SEGÚN CUENTA EL CRONISTA OFICIAL DE MADRID, ÁNGEL DEL RÍO, EN SU LIBRO «DUENDES, FANTASMAS Y CASAS ENCANTADAS DE MADRID», ALGUNOS VIGILANTES NOCTURNOS SE TOMARON A BROMA LA CUESTIÓN DEL FANTASMA EN EL MUSEO Y DECIDIERON LLAMARLE A TRAVÉS DE UNA OUIJA
Voces y gritos en salas vacías, puertas que se abren y se cierran solas, alarmas que saltan sin que se encuentre la causa técnica de este fallo. Son algunos ejemplos de los hechos denunciados a lo largo de los años por funcionarios y vigilantes del Museo Reina Sofía. Unas circunstancias que han dado lugar a la formación de una siniestra leyenda alrededor de este centro, un espacio que se ha convertido en un clásico de las investigaciones paranormales en España.
La historia del edificio se remonta a la segunda mitad del siglo XVI. En esta fecha se construyó, en el solar que actualmente ocupa el Museo, un albergue donde mendigos y personas sin recursos acudían a morir. En el subsuelo de este lugar podrían haber sido enterrados muchos de ellos. Este albergue se convirtió posteriormente en el Hospital General, inaugurado en 1787 por Carlos III. El proyecto, que fue iniciado por el ingeniero José Hermosilla y culminado bajo la dirección de Francisco Sabatini, buscaba reunir en una misma ubicación, en la zona de Atocha, los numerosos centros y hospitales desperdigados por la ciudad. En su interior se veneraba a la imagen de Nuestra Señora de Madrid o Virgen de los Pobres.
Más muertes
En sus primeros años de funcionamiento murieron miles de personas en el hospital, en una época en la que distintas pestes y epidemias asolaron Madrid. El número de cadáveres era tan elevado que muchos de ellos tuvieron que ser enterrados en el subsuelo del propio centro hospitalario. Este hecho hizo que durante el siglo XIX surgiesen historias sobre duendes y fantasmas que subían por las noches a las habitaciones de algunos enfermos para anunciarles que su muerte estaba próxima.
El Hospital General cerró sus puertas y dejó de funcionar en 1965. Durante 20 años permaneció abandonado e invadido por cientos de gatos. Se llegó a plantear su demolición, pero la Academia de San Fernando y la Dirección General de Bellas Artes pidieron al Gobierno su conservación y consiguieron que en 1977 fuese declarado edificio histórico—artístico. Cinco años después se decidió convertir el viejo edificio del Hospital General en un centro de arte moderno: el Museo Reina Sofía.
Momias religiosas
Durante las obras de acondicionamiento se produjo toda una serie de macabros hallazgos, entre los que se encontraban restos de esqueletos, calaveras o cadáveres de niños. En 1990, mientras se llevaba a cabo una segunda remodelación, aparecieron tres monjas momificadas enterradas en la antigua capilla del hospital, una zona que hoy día se utiliza como sótano y en la que algunos trabajadores del museo aseguran que se producen la mayor parte de actividades paranormales. De hecho, las tres momias permanecen enterradas bajo la puerta principal del Museo tras el permiso de la Archidiócesis.
Pese a la rehabilitación del edificio, la pinacoteca madrileña era escenario de todo tipo de extraños sucesos. Una situación que estudió el Grupo Hepta, un equipo de investigadores y especialistas fundado por el sacerdote José María Pilón. Acudieron por primera vez al Museo en 1992, cuando María de Corral era la directora del Reina Sofía, y fueron testigos de fenómenos inexplicables como que los ascensores se pusiesen en marcha por sí solos durante las noches.
Los hechos empezaron a sucederse meses después del traslado del Guernica ese mismo año. Un cambio de lugar que resultó muy polémico puesto que numerosos expertos consideraban que el Reina Sofía no era el sitio más idóneo para la obra de Picasso y que se encontraba mejor en su anterior ubicación, el Casón del Buen Retiro. Por este motivo, hay investigadores que aseguran que los hechos paranormales están protagonizados por el fantasma de Pablo Picasso, enfadado por el traslado de su cuadro a un hospital convertido en museo.
Las teorías no acaban ahí. Una médium afirmó que el espíritu existía y que se trataba de un sacerdote que murió torturado durante la Guerra Civil en una zona del hospital que habría sido utilizada en esta época como cárcel y centro de tortura.
Ataúlfo responde a la llamada
Sin embargo, la cosa fue a más. Y es que según cuenta el periodista y cronista oficial de Madrid Ángel del Río en su libro «Duendes, fantasmas y casas encantadas de Madrid», algunos vigilantes nocturnos se tomaron a broma la cuestión del fantasma en el museo y decidieron llamarle a través de una ouija. Apareció un espíritu al que atribuyeron el nombre de Ataúlfo, quien hizo una trágica previsión a uno de los trabajadores presentes: «Dentro de unos días vas a tener una gran desgracia. Prepárate». Días después un familiar muy cercano del vigilante fallecía en un accidente de tráfico, tal y como documenta el libro. Para algunos no fue más que una cruel coincidencia, pero otros llegaron a sentir miedo y pidieron el traslado de puesto de trabajo.
Un antiguo vigilante del Reina Sofía denunció estos sucesos paranormales en octubre de 1997 ante la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. El extrabajador del Museo pidió la baja por la depresión que le habrían ocasionado las supuestas apariciones del fantasma y reclamó a la Consejería que realizase un exorcismo en la pinacoteca para acabar con el espíritu.
Una broma
Además, el denunciante aseguró que por culpa de este fantasma había enfermado, sufría nerviosismo, sudores y mareos. Unos síntomas que, según afirmó en su escrito, desaparecieron nada más ser trasladado, motivo por el que reclamó que sus problemas fuesen considerados enfermedad laboral.
El director del Reina Sofía en esa fecha, José Guirao, simplemente indicó que «lo de Ataúlfo es una vieja broma que alguien se ha tomado en serio». Por su parte, Medio Ambiente cerraba su particular expediente X con un breve mensaje: «En virtud del Estatuto de Autonomía, la Consejería carece de competencias en fenómenos paranormales».
En los últimos años no se ha vuelto a saber nada sobre estos extraños sucesos, no se sabe si porque los espíritus nunca existieron, porque ya descansan en paz o porque a los miembros del Museo no les interesa sacarlos a la luz. Unos se ríen ante la posibilidad de que un fantasma ronde el edificio, otros simplemente niegan saber nada al respecto. En cualquier caso, si visitas el Reina Sofía presta atención, es posible que alguna aparición vigile tus pasos.
Fuente: http://www.abc.es/ – Raúl Martín