CRÓNICA DE UN VIAJE POR EL RÍO DE LA PLATA: ARGENTINA Y URUGUAY

POR ALEJANDRO GARCÍA GALÁN, CRONISTA OFICIAL DE PEÑALSORDO (BADAJOZ)

Recientemente, un grupo de compañeros formado por 40 miembros de FEPET (Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo), nos dábamos cita en la T4 del madrileño aeropuerto Adolfo Suárez con el fin de tomar un avión de Iberia que nos trasladase hasta Buenos Aires. Entre los pasajeros que tomábamos el vuelo, nos encontrábamos los extremeños Antonio Bueno y Encarna; Diego Caballo y Mari Carmen; Juan Pedro y Guadalupe; Antonio Mena e Isabel; José Manuel Rastrollo y el autor de estas líneas, perteneciendo los varones a la regional de APETEX (Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo de Extremadura), acompañados los cuatro primeros por sus respectivas esposas. Tras los trámites legales en el aeropuerto y realizado el embarque, el comandante nos dio la bienvenida e instrucciones para el despegue y posterior vuelo. Tras un apacible trayecto de unas 12 horas, aterrizamos entre luces naturales y eléctricas en el grandioso aeropuerto porteño de Ezeiza. A continuación, un ómnibus nos trasladaría hasta el centro de Buenos Aires donde se encontraba el hotel, en la Av. Cerrito, junto al reconocido obelisco de la ciudad, dedicado, como muchos saben, a los padres de la patria argentina -los fundadores de Bs. As., Pedro de Mendoza (primer fundador, 1536) y Juan de Garay (segundo fundador, 1580), -más el patricio nacional Avellaneda- obelisco ubicado junto a la muy famosa Av. Corrientes. Algunos compañeros de viaje, después hicimos un breve recorrido por los aledaños del hotel Obelisco, que así se llamaba el hotel de alojamiento, y regresamos para dormir tras el cansancio acumulado durante el viaje.

Breves anotaciones geográficas del Río de la Plata

Digamos de entrada que el Río de la Plata lo forma el mayor estuario de agua dulce del mundo y que este inmenso caudal está conformado por el río Paraná, que recibe a su vez, entre otros, al Iguazú y Paraguay, y este caudal se alimenta de otros también abundantes ríos como el Pilcomayo y el Bermejo. Todos, guiados por un gran brazo fluvial van a desaguar juntos con otro gran río, el Uruguay, abastecido por caudalosos afluentes, y abrazados entre sí, lo hacen en la desembocadura formando el denominado Río de la Plata, que separa la República Argentina del país que no tiene nombre: República Oriental del Uruguay. Argentina, país con tierras opulentas, como lo es asimismo Uruguay, divide su territorio en provincias, mientras sus vecinos del lado oriental lo hacen en departamentos. Así, una de las provincias argentinas es la de Buenos Aires; y ésta, a su vez, es la capital de la República, pero la capitalidad de la provincia de Buenos Aires no es esta población, sino la ciudad de La Plata. En la misma provincia de Buenos Aires, cuyos habitantes se llaman bonaerenses, no así los de la capital argentina, que se conocen como porteños -al igual que los habitantes de Montevideo-, se encuentra la ciudad balnearia por antonomasia, Mar del Plata, que no incluimos en la visita, aunque sí lo hicimos con su capital provincial, con apenas cien años de antigüedad: La Plata, adornada con una magnífica catedral neogótica y un bien representado y completo Museo etnográfico.

Visita a una típica hacienda argentina: “Estancia de Don Silvino”

