POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El lunes, 18 de julio de 1887, por la tarde, pasó por las aguas de La Mata una barca cargada de cebollas y ajos con rumbo para Almería, de la matrícula de Altea, y fue tal el viento huracanado de Levante que repentinamente se produjo que se vieron en la sus tripulantes materialmente perdidos, pudiendo conseguir, no sin tener que hacer grandes esfuerzos, aproximarse todo cuanto humanamente les fue posible a la costa, izando bandera en señal de auxilio, la que a la vista de los materos abandonaron sus habituales ocupaciones dirigiéndose precipitadamente a la playa, y arrojándose al agua, despreciando el peligro, salvaron el buque, y a la tripulación de una muerte segura. El cargamento no se perdió, y el barco no tuvo más avería que la rotura de la quilla.
El 20 de septiembre de 1887, naufragó en el norte de la isla de Nueva Tabarca el laúd ‘San Manuel’, de la matrícula de Torrevieja, perdiéndose completamente. Afortunadamente se salvó toda su tripulación, compuesta por ocho personas y el patrón Nicasio Andreu.
A finales de noviembre de 1887, uno de los marineros de las barcas que se dedicaban a la pesca del bou en Torrevieja, cayó al agua, pereciendo ahogado, sin que sus compañeros pudieran salvarle.
Un fortísimo temporal, con viento de nordeste causó, el viernes, 2 de diciembre de 1887, desperfectos de mucha consideración en las escolleras del puerto de Barcelona. El estado de la mar fue imponente y algunas olas alcanzaron la enorme altura de quince metros. Allí sufrieron averías la goleta ‘Tres Amigos’, procedente de Alicante, otra goleta de la matrícula de Torrevieja, el vapor noruego ‘Rapil’ y otro gran número de buques.
Al día siguiente, por la tarde, se perdieron en Torrevieja, en la playa de Ferrís, el laúd ‘Rosita’, de la matrícula de Vinaroz, y la goleta ‘Joven Trinidad’, de la matrícula de Torrevieja, salvándose las tripulaciones gracias al arrojo de diez marineros de la localidad que con gran exposición de sus vidas les dieron auxilio.
En San Pedro del Pinatar, el fortísimo temporal hizo que naufragaran en aquella costa los laúdes ‘Amalia’, ‘San Cayetano’, ‘Virgen del Carmen’ y la balandra ‘Alicante’, cuyo patrón pereció ahogado, sin que ocurriesen otras desgracias personales.
La comisión ejecutiva de la Sociedad Española de Salvamento de Náufragos de Torrevieja premió con una medalla de bronce y su correspondiente diploma a cada uno de los diez marineros que tripulaban la barca que salió en auxilio de los tripulantes de la goleta ‘Joven Trinidad’.
En julio de 1888, ocurrió en aguas de Vinaróz una desgracia. Hallándose pescando una pequeña embarcación de la matrícula de Torrevieja, zozobró a causa del fuerte viento y del oleaje, ahogándose un niño y salvándose el resto de los tripulantes gracias al auxilio que les prestó otra barca de pesca.
En la madrugada del 9 de septiembre de 1888, por efecto de un fuerte viento al Este reinante en la bahía de Torrevieja, le faltaron las dos cadenas al bergantín ‘San José’, propiedad del torrevejense Romualdo Pérez, yendo a embestir en la playa de Ferrís sobre unas rocas, salvándose los tripulantes.
Un siniestro marítimo ocurrió el domingo 24 de febrero de 1889, a hora muy avanzada de la noche, en el lugar donde hacía dos meses se había perdido una balandra mallorquina.
Al oscurecer de aquel día, salió de Nerja, en lastre, el laúd ‘Brigida’, de la matrícula de Torrevieja, con su patrón José Atienza y otros cuatro hombres de tripulación.
La falta de abrigo que ofrecía aquel puerto determinó ese viaje en demanda de cobijo; pero en la travesía se le partió el timón, de modo que sin gobierno y aguantando un rodo oleaje se acercó a Málaga, con tal desgracia que chocó violentamente contra la escollera del Este, quedando destrozado.
