
POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA

Encontrándonos en fechas que recordamos a nuestros difuntos y, además, con la coincidencia de la ampliación que se está haciendo en nuestro cementerio, hago esta semana un recuerdo a uno de los primeros enterramientos que allí se hicieron: los restos de mortales de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón, padre y hermano del que más tarde fuera ministro de la Gobernación, Trinitario Ruiz Capdepón.
Padre, de 60 años, e hijo, con tan sólo 19 años, habían muerto ahogados en la playa de Torrevieja el 9 de agosto de 1860, a consecuencia de un accidente de mar, y enterrados en el cementerio municipal de Torrevieja, localizado entonces en lo que hoy es la calle Portalicos, junto al camino que conduce a las salinas.
La familia Ruiz Lozano aunque hijo de un hacendado de Granja de Rocamora, no tenía una gran fortuna, sin servicio de criadas, ni grandes rentas. Ramón estudió leyes en Orihuela, instalando en aquella ciudad un bufete de abogado, contrayendo matrimonio con Josefa Capdepón y Cascales, pasando todos los veranos con la familia en Torrevieja, en una casa de su propiedad que tenía en la calle Hidalgo, hoy llamada Pedro Lorca, hasta aquel día en que infortunadamente perdió la vida junto a hijo primogénito.

Veintinueve años después de esta tragedia, a comienzos de 1889, empezaban las obras de construcción de un nuevo cementerio en Torrevieja, el que, hasta el día de hoy, sigue en funcionamiento. En febrero de 1889, estaban casi terminado y, por iniciativa del alcalde Manuel Ballester Albentosa, el Ayuntamiento acordó levantar en él un monumento dedicado a la memoria del padre y hermano de Trinitario Ruiz Capdepón, ministro de la Gobernación, como prueba de gratitud que la villa le debía a su familia que en distintas ocasiones había prestado eminentes servicios a la Torrevieja, siéndole encargado a P. Solano. Este acuerdo del Ayuntamiento fue calurosamente aplaudido por toda la población y por la prensa torrevejense de aquella época, que dedicó frases de elogio y entusiasmo.
En agosto, ya se encontraba bastante adelantado el panteón en el nuevo cementerio. El monumento, según describe un periódico de Alicante, “es elegantísimo y honra al artista encargado de su ejecución, el cual ha cumplido su misión de un modo notable, pues ha sabido unir a la riqueza y magnificencia el arte y buen gusto más recomendables”.
Al frente del panteón, en letras de elegante forma y de saliente relieve, aparecía la siguiente inscripción: “El Ayuntamiento de Torrevieja, en sesión de 15 de abril de 1889, por iniciativa de su presidente D. Manuel Ballester dedica este recuerdo”. Y dividiéndose para encajar dos bonitos óvalos “A la memoria de D. Ramón Ruiz Lozano y D. Ramón Ruiz Capdepón”, y en el otro las iniciales “T. R. C.”.
En el mes de septiembre, ya terminadas las obras de la nueva necrópolis, se dio autorización para trasladar, desde el cementerio viejo al mausoleo que el Ayuntamiento había levantado en el nuevo, los restos de Ramón Ruiz Lozano, y de Ramón Ruiz Capdepón, fallecido con tan sólo 24 años.
Trinitario Ruiz Capdepón, ministro de la Gobernación, salió de Madrid en la noche de 30 de septiembre, con dirección a Torrevieja, para asistir a la triste misión y presenciar la ceremonia del traslado al nuevo panteón de los restos mortales de su padre y hermano. Llegó el miércoles 2 de octubre por la tarde, en el último tren correo que salía de la corte hacía Alicante, acompañado de su hijo Trinitario Ruiz Valarino, diputado por Villena. En la estación de Atocha fue despedido por las autoridades civiles y militares, corporación y amigos.
A su llegada a Alicante, respetando el dolor que motivó su viaje, no se celebró ninguna clase de festejos públicos, saliendo sólo a recibirlo a la estación lucentina sus amigos particulares y políticos, partiendo a continuación para Torrevieja en el tren correo de la línea de Murcia, yendo acompañado de Comisiones de la Diputación, del Ayuntamiento de Alicante, jefes de la Guardia Civil, y amigos particulares.
El trayecto desde Alicante a Torrevieja era corto pero sumamente pintoresco, resultando todavía más agradable por el espectáculo lleno de vida, animación y movimiento que ofrecían todas las estaciones del tránsito. En las de Elche, Crevillente, Albatera, Catral, Almoradí, así como en todas las demás de la línea, acudieron a cumplimentar al ministro los ayuntamientos de los pueblos respectivos, así como una concurrencia numerosísima ávida de ofrecer a Trinitario Ruiz Capdepón el testimonio de su agradecimiento por los beneficios obtenidos por las gestiones que había llevado a término.
En la estación de Albatera-Catral, donde comenzaba el ramal de Torrevieja, se incorporó a la comitiva nombrada por el Ayuntamiento de nuestra villa, compuesta por el teniente alcalde Francisco Bianqui, y los concejales Pedro Sáez y Nicolás Blanco, además del cura párroco de la Inmaculada Concepción, Antonio Gómez Cánovas.
En la estación de Almoradí ofreció sus respetos al ministro el diputado a Cortes por esa circunscripción el marqués de Río-Florido.
Poco después, ya de noche, hizo el tren su entrada en la estación de Torrevieja. Ocupaban el andén miembros del Ayuntamiento, una comisión del municipio de Orihuela, otras muchas procedentes de todos los pueblos limítrofes, el personal de Sanidad Marítima y de Aduanas, el cuerpo consular, oficialidad de carabineros y de marina, varios jefes militares y otras muchas personas distinguidas que apenas podían abrirse paso en las filas de la compacta muchedumbre formada por el pueblo de Torrevieja en masa, impaciente por saludar, aclamando con tanto entusiasmo como cariño al ministro de la Gobernación.
Cambiados los primeros saludos Ruiz Capdepón hizo su entrada en el pueblo a pie, aclamado por una muchedumbre entusiasta que no cesaba un momento de prodigar las mayores demostraciones de afecto y de cariño a su distinguido huésped. Éste se dirigió inmediatamente a la Casa Ayuntamiento, en donde recibió a todas las comisiones y a cuantas personas, que fueron muchas y muy distinguidas, acudieron a ofrecerle sus respetos.
Terminado aquel acto, que no pudo ser más brillante ni más concurrido, Trinitario Ruiz Capdepón, acompañado por el alcalde Manuel Ballester Albentosa y por algunos amigos de su más íntima confianza, se trasladó al domicilio del referido Ballester, en donde le había sido preparado un confortable alojamiento.
En el trayecto que separaba la Casa Ayuntamiento de la de Ballester, el pueblo formó, como antes, un lucido acompañamiento, sustituyendo la oscuridad de la noche por la luz alegre y chisporreante de gran número de hachas de viento.
Ya en casa de Manuel Ballester, el ministro recibió un telegrama del director de Propiedades participando haberse concedido consignación para la extracción de doscientos mil quintales de sal. La noticia produjo excelente entusiasmo, puesto que beneficiaba a muchos jornaleros que obtenían puestos de trabajo en las salinas y que repercutía en el bienestar general de toda la población.


