POR JOAQUIN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Ulea siempre ha sido cuna de individuos especiales, que le han dado un matiz singular “El Misino” es uno de ellos.
Gumersindo Martínez, que así se llama, el Misino, se ausentó de Ulea hace unos 8 años y se afincó en Blanca. Allí vive, pero su corazón, sus sentimientos, están en Ulea. Aquí tiene la mayor parte de sus seres queridos y, a menudo, asoma por sus lares.
Se trata de una persona amable y servicial. “Un tratante”, no en vano siempre ha ejercido como “vendedor ambulante”. Por Ulea aparece, y desaparece, como “los ojos del Guadiana”. Hombre menudo, siempre tocado con su sombrero, escaso de pelo en la cabellera y su gran bigote. En la época invernal se colocaba una gabardina que, dicen, no se la quitaba ni para dormir: es un decir popular; por el uso que le daba.
Siempre decía que a Ulea le debía todo y que, por consiguiente, estaba en deuda con ella. Al ser un hombre “tan original”, no pasaba desapercibido y el periódico La Verdad de Murcia del día 24 de agosto de 1950, inserta una noticia que dice así:
Con motivo de las fiestas de San Bartolomé, Gumersindo Martínez,” “el Misino”, ha tenido a bien costear, de su bolsillo, el importe de la Banda de música de Blanca, que amenizará todos los días de fiestas. Además sufragará los gastos del “Castillo de Fuegos Artificiales”, de estas fiestas entrañables, de los afamados pirotécnicos de Santomera,” Los Hermanos Mateo”
Gumersindo,” El Misino”, como todos le decimos, y a el le agrada que así le llamemos, se siente feliz; disfruta. Siempre va junto a la banda de música, tanto en los pasacalles como en las procesiones del santo patrono. A veces parece el ayudante del maestro de la música: el que le lleva las partituras. Su osadía no tiene límites y ayuda a los pirotécnicos a la hora de disparar, al espacio, sus fuegos de artificio. Era el primero en exclamar con admiración, cuando se dibujaban en las alturas, figuras variopintas y atronadoras, Ponía una cara especial y las saludaba quitándose el sombrero; diciendo “chapeau”. Esbozando una sonrisa, musitaba: “como los franceses”.
“El Misino”, Gumersindo, un gran hombre y un fenomenal uleano.