POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
Vuelvo tras largo tiempo a recoger la voz y el silencio de las calles de la localidad, mi pasión hace cerca de veinticinco años. Ante la información de algunas reformas en estas calles amigas de paseos y charlas con los vecinos, he aprovechado este periodo invernal para retomar estos diálogos:
Calle Angosta
“¡Qué bien la bautizaron! Estrecha, reducida para conseguir una ampliación óptica de la calle, sus casas rebosan blancura, rematadas con unos zócalos grises en línea de unión con el suelo. De sus balcones cuelgan, aún en invierno, numerosos geranios. Al final la calle se abre para formar una reducida plazoleta y observa, en la esquina, una hornacina. Una cruz recubierta por una artística verja de hierro, que esconde viejas leyendas. No llenamos nuestras paredes con demasiadas hornacinas, ya que gran parte de ellas desaparecieron. La leyenda, cuando solamente hay una cruz, nos habla de muertes violentas casi siempre por amores, desamores, celos.¿La historia se repite cíclicamente o siempre estamos en el mismo peldaño de agresión a la mujer…?). En el lugar del homicidio se levantaba una sencilla hornacina con una cruz. Dos vecinas cuentan otra vieja leyenda escuchada a sus abuelos. La casa que hace esquina tenía un duende, que no dejaba nada quieto, siempre haciendo travesuras. Se repite la leyenda de los moradores que se quieren trasladar a otra casa, con sus humildes enseres. En la mitad del camino, alguien indica: » Nos hemos dejado las trébedes», escuchando la voz del duende, que responde » Las llevo yo». Por lo que decidieron regresar a su viejo hogar. La cruz fue realizada y adornada para que se marchase de allí el duende.
En honor de esta cruz se engalanan todos estos rincones, cada dos de mayo, pareciéndose a los patios sevillanos o cordobeses en estas fechas. Desde hace numerosos años la unión de todos los vecinos contribuye a mantener una de las bellas y primaverales tradiciones.¡ Ojalá se mantenga por largos años! A esta plazuela la llamaron también Plaza de Labores.
Recuerdo que en el año 1920 proponen el nombre de calle del Carmen, en honor de la Virgen marinera, pero poco arraigó este devoto nombre.
Destacó el horno de “Pepica” , que cada festividad de los Santos, tenían que realizar trabajo permanente para poder asar las abundantes calabazas, que llevaban de todos los lugares. En Semana Santa, los tradicionales roscos y mantecados. Eran las fechas en que más leña consumían en la elaboración de dulces. Compañeros de comercio, que animaba las mañanas, con la llegada de los vecinos, era la tienda de comestibles de César y Adolfina. Angosta, estrecha, corta, si quieres salimos de ella, entre una pelea de perros y gatos, que empiezan ya su periodo de celo”
Hoy cruzas por la calle Roma la Chica y te encuentras con la casa primera que hace esquina, vestida de albero, con una mirada limpia. El rótulo azul de Angosta, está en continua lucha con unos gruesos cables de luz o teléfono que la aprisionan. Ha cambiado su pavimento, los motivos nos los refleja el informe técnico “El objetivo de esta actuación el solventar los problemas en la red de saneamiento, que presenta problemas de fugas. Reposición de calzada: Pavimento empedrado, con gravón 20/40 en dos colores blanco y negro, formando dibujo, enmarcado perimentralmente con ladrillo de tejar. Área de actuación: 60 metros de longitud por 1 metro de anchura”.
Hoy la calle silenciosa, las casas de fachadas encaladas; la charla con Manuela, que fue la primera mujer que regentó el Hogar del Pensionista; evocación de Francisco Medina, de algunas familias llegadas a la localidad desde Santiago de la Espada… Al final de la calle una hornacina con una cruz. Aqui en la plazoleta celebraban intensamente, con gran gusto, vestir la Cruz de Mayo, con todos los vecinos, reunidos y ofreciendo un vaso de “cuerva” a los visitantes. Lamento profundamente que no se siga realizando esta vieja tradición.
