POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID)

Esta tarde he comprobado que el patio de aquel colegio fue el origen de la sensibilidad de los sentidos de todas aquellas mujeres que lo pisaron.

En el Centro Cultural La Elipa ha tenido lugar un concierto por la Orquesta de Guitarras de Madrid, dirigido por el maestro Masayuki Takagi, donde se ha ensalzado este instrumento tan español. Y entre los los miembros de este maravilloso grupo se encontraba uno de los ángeles de aquellas Escuelas Aguirre, Marian Montero .

Sin duda, entre todas, era la guitarra de Marian la más afortunada al ser afinada y acariciada, con el dulce rasgueo de los dedos de una mano mientras los de la otra mimaban el diapasón.

Las luces se han apagado en la sala y he empezado a escuchar melodías. Cerrando los ojos parecía sentirme como el mismo hijo de Betsabé viendo llegar a la reina de Saba. Händel sin duda se puso en la piel de Salomón. Bach y Mozart nos han llevado al fandango de Boccherini, aquel creador de la melodia que me embarga el alma y algún pasado, llamada «música nocturna de las calles de Madrid» .

Y en la segunda parte, nuestra amiga y sus compañeros nos ha hecho volar por el mundo, fusionando el espacio y el tiempo con compositores contemporáneos. Y cerrando nuevamente los ojos, la música de Ryuichi Sakamoto, me ha hecho recordar a David Bowie enterrado hasta el cuello en la película «Feliz Navidad Mr. Lawrence». Y de Asia hemos volado a Italia con la tarantela de Giorgio Tórtola. Y la armonía de Máximo Diego Pujol nos ha dibujado Argentina. Y Marian seguía mimando su guitarra regalándonos su sonido.

La tercera parte nos ha llevado al sur de España.

Y en el aire flotaba el paisaje andaluz, granadinas y malagueñas, la Sevilla de Albeniz, terminando con la farruca danza del molinero de Manuel de Falla.

Para terminar, dos regalos de Bizet, Carmen, su toreador, y como soñar es gratis, he querido ser Escamillo seducido por la gitana. Y el segundo, habanera. «Si tu ne m’aimes pas, je t’aime; si je t’aime, prends garde a toi» («Si no me quieres, te quiero; si te quiero, ten cuidado») ¿Y quién es capaz de resistirse a esa amenaza? Yo, no. Ays, Marian, que suerte tengo de haber ido a aquel colegio y de compartir contigo un instante que me has regalado años después.

FUENTE: https://www.facebook.com/agustin.delasheras