POR JAIME GARCÍA GONZÁLEZ. CRONISTA OFICIAL DE ESQUIVIAS (TOLEDO)  

Un año más, el día 12 de diciembre, el toledano pueblo de Esquivias ha vuelto a conmemorar con un extenso programa de actos culturales y festivos la Boda de Miguel de Cervantes con Catalina de Palacios Salazar.

Sobre cómo se llevó a cabo aquel enlace matrimonial, sólo nos queda el privilegio de contar con la correspondiente partida de casamiento que aún se conserva, como un tesoro, en la Iglesia Parroquial.

No obstante, tanto historiadores como cervantistas, coinciden en que aquel acontecimiento si algo tuvo de extraordinario en su día fue el morbo que debió despertar entre los vecinos del Lugar ese matrimonio tan desigual tanto en diferencia de edad como en diferencia de clase social de los contrayentes…

Esquivias, por aquel entonces, era un remoto Lugar que si alguna fama tenía era gracias a la alta calidad de sus vinos.

En el mes de septiembre de 1584 llegó hasta este Lugar Miguel de Cervantes y unos noventa días más tarde se encontraba junto con Catalina de Palacios Salazar en el altar mayor de la Iglesia Parroquial para unirse en santo matrimonio.

Para los entonces vecinos de Esquivias, Miguel de Cervantes no pasaría de ser  un mutilado a quienes él les habría informado de que aquella tara la había adquirido  en la batalla naval de Lepanto  “La más alta ocasión que vieron los siglos”.

Como escritor, la única credencial que poseía era la de ser el autor de una novela pastoril aún inédita “La Galatea”. A tan corto y poco esclarecedor bagaje, se unía que su futura esposa pertenecía a una de las familias hidalgas de mayor abolengo de entre las 37 estirpes que en ese tiempo poblaban este rincón de la Sagra toledana, siendo descendiente directa de los influyentes Salazares de Toledo y de la no menos respetadísima e ilustre de los Palacios…

Tan desiguales en edad (él con 37 años y ella con 19) y en condición social, inevitablemente el hecho no dejaría de sorprender tanto a las gentes del pueblo llano como a los potentados mozárabes toledanos que poseían propiedades y moraban en Esquivias ya que todo parecía indicar que el futuro de la joven Catalina más que a una boda nada convencional estaba vinculado al ingreso en algún cenobio de Toledo, refugio habitual de muchas jóvenes de familias nobles.

No resulta pues difícil deducir que aquella linajuda sociedad esquiviana quedó marcada en el subconsciente del novelista reflejándolo en el prólogo del “Persiles” donde deja escrito: “Esquivias, por mil causas famoso, una por sus ilustres linajes y otra por sus ilustrísimos”

La transcendencia que a posteriori tuvo aquella Boda ha sido y es motivo de muchas reflexiones entre expertos y cervantistas, aunque casi todos coinciden en señalar que gracias a aquello la vida del notable escritor acabó encauzándose, según la Pardo Bazán “Porque en Esquivias halló la paz y el sosiego que en ningún otro lugar había encontrado” y porque le dio ocasión de conocer en primera persona la forma de vida y las costumbres de las familias hidalgas de los pueblos.

FUENTE:J.G.G.