1940), debiendo añadir también el álbum dedicado al Rey Alfonso XIII por Juan Serra Mercader fechado el 23 de enero de 1912.
17. VIAJE DESDE PARÍS.
En 1888 la casa fotográfica Lévy & Cie afincada en París hace un nuevo recorrido por España llegando esta vez hasta Ávila. De este viaje, Lucien Lévy obtiene decenas de vistas de suma belleza plástica, aunque más de carácter monumental que humano para su estilo, entre las que sobresale una espléndida toma del arco del alcázar, y como no podía ser de otro modo una vista de la ciudad y sus Murallas desde los Cuatro Postes. La firma comercial de Lévy responde a las siglas L.L. de sus fundadores Léon y Lévy, y con esta denominación los hijos de Lévy (Julies, Ernest y Lucien) editaron millones de tarjetas postales 8, como ya hemos apuntado. (DAV, 25/08/2013).
Un número representativo de las fotografías de Ávila tomadas por Lucien Lévy fueron publicadas en el Panorama Nacional de Hermenegildo Miralles (1896), en la Guía de Ávila de Antonio Blázquez (1896), en Monumentos de Ávila de Fabriciano Romanillos (1900), en la guía de A. Calvert (1908), y en El arte en España de M. Dieulafoy (1922), e igualmente fueron incluidas en el catálogo El asombro de la mirada, cuya exposición pudo verse en la capital abulense en febrero de 2003.
La vista de Ávila que hizo Lévy desde los Cuatro Postes es una panorámica de composición parecida a la que hicieron Laurent y Alguacil, percibiéndose aquí también la ropa que tendían las lavanderas junto al Molino de La Losa. Otra vista fue una tarjeta estereoscópica tomada ante la ermita románica de San Segundo, como ejemplo característico de la producción de la casa Lévy et ses fils, especializada en este tipo de tarjetas postales bajo la rúbrica L.L., en ella dicha ermita recobra un especial protagonismo en el paisaje monumental de la zona.
18. EL ARQUITECTO FOTÓGRAFO.
No ha sido frecuente, ni habitual, que durante el iglo XIX los fotógrafos locales se prodigaran retratando imágenes y tipos de la ciudad. Esta carencia y demanda, minoritaria todavía, se suplía entonces con las vistas que tomaban los fotógrafos transeúntes. Por esto mismo, llama poderosamente la atención el gran número de fotografías que hizo como aficionado el arquitecto Isidro Benito Domínguez, sobre quien ya escribimos en otra ocasión (DAV, 6/08/2018).
En Ávila Isidro Benito tenía su residencia en la finca de Tous, situada entre el río Chicho y el antiguo camino de la Ermita de Sonsoles, lugar donde había instalado su particular taller fotográfico. Las fotografías que se conservan de Isidro Benito se hallan repartidas entre sus herederos y colecciones particulares, siendo los temas predominantes los paisajes que se divisan desde el Adaja, los monumentos de San Vicente, Santo Tomás y portadas señoriales, y entre las gentes que aparecen en sus fotografías vemos frailes, mendigos y señoritos que ponen un especial acento a la escena. Para esta ocasión se han seleccionado una serie de vistas de 1896 relacionadas con el entorno de los Cuatro Postes, por lo que nos detenemos en la antigua fábrica de harinas, antes real fábrica de algodón, a la que siguen una vista desde presa del batán, varios tipos ante una panorámica de la ciudad, una vista general de Ávila, y otra vista de las Murallas desde la presa de la fábrica de harinas.
Contemplando las fotografías de Isidro Benito, vemos que en todas ellas aparecen personajes cotidianos a modo de ilustración complementaria del paisaje que se retrata como protagonista, con lo que éste se engrandece ante el hombre.
Algunas de los retratos de Isidro Benito que ahora se reproducen ya fueron divulgadas en 1896 en periódicos como el Heraldo de Ávila, en guías de Ávila como la de Antonio Blázquez, y en libros como el Estudio Histórico de Enrique. Ballesteros, entre otros, incluso fueron el motivo principal del calendario editado por la Filmoteca de Castilla y León para el año 2003, lo que demuestra el interés documental de las imágenes.
Como arquitecto que era, Isidro Benito fue una de las figuras capitales de la arquitectura abulense con una obra que abarca de finales del siglo XIX y principios del XX, donde se incluyen la fundición levantada en 1896 junto al Adaja para fábrica de la luz, y la restauración de la torre de San Nicolás, así como los singulares edificios de la actual calle Don Gerónimo, ocupados hoy por «Tejidos Catalanes» y la pastelería «La Flor de Castilla».
Finalmente, añadir a la biografía de Isidro Benito su amistad con el también arquitecto que Enrique Mª Repullés, con el contratista y académico Antonino Prieto, y con el yerno de éste, el médico y pintor Manuel Sánchez Ramos, todos ellos aficionados y coleccionistas de fotografías de Ávila.