Al siguiente día de nuestra llegada, tras el desayuno en el hotel, salíamos hacia una hacienda, la de Don Silvino. Aquí nos esperaban varios caballos de montar , que algunos aprovechamos para cabalgar, dando un paseo por la finca. Sin duda eran animales bastante dóciles. Yo recuerdo haber montado a caballo, mejor dicho yegua, siendo muy niño; la tenía mi padre en la finca donde residíamos. El equino que me tocó, aún siendo manso, lo sentía nervioso, pues estos animales “presienten” la situación anímica de sus jinetes, y en mí debió observar algo de preocupación. Algunos compañeros disfrutaban paseando en una diligencia por el recinto. Visitamos asimismo una pulpería (cantina) para regocijo de nuestras gargantas y un poco más tarde nos acercamos hasta un amplio salón-restaurante para comer. Aquí nos mezclamos con turistas venidos de Francia, Bulgaria, Costa Rica, México, Chile, Perú, Colombia, Estados Unidos, Corea del Sur, Australia, la misma Argentina y España -según declaraciones de los propios asistentes-, nuestro grupo, sin duda, era el más numeroso. Amenizó el evento un conjunto folclórico del país, con sus bailes y músicas propios, sin faltar el tango y la chacarera. A los postres nos entretuvieron dos habilidosos gauchos con sus respectivas voladoras y cuerdas “enganchándonos” a los presentes con un espectacular “show” mientras cortaban un cigarrillo apagado con gran precisión que tenía en su boca nuestro presidente de FEPET, Mariano Palacín, quien antes había salido al escenario “castigado” por dos gauchos del escenario por “atreverse” a llamar a sus voladoras pelotitas. Finalmente otros gauchos nos deleitarían, ya en el campo, con pintorescas carreras de caballos, entre ellas un juego novedoso para quien esto redacta: se trataba de introducir en veloz carrera sobre el caballo una vara de madera a través de una argolla y conseguir por este motivo novia el más avezado de todos aunque la dama estuviese ya comprometida. Esta actividad lucrativa, nos informaron, tenía sus orígenes en el pueblo extremeño de Madroñera. Concluimos la jornada regresando al hotel bonaerense y, tras cárnica cena en un restaurante, esquina a la Avenida Corrientes y una fugaz visita a esta famosa calle tanguera, marchamos a descansar.

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Plaza de Mayo o de las Madres de la plaza de Mayo y Casa Rosada

La mayoría de compañeros optamos al siguiente día por una visita concienzuda hasta la famosa Plaza de las Madres de Mayo.

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Al llegar a la misma, muchos optamos por visitar la catedral primada argentina donde pudimos contemplar la tumba del emancipador general José de San Martín, a quien dan guardia militar permanente soldados argentinos. A continuación muchos estuvimos en la Casa Rosada, sede del Ejecutivo del país con innumerables recuerdos de la Patria.

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Al salir de la misma llamó mi atención el derribo de la escultura erigida en su momento al descubridor del continente americano, Cristóbal Colón, acto llevado a cabo en los actuales tiempos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Por la tarde el grupo se dispersó y algunos optamos por acercarnos hasta La Recoleta, el cementerio más popular de Buenos Aires, junto con La Chacarita. El nombre lo toma de los recoletos franciscanos que estuvieron aquí desde 1732 en un convento alzado en honor de Nuestra Señora del Pilar, y cuya primitiva iglesia y algunos aledaños permanecen aún en pie, si bien, con el tiempo, parte de dicho convento se transformaría en el célebre cementerio, ocupado hoy día por espléndidos mausoleos de gente acaudalada porteña. Entre estos maravillosos templitos funerarios, el de la familia de los Duarte, y entre ellos, el cuerpo de la que fuese primera esposa de Juan Domingo Perón, doña Eva Duarte de Perón. Algo que llamaría nuestra atención, fueron los féretros al descubierto en el interior del panteón al aire libre bajo el tejadillo del mausoleo a la vista de los transeúntes.

/Pequeño Parón. Aquí desearía hacer un breve alto en esta croniquilla porteña para retrotraerme a mis años adolescentes, recordando con perfección mi estancia en el internado del colegio Corazón de María de Don Benito, hoy Claret. Viene a mi memoria, un día de domingo otoñal, saliendo a pasear desde el cenobio, me acerqué hasta el kiosco de la plaza principal de la ciudad y compré un ejemplar del diario YA. Recuerdo tras tantos años transcurridos, haberlo leído con fruición, especialmente un apartado gráfico dedicado a la Argentina y especialmente a su capital, Buenos Aires. Desde entonces, eran los comienzos de la década de los sesenta, me “enamoré” de ambos ámbitos geográficos: capital y país. Leía entonces, y aún conservo en la memoria, cómo Argentina con sus casi 3 millones de Km2 albergaba alrededor de 25 millones de almas, de las cuales, 12 residían en la capital federal y el resto en las provincias. Con los mismos Km2, hoy tiene unos 47 millones de personas de las cuales también casi la mitad habitan el gran Buenos Aires y sus alrededores. Añadir por lo demás, que entonces un grupo de amigos del pueblo donde nací, sin duda influenciados por mí, formamos una pequeña asociación, conociéndonos como “Los Tangófilos”, en honor al tipo de música porteña tan popular entonces como ahora que oíamos en la radio, y optamos por un saludo muy especial de manos y brazos cruzados/.