El señor Ruiz Capdepón y las personas que le acompañaban pasaron al comedor, espléndidamente adornado, y en cuya elegantísima mesa tomaron asiento los comensales que fueron los siguientes: la esposa del alcalde, Dolores Carcaño Andreu; la señora de Ruiz Cadepón, Concepción Valarino Torreaguilar, y su hermana; su hijo Trinitario Ruiz Valarino; Ballester, comerciante; José Giménez, hermano político de Ruiz Capdepón; Federico Linares, rico propietario de Valencia y dueño de la finca ‘Los Balcones’; Francisco Ballesteros Villanueva, presidente de la Diputación Provincial de Alicante; Sánchez Almódovar; Antonio Ballester Carcaño (hijo del alcalde); Tomás Gutiérrez, Juez de Orihuela; Luis Martínez, notario de Alicante; José Carcaño, Ayudante de Marina; Ceferino Talavera; Francisco García; Julián de Torres, diputado; Rafael Sala Satorres, diputado provincial; Rafael Terol, alcalde de Alicante; Carlos Barrera, diputado; y Alberto Ganga.
El banquete, que se puede calificar de soberbio, fue preparado con verdadera esplendidez, estando a cargo de uno de los más acreditados cocineros de Alicante.
Terminada la comida, durante la cual reinó la mayor cordialidad, Ruiz Capdepón dio las gracias por las muestras de cortesía y se retiro a descansar al igual que el resto de invitados a sus respectivos alojamientos, pasando la noche el ministro en casa de Manuel Ballester, situada en donde actualmente se ubican las oficinas de ‘Átlas Internacional”, calle Ramón Gallud, entonces Quiroga, con la calle Concepción, frente a la plaza de la Constitución.
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 12 de noviembre de 2011
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