El casco apareció dos días después, por la mañana sobre las piedras de la batería, tumbado de una banda y con la quilla hacia arriba. El palo de mesana, con cuya vela pudo dirigirse después de perder el timón, estaba intacto.
Los tripulantes lograron salvarse y fueron socorridos por la fuerza de carabineros y después llevados a bordo del cañonero ‘Pelícano’, en concepto de náufragos.
El 25 de septiembre de 1889, llegó a Gibraltar el vapor inglés ‘Hesperia’, conduciendo a bordo al capitán Manuel Vázquez y seis tripulantes del bergantín goleta, matrícula de Torrevieja, ‘Joven Antonio Pérez’, que había naufragado el día 23, a 21 leguas de Oporto. El buque procedía de Torrevieja y portaba un cargamento de sal para Santoña. El agente consular deFegueira (Portugal) telegrafió comunicando que el día 28, en la tarde, entró a remolque en dicho puerto, desarbolado y abandonado.
A mediados de octubre de 1889, la bric barca española ‘América’, que había salido del Puerto de Alicante con dirección a Torrevieja, encalló en el cabo de Santa Pola, por haber sido sorprendida por un violento huracán. El cañonero ‘Ebro’ y el vapor mercante ‘Esperanza’, que salieron en su auxilio, no pudieron salvarle. Días después, pudo ser puesto a flote, regresando al puerto de Alicante.
Los primeros días de noviembre de 1889, se verificaron las pruebas del nuevo bote salvavidas construido por el carpintero de ribera Miguel Cardona en su taller de la Barceloneta, destinado al puesto de Torrevieja. Una comisión formada por el comandante de Marina y los miembros marinos de la Junta Local de Salvamento de Náufragos, quedaron muy satisfechos de los resultados, tanto marineros navegando a la vela y al remo como de adrizamiento y achiques instantáneo.
Hasta esa fecha, los botes salvavidas de las estaciones de salvamento se encargaban a Inglaterra o Alemania, de manera que el constructor Miguel Cardona recibió muchas felicitaciones por haber creado en España una nueva industria marítima, advirtiendo que el citado bote costaba unas cinco mil pesetas menos que sus iguales ingleses o alemanes. Las válvulas automáticas de achique fueron construidas en la entonces conocida fábrica metalúrgica de San Juan de Alcaraz. Aquel primer bote de la Junta Local de la Sociedad de Salvamento de Náufragos fue desembarcado en Torrevieja el 29 de diciembre de aquel año.
El 9 de febrero de 1890, por la tarde, con gran solemnidad fue bautizado el bote salvavidas con el nombre de ‘Martín de Aguirre’. El acto estuvo muy concurrido, habiendo acompañado el clero y los padrinos, la banda de música municipal que -copiando de las crónicas de la época- “estuvo algo desconocida por su escaso número y poca afinación”.
Desde el bote, los padrinos lanzaron algunos dulces, aunque pocos, reuniéndose después un grupo de doce personas en casa del Ayudante de Marina, donde hubo dulces, champagne y vino manzanilla, pronunciando un discurso el iniciador de esta sociedad en Torrevieja, Carlos Antonio Talavera, y una improvisación en verso del cura párroco don Antonio Gómez, disolviéndose la reunión, deseando que ‘Martín de Aguirre’ no tuviera que ejercer nunca su humanitaria misión, y que de ejercerla, saliera airoso en su empresa.
Por esas fechas, a mediados de febrero de 1890, salió de Torrevieja con destino a Ferrol el bergantín mercante ‘Julio’. Pasado más de un mes no había llegado al puerto de destino, dándose la circunstancia de que el ‘Augusta’, que salió del puerto de Torrevieja con posterioridad al ‘Julio’, ya había llegado a su destino gallego. Sólo se supo que estuvo de arribada en la Roca (Portugal).
El bote salvavidas ‘Martín de Aguirre’ fue estrenado en las fiestas de verano de aquel año, celebrándose, en la tarde del jueves 7 de agosto de 1890, un simulacro de naufragio y salvamento, ejecutado por los intrépidos marinos de Torrevieja.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 7 de febrero de 2015