Retomo la crónica temporal para añadir que aquella noche, tras la visita a La Recoleta, estuvimos en una cena-espectáculo de tangos y milongas en el “Tango Porteño”, un espacio dedicado a la música y baile del lugar. Durante la actuación de artistas de primer orden, pudimos escuchar tangos de aquella nuestra adolescencia como otros de raíz moderna; todos mezclados con danzas de auténtica actualidad.

Visita a la ciudad de La Plata

Hemos señalado anteriormente que la extensa provincia de Buenos Aires tiene su capital en la ciudad de La Plata, no lejos de la capital federal, a una hora de distancia en ómnibus. Pues hasta aquí nos desplazamos al día siguiente, ciudad capitalina de alrededor de 650.000 habitantes en la actualidad y ciudad netamente universitaria. Se fundó La Plata (1882) en la vieja tradición colonial española con dos casi perfectas diagonales, una Plaza central y la Catedral en un lado, y enfrente el Palacio Municipal (Intendencia) o Ayuntamiento. Recibió a nuestro grupo como guía, Betania, Secretaria de Turismo provincial bonaerense. La primera visita fue para contemplar la hermosísima y única catedral neogótica (1884-1932), de ladrillo rojo visto en su voluminoso y elegante exterior. Las dos elevadísimas torres laterales de 112 m. se concluyeron en 1999 y con ellas prácticamente la misma catedral; su interior está revestido de piedra; es asimismo deseo de las autoridades en el futuro de revestir el exterior también con piedra. Faltan aún varios vitrales como dicen allí o vidrieras que diríamos nosotros. Se inaugura su edificación parcialmente en 1932 y se la conoce bajo la advocación mariana de Inmaculada Concepción. Otro edificio emblemático, próximo asimismo a la plaza se eleva un relevante Museo de Arte y Memoria, que haría nuestras delicias al contemplar, entre otras, sus amplias salas de antropología, especies animales y geología.

En la misma ciudad, nuestra siguiente visita sería alcanzar el Estadio Ciudad de La Plata, imponente y novedoso campo polideportivo, el más moderno de toda Sudamérica, conocido como Estadio Único, donde alternan los dos equipos de fútbol de la primera liga argentina, el Estudiantes de La Plata y el Gimnasia y Esgrima -que dieron grandes talentos futbolísticos esparcidos por el mundo-, además de otras múltiples actividades que aquí mismo se desarrollan.

A continuación fuimos a comer al Centro Cultural conocido como Islas Malvinas ubicado en la Plaza de las Islas Malvinas Argentinas y en cuyo exterior pueden leerse los nombres de los soldados conscriptos que dieron su vida por la Patria en la guerra anglo-argentina de 1982. La comida fue aceptable y varios compañeros aprovechamos la estancia en este local de un cantautor local, “El Pampa Azuleño”, para comprarle alguno de sus CDs, con composiciones abundantes de milongas. Tras esta comida regresaríamos a nuestro destino en Buenos Aires, mientras contemplábamos tierras y más tierras planísimas con una magnífica y exuberante vegetación.

Al llegar a Buenos Aires, muchos de los compañeros aprovecharíamos la tarde para acercarnos de nuevo por los alrededores de La Recoleta. El matrimonio paisano Diego y Mari Carmen y el autor de esta Crónica aprovechamos para visitar el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires. Notable edificio con un muestrario de buenas obras pictóricas mundiales., formado por donaciones de patriotas argentinos. Con la calidad de la pintura francesa e italiana, nos encontramos con algún “Goya” y “El Greco”, y más próximos a nosotros había un buen “Romero de Torres”, un magnífico “Sorolla” y tres excelentes “Zuloagas”.

