MIÉRCOLES DE CENIZA Y EL CÁLIZ DE SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

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Hoy, miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma, que es (mejor, era) etapa penitencial para los católicos. Y hoy, precisamente, es día de ayuno y abstinencia; sacrificios «de estómago» que nadie cumple.

Y como de días penitenciales se trata vamos a recordar una historieta acaecida, en la primera mitad del siglo XIX en un pequeño pueblecito peruano de la provincia de Huamalíes.

Visitando esa localidad un eminente e ilustrado sacerdote dio con el párroco, hombre humilde, para quien todos los días del año eran cuaresma.

Tal era su pobreza de obligados ayuno y abstinencia.

Sin embargo el buen párroco presumía de celebrar su misa con la mejor «prenda de santidad que nadie pudiera imaginar».

Le pidió el ilustrado presbítero celebrar allí su misa (eran días de cuaresma); se revistió con unos ornamentos viejísimos y deteriorados y en el momento de la consagración, al elevar un humildísimo cáliz, vio que en su base traía esta inscripción: «Soy del Doctor Don Toribio Alfonso de Mogrovejo. Granada. Año de 1572».

Santo Toribio de Mogrovejo (Mayorga-León 1538 – Zaña,Perú, 1606), hijo de familia noble castellano-leonesa, fue estudiante en Valladolid y Salamanca.

Ordenado sacerdote en Granada, obispo en Sevilla (1579), y designado arzobispo en Lima (Perú) en 1581; diócesis donde desarrolló una intensa y fructífera labor pastoral y social. Falleció una tarde de Jueves Santo el 23 de marzo de 1606.

Fue canonizado por Benedicto XIII el 10 de diciembre de 1726.

Mogrovejo es pueblo de la montaña nororiental leonesa, abundoso de truchas que regala el Cea, y de cocina muy tradicional y sustanciosa.

Así preparan allí las truchas (hoy, de piscifactoría; claro está): Ya evisceradas y limpias, frién las truchas en aceite; casi al finalizar la fritura se agregan ajo y perejil muy picaditos, un chorro de vino blanco, y un poco de zumo de limón. Da unos hervo res y se sirve de inmediato.

¡Oiga!, me dirán ustedes, ¿y dónde está actualmente ese cáliz de Santo Toribio?

Pues «actualmente», no lo sé. Sí sé que en 1932 era propiedad del arzobispo de Berito y obispo de Huánuco, en Perú.

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