En la esquina una placa de piedra tallada “Antiguo barrio,árabe y judio”. Cruzamos un trozo de la Calle Colón, para adentrarnos en la calle Vista Alegre. Asi la veíamos hace largos años: “Tras un intenso giro hacia la derecha en un fuerte descenso de mis metros finales desemboco en la calle Angosta, pero antes en mi vecina Calle Vista Alegre
El nombre data de 1892, ignorando el motivo ya que es una calle taponada en su mayor parte, aunque en aquellos momentos pudo tener, dada su elevación, a sus pies parte de los viejos olivares y de un paisaje lleno de floridas ilusiones. Su primitivo nombre fue Cantón del Cabrito tal vez por haberse despeñado alguno de estos animales, cayendo desde su montículo.
Observa casas de dos pisos, que parecen estrechar más aún la calle, permitiendo el paso de un vehículo solamente; admiras una puerta ovalada de excelente madera, elaborada con esmero, pero te llaman más la atención los bajos tejados cubiertos de hierba, viejas fachadas de adobe que dejan en el suelo sus cascotes, símbolo de su debilidad y próxima caída, si alguien no lo remedia. Al final esta estrecha vía se une en un tremendo desnivel y esfuerzo con su vecina San José”.
Algo común en tu caminar, era la observación de la calle y la charla con los vecinos, hoy te golpea la belleza y serenidad de la calle, una explosión de color y luz; seis jardineras en los laterales repletas de pensamientos amarillos, que trasmiten el encanto a lo sentidos, las fachadas de todas las casas, repletas de macetas en distintas tonalidades y plantas ; el centro con un suelo trabajado, hoy brillante por la lluvia caída. En el recorrido hasta las ventanas de la planta baja de las viviendas, están repletas de claveles o flor de Pascua. Queda una parte de la calle sin seguir la estetica de la primera, pero las macetas, pueden ser unas trescientas, acompañan en el recorrido hasta llegar al cruce con la calle San José, que en la fachada que hace esquina, sigue con el adorno de macetas colgadas.
Hoy sí hemos encontrado y charlado con varios de los vecinos, Miguel, fiel amante y defensor de la calle de hoy, del interés y responsabilidad de los vecinos para mantener limpia la calle , el riego y cuidado de todas la plantas, de la charla y reuniones con el deseo de celebrar las lumbres de San Antón; nos cruzamos con Antonio, antiguo alumno, Dolores, a la que conocemos de siempre en su labor en la calle San Basilio; Mari, trabajadora y luchadora contra las dificultades ; Blasa y Caty, de los lejanos tiempos de la cocina de la Escuela Hogar, a su generosidad y especialista cocinera en dulces y productos caseros.
¿Cómo y por qué se ha realizado el cambio de esta calle? Es el Arquitecto Municipal , Joaquín González , el que nos da los motivos. La actuación se inició por unos problemas en la red general de saneamiento que provocabanla entrada de aguas sucias en viviendas colindantes.
Inicialmente la obra prevista era sólo la sustitución de un tramo de colector, se sustituye la tubería de hormigón por nueva de PVC de 315mm.
En el transcurso de las obras, y a la vista del estado general de calzada y acerados se decide realizar la renovación de la pavimentación de toda la calle. Acerados mediante baldosas de piedra natural, tipo “piedra de Pakistán”, sobre solera de hormigón y subbase de zahorra. Calzada mediante solera de hormigón de 20 cm de espesor, y capa de terminación mediante pavimento empedrado, con gravón 20/40 en dos colores blanco y gris formando dibujo. Área de actuación: 40 metros de longitud , superficie 225 m2
Nos despedimos, con nostalgia de otro tiempo, pero cargamos la mochila del trabajo, de recuperar el pulso de nuestras calles y vecinos. Mi agradecimiento al Arquitecto Municipal, Joaquín González.
FUENTE: M-L-F