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Encuentro en el Teatro Colón (1882-1908)

Para los españoles de mi generación, el Teatro Colón de Buenos Aires es un lugar de culto conocido gracias a los “mass media” del momento, pues muchos de nuestros artistas y dramaturgos españoles actuaron en el mismo, y después distintos medios de comunicación hispanos se hacían eco de sus éxitos escénicos. El Teatro Colón está situado a escasos pasos del hotel Obelisco que ocupábamos; de ahí que tras desayunar nos acercamos hasta el mismo sirviéndonos un guía del propio teatro para presentárnoslo con gran conocimiento pedagógico. Se trata el Colón de una auténtica joya arquitectónica.

Por el eficiente guía, gran actor por otro lado, supimos que el edificio se construyó a imitación y materiales de modelos franceses, italianos y alemanes. Incluso nuestros vecinos portugueses contribuyeron con sus famosos mármoles de Villaviciosa para estar allí presentes. Nada había de España, salvo algunas arañas de su interior salidas de la mano del catalán Pallarols. Por aquí pasaron los más grandes artistas del mundo de la dramaturgia y de la ópera; entre éstos, nuestros Plácido Domingo (3 veces) o José Carreras (6 veces), o el italiano universal Luciano Pavarotti (1 vez) y que estuvo poco afortunado al señalar que “éste es el peor público del mundo”. Sí es cierto que se trata de un público muy versado y por tanto muy exigente. Posee este “templo de la representación” 2.700 lugares (que no son asientos, sino espacios, donde se puede estar también de pie), con un foso orquestal de 80 lugares, que así llaman aquí a las plazas. Sin duda, es una de las joyas arquitectónicas universales de hoy día. Como anécdota señalar asimismo que durante nuestra estancia en Buenos Aires se estaba representando “Madama Butterfly” del músico italiano Giacomo Puccini.

Recorrido a pie y en bus por Buenos Aires

En ómnibus recorreríamos parte de la ciudad, acompañados de la guía oficial, Viviana. Salimos desde el hotel, junto al mencionado obelisco (elevado en 1936), que recoge, entre otros, como hemos apuntado con anterioridad, las dos fundaciones de Buenos Aires, respetándose en ambos casos el nombre primitivo. En sus orígenes, la población se llamó Santísima Trinidad y el puerto de la misma, Los Buenos Aires, para abarcar más tarde todo su conjunto el nombre actual. Quiero indicar que Nuestra Señora del Buen Aire o de los Buenos Aires era asimismo una advocación mariana muy común en el siglo XVI en varios puntos de Andalucía, y por tanto, es fácil señalar que haya alguna relación entre ambos nombres. La Plaza Mayor, hoy Plaza de Mayo, fue el origen de la revolución de independencia argentina, acontecimiento que sucede en 1810, consiguiéndose la emancipación total en 1816. Al suceder este acontecimiento un 9 de Julio, hoy una de las grandes avenidas porteñas lleva este nombre oficial: Av. del 9 de Julio. En el lugar donde se ubica actualmente la Casa Rosada, en un principio existió un Fuerte de los españoles. Cerca de estas Plaza y Casa Rosada se encuentra el popular Barrio de San Telmo. Aquí parece que nació el tango, en los bajos fondos prostibulares, bailado en sus comienzos por hombres entre sí, solamente. Pasamos asimismo por Puerto Madero, antiguo puerto de Buenos Aires, hoy muy recuperado de su decadencia anterior; por la Usina de las Artes, un lugar recuperado para la cultura en general; y llegamos hasta uno de los mayores símbolos porteños, el Barrio de Boca, con su tipismo clásico, antiguo, pobre, lleno de casas bajas pintadas de vivos colores y actuaciones tangueras al aire libre por muchos de los habitantes de aquellas retorcidas y estrechas calles. Fuimos asimismo testigos del exterior de la famosa Bombonera, campo del glorioso Club Atlético Boca Juniors. Y entre los locales tan populares de Boca, el dedicado a Piazzola Tango.

