POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
La Asamblea General de Naciones Unidas, en sesión Nº LXVIII de 23 de diciembre de 2013, proclamó al año 2015 como AÑO INTERNACIONAL DE LA LUZ.
Me van a permitir que dedique unas líneas a esta celebración recordando con nostalgia mis años de profesor de Física.-Nos dice el Génesis que «En el principio creó Dios el cielo y la TIERRA. La Tierra estaba INERTE y sin vida, y el espíritu de Dios flotaba sobre las aguas. Y dijo Dios: ¡Hágase la LUZ!
Y vio Dios que la luz era buena».
TIERRA y LUZ; o, lo que es lo mismo, MATERIA y ENERGIA con capacidad para producir transformaciones y cambios, es decir: vida.
MATERIA Y ENERGIA, sin más.
Toda la descriptiva posterior del Génesis -no se asusten- sobra.
Hubieron de pasar muchos siglos para que la ciencia llegara a tener un modelo que interpretara la constitución de la materia (y aún hoy seguimos investigando en su «perfección»); muchos siglos más para interpretar la naturaleza de la luz (energía radiante emitida y transmitida, como ondas electromagnéticas, en «cantidades elementales» o FOTONES con un comportamiento dual de onda y partícula).
Pero la materia también presenta ese comportamiento dual y que cualquier partículas en movimiento (desde un electrón hasta un obús disparado por un mortero, pongamos por caso) lleva asociada una onda.
Más aún; también sabemos que toda transformación de materia en un sistema acarrea un cambio en su energía, en algunos casos brutal (ejemplo: bombas atómicas de fisión -bomba A- y de fusión -bomba H-).
Y que la suma total de MASA y ENERGIA de un sistema aislado debe permanecer constante.
Y que en el Universo -volviendo de nuevo al Génesis- ha de permanecer constante la suma de su MASA y ENERGIA.
La MATERIA precisa de la ENERGIA y esta no tiene sentido sin aquella; algo así como una «compra» no existe sin » venta» y no hay venta sin compra.
Nuestras manos, manipulando materia y energía, han hecho posible el progreso de la Humanidad; una energía cuya «cuna» primera fue LA LUZ; es decir, la energía radiante.
¡Que aprendamos a utilizarla «para bien» de todos!