De regreso al hotel, y antes de darnos cita en el restaurante Arturito en la Av. Corrientes, aún pude pasar por un par de repletas librerías donde me gasté algunos pesos por la compra, entre otras gollerías, de cuatro libros de autores argentinos -que no serían los únicos- : Una “Antología poética” de Alfonsina Storni, con la sorpresa posterior de ver que se trataba de una edición barcelonesa; “El Martín Fierro y La Vuelta de Martín Fierro”, de José Hernández, el más famoso poeta argentino de todos los tiempos; y dos autores más, poco populares, al menos por el gran público español: “Persuasión de los días. En la Masmédula”, de Oliverio Girondo, con dirección y selección del gran Ernesto Sábato, ambos textos de poesía; y un libro de cuentos, “Aguasfuertes porteñas” de Roberto Arlt. Me hice asimismo con un interesante mapa de la Argentina para más tarde acercarme hasta el restaurante Arturito, donde en camaradería degustamos la comida porteña, donde ya se sabe, la carne no falta jamás y que serviría por otro lado ya de despedida.

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Adiós a la República Argentina y llegada a Uruguay a través de un Catamarán por aguas del Río de la Plata

A la mañana siguiente, después de copioso desayuno en el hotel habitual, tomamos el bus que nos llevaría hasta el puerto fluvial de El Tigre. Tras los habituales trámites aduaneros, dejamos la margen derecha del Río de la Plata para en un amplio recorrido longitudinal de más de tres horas en catamarán decir adiós a la República Argentina y presentarnos al otro lado del mismo río, en la localidad uruguaya de Puerto Carmelo. Desembarcados en su muelle fluvial tomamos un autobús que nos conduciría por un amplísimo territorio ondulado de pastos sin apenas divisar alguna perdida vivienda o pequeño municipio, prácticamente hasta la llegada a la capital del país, Montevideo. Por el contrario, se veían amplias estancias cercadas donde abundaba ganadería de vacas, ovejas y caballos. Circulábamos sobre una carretera asfaltada escasísima de tráfico y bastante estrecha, apenas si pudimos contemplar una pulpería donde poder abastecernos de un mínimo de alimentos para hacer frente a las necesidades más perentorias. Escasos eran asimismo los carteles donde se señalaban los Km. que nos separaban aún de la capital del Estado. Llamaría asimismo mi atención ciertos términos propios del paisaje uruguayo como la chacra, una unidad de medida propia del lugar, o los guinchos, manojos de paja preparados para la cubierta de los tejados de ciertas viviendas. Por fin, tras largo recorrido divisamos casi de inmediato el caserío de las afueras del gran Montevideo, con casas paupérrimas y el monumento al general San Martín, héroe de la independencia del antiguo Virreinato del Río de la Plata, y por fin llegamos hasta un céntrico hotel que nos alojaría durante nuestra estancia uruguaya, de nombre francés, Lafayette.

Nuestro Congreso internacional de FEPET

Por la tarde-noche celebramos el Congreso en el Centro de Eventos del Ministerio de Turismo donde nos acompañarían relevantes personalidades del mundo del turismo uruguayo, correspondientes a CIPETUR (Círculo de Periodistas de Turismo de Uruguay). Allí se nos recordó, entre otras cosas, cómo Uruguay se mantiene desde hace ya muchas décadas con una población de alrededor de tres millones trescientos mil habitantes, de los cuales un millón trescientos mil se ubican en la capital, Montevideo, siendo los turistas allegados más numerosos los de sus vecinos argentinos y brasileños. Sería novedoso asimismo saber que en todo Uruguay apenas si hay ferrocarril en un territorio muy propicio por sus inmensas llanuras ligeramente onduladas, que abarca unos 176.000 Km.2. También llamaría nuestra atención el conocer que la droga se puede adquirir en las distintas farmacias del país para consumo personal, si bien está prohibida la comercialización de la misma. Por otro lado supimos que Uruguay fue el primer país latinoamericano que hizo valer la separación entre la Iglesia y el Estado. Dos de nuestros compañeros intervinieron en la presentación de ponencias en el congreso. Por un lado, la economista y profesora de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, Laura Pastor, ofreciéndonos una muy documentada exposición sobre la “Fiscalidad turística del Uruguay en el impacto internacional”; y por otro lado el compañero canario Mario Hernández, dada la relación existente desde los comienzos de la conquista del Uruguay con Canarias, con la participación desde el principio del canario y explorador Juan Díaz de Solís, exponiendo una muy amena y asimismo documentadísima descripción que hay entre la relación culinaria desde siglos atrás de las cocinas canarias y uruguayas. A su vez, por parte de compañeros uruguayos y por el propio Mario, supimos que la ciudad de Montevideo fue fundada asimismo por canarios, también llevaron hasta allí la vid y por ende el vino. Y cómo se indicó igualmente en el coloquio, aún no con mucha convención –pues el tema no está claro- que la palabra guanche dio lugar a gaucho; y que el mundo gaucho se extiende, como es verdad, también por Argentina, Paraguay y Brasil; que el gofio, alimento canario por antonomasia, se comparte con Uruguay; y que los caballos (importados en el siglo XVII) posteriormente se transformarían en caballos cimarrones; que los primitivos habitantes del Uruguay, cosa que es harto conocida, eran los charrúas, que más tarde desaparecieron, y que hoy día Uruguay es el único país americano que no tiene indígenas propios; el país carece de selvas y montañas en un territorio donde -la montaña más alta apenas si alcanza los 514 m.; la lluvia es abundante durante todo el año, unos 1200 mm. cúbicos bien distribuidos- la vegetación se compone principalmente de pastizales, yerba que se corta y transporta hasta las grandes estancias para el alimento del abundantísimo ganado existente. Otra curiosidad para este viajero es que en Uruguay apenas si existen coníferas.

Visitas a Piriápolis y Punta del Este

Al siguiente día participaríamos en un amplísimo recorrido, tal vez en una de las más fructíferas y gratificantes jornadas de nuestra estancia rioplatense. Sería muy reconfortante. Recorrimos la costa uruguaya desde la capital del país hasta Punta del Este, la capital del departamento de Maldonado. Todo este litoral está cubierto de magníficas playas, que se aprovechan, aparte de los baños, para el juego del balón, especialmente el fútbol; de ahí que se produzcan en las mismas, excelentes futbolistas, expandidos por todos los continentes. Observamos que desde Montevideo hasta Colonia del Sacramento, frente a la costa argentina, las playas son relativamente pequeñas; mientras que desde la capital estatal hasta el otro extremo del país, rayando con Brasil, esas playas se vuelven mucho más amplias y por ello todas muy concurridas. Salimos del hotel y pasamos por el muy popular barrio de Carrasco, tal vez el más noble de los barrios montevideanos, con su majestuoso hotel del mismo nombre de principios del siglo XX. En el trayecto que nos llevaría hasta Punta del Este atravesamos algunos de los 19 departamentos en que se divide Uruguay en la actualidad, siendo, precisamente el más pequeño de todos el de Montevideo. Otros departamentos atravesados fueron Canelones y Maldonado. Se nos volvió a recordar cómo en origen estos territorios fueron asimismo ocupados por canarios, por lo que existe en la actualidad una Comuna Canaria con este nombre, o lo que es una agrupación de poblaciones, que tienen su origen entre gente de origen isleño, como asimismo existen otras poblaciones con el mismo origen en un paisaje sumamente relajante. Llamó asimismo mi atención durante el viaje cómo desde el propio bus pudiésemos avistar alguna villa con su nombre en Euskara: “Gure Etxea” (nuestra casa). Por fin, llegamos hasta la Rambla de Piriápolis, un inmenso territorio ganado al mar por Francisco Piria a principios del siglo XX, tras la compra de un terreno abandonado, con mucha intuición comercial por parte de este prohombre del lugar al posible turismo argentino, dada la posición geográfica de ambos países, y por ello Piria adecentará el territorio con múltiples comodidades, entre otras con un magnífico y modernísimo Argentino Hotel, donde se ubica asimismo la ciudad del mismo nombre. Fue este personaje montevideano de origen italiano un hombre avanzado para su tiempo, que hizo una extraordinaria labor en Uruguay, especialmente en este territorio de Piriápolis (Ciudad de Piria), aunque él hubiese deseado darle el nombre de Heliópolis (Ciudad del Sol) la ciudad que fundó con miras al turismo, pero la gente comenzó por conocerla con el de Piriápolis, posiblemente en agradecimiento. En los alrededores de esta población se encuentran una serie de cerros que los españoles dieron en llamar Pan de Azúcar en tiempos de la conquista. El tema apuntado de Piria sucedía en 1930, aprovechando que no existían puertos naturales entre Montevideo y Punta del Este; por eso se lanza a esta apasionante aventura.

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Tras una comida deliciosa y abundante que nos sirvieron en el complejo-hotel Conrad, tuvimos tiempo libre para pasear por la ciudad turística por antonomasia del Uruguay, que es Punta del Este, a fin de comprar regalos y visitar comercios y librerías; a continuación marcharnos a Punta Ballena donde viviríamos uno de los momentos más emotivos de todo nuestro recorrido. Sería la visita a CASAPUEBLO. Se trataba de un recorrido por la que había sido la Casa-Taller-Museo de un relevante escritor, escultor, y sobre todo pintor, Carlos Páez Vilaró, transformada en original “Arte y Aventura” de aproximadamente una chacra, medida de tierra de unas 5 Ha., donde se guarda todo el saber artístico de este hombre singular uruguayo, muerto hace poco más de un año, a los 90 de edad. Ubicado sobre un promontorio, Punta Ballena; en el Museo se guardan cantidad de recuerdos muy queridos por el propio Páez Vilaró: libros, fotografías compartidas con vivencias de ilustres personajes mundiales, especialmente de la pintura de su época, la cerámica, escritos…, que el autor donó a su país, Uruguay, y a su ciudad natal, Punta del Este. Entre tantas fotografías con Picasso y otros muchos personajes mundiales de los cinco continentes, llamó nuestra atención las referidas al avión que se estrelló en los Andes en 1972, con un equipo deportivo uruguayo entre sus pasajeros, donde murieron varios deportistas en el que viajaba un hijo del propio Carlos Páez Vilaró que se encontraba entre los que se salvaron milagrosamente. Como se recordará algunos sobrevivientes tuvieron que recurrir a la antropofagia para sobrevivir.

La puesta del sol en el Océano sería uno de los acontecimientos más hermosos y recordados que hayamos vivido jamás. Entre un nutrido grupo de turistas sentados en una magnífica terraza de la Casa-Museo con el sol ocultándose, comenzó por recrearnos el propio Carlos Páez, recitando con voz grave y pausada un poema de él mismo titulado “Ceremonia del Sol-CasaPueblo”, acompañado con la música celestial del “Concierto de Aranjuez” del español Maestro Rodrigo. El público presente, expectante, tras 10 minutos de audición, prorrumpió al final con una sonora ovación ante tan sublime ceremonia. (Me permito recomendar al lector sensible o curioso entre en Internet y busque: “Ceremonia del Sol-CasaPueblo. Carlos Páez Vilaró. Punta del Este. Uruguay”). Sin duda, quedará compensado por tanta belleza audiovisual.

Terminada la visita en CasaPueblo, emprendimos el regreso en nuestro bus hasta Montevideo. El guía nos fue instruyendo acerca de los movimientos musicales uruguayos, así como de sus orígenes. Aparte de músicas folclóricas autóctonas, con Alfredo Zitarrosa, quizás el más destacado cantautor, será el tango compartido con Argentina, tal vez el más popular de todas las manifestaciones musicales uruguayas. Si dejamos a un lado la disputa que tienen entablada con los argentinos y los franceses por los orígenes y vivencias del gran Carlos Gardel, debemos reseñalar que uno de los más hermosos y reconocidos tangos de todos los tiempos, “La Cumparsita”, es obra de un autor uruguayo, Julio Sosa. Otras manifestaciones folclóricas son los carnavales, que siempre fueron un espacio abierto a la creatividad, donde los nativos daban rienda a sentimientos muy deseados que eran manifestados a través del canto y el baile; así fueron apareciendo registros hoy tan populares como candombes, llamadas, comparsas o murgas. Todo un espectáculo en una jornada memorable para quien esto firma.

Visita personal y voluntaria a Montevideo

Aprovechamos este último día con bastante libertad, para que cada uno realizase lo que se le ocurriese en libremente. Tras el acostumbrado desayuno, algunos miembros más afines tuvimos a bien acercarnos hasta el Palacio Legislativo del Uruguay, de estilo clásico florentino tardío. Llamó asimismo mi atención algunos grupos escultóricos de los alrededores de este Palacio por su genial movimiento. Se encuentra abundante obra parecida por toda la ciudad. Se debe a la mano de un autor italo-uruguayo, Giannino Castiglioni, nacido en Milán (Italia) en 1923, aunque llegado de corta edad a Montevideo. Más tarde algunos compañeros optamos por acercarnos hasta el Puerto. Allí comimos en uno de esos restaurantes dedicado a los turistas; yo, por aquello de que estaba en la costa, pedí marisco, aunque sin duda pudo ser mejorable. Terminado el almuerzo, cada uno marchó por un camino diferente de la ciudad. Yo me dirigí hasta la parte vieja de la misma, pasando por el propio puerto para alcanzar más tarde la plaza Matriz, donde se encontraba la catedral primada del Uruguay. Después de contemplar el exterior e interior de esta catedral, bastante sencilla y sin mucha ornamentación, salvo un par de monumentales mausoleos de mejorable hechura, si bien de no muy buen gusto, dedicados a los primeros prelados que gobernaron estas tierras, con elevados cantos retóricos, salí del edificio, por lo demás una construcción del siglo XVIII. Seguí callejeando en primer lugar por una especie de rastrillo en los aledaños catedralicios para más tarde adentrarme en otra plaza, ésta “de la Independencia”. Se trataba de un recinto de gran solera, que preside el monumento al prócer independentista general Artigas a caballo. Pero lo que realmente llamaría mi atención fue el singular y bellísimo edificio Salbó, un elegantísimo rascacielos, símbolo de Montevideo, que fue el más alto edificio de toda Sudamérica cuando se construyó, allá por 1925. Hoy está dedicado a apartamentos de lujo y en algún momento se trató asimismo de un lujoso hotel. En la misma plaza de la Independencia se alza el Palacio Residencial de Presidencia del Gobierno, pero que, como bien es sabido, el anterior presidente, José Mujica, rehuyó de él para permanecer entre las cuatro paredes que ocupó siempre, su habitual residencia de siempre, espacio no pobre, pero sí austero, como él mismo señalaba. En la misma plaza me encontré con una chica relativamente joven con la que entablé el hilo de la conversación y a quien pregunté por los nombres que tenía delante de mí. Más tarde me señalaría que tenía antepasados asturianos, al manifestarle yo que era español, y que su nombre, me dijo, era Carmen García, dedicándose a la enseñanza pues era maestra. Dijo asimismo que tenía mucho interés por viajar a España, concretamente a Asturias y Andalucía, y que su abuela le hablaba con frecuencia de las casas asturianas hechas de piedra; de ahí su interés por verlas. Por el momento, debido a su trabajo, no podía viajar, concluyó.

En uno de los extremos de la plaza contemplé una lápida de mármol que llamó mi atención y hasta allí me acerqué para conocer de qué se trataba. Leí SARANDI; y aquí me encontré parte de la historia uruguaya del pasado: “Arroyo (el Sarandi) del Departamento de Florida, afluente del río Yi, en cuyas inmediaciones se libró la batalla que se recuerda con este nombre, el 12 de octubre de 1825. La lucha se entabló entre las fuerzas imperiales del Brasil y las orientales al mando de Juan Antonio Lavalleja. Este memorable triunfo de la Cruzada Libertadora, contó además, y entre tantos otros, con los oficiales Manuel e Ignacio Oribe, Fructuoso Rivera, Andrés Latorre, Bernabé Rivera, Laguna, Zufriateguy, Olivera, Freire y del Pino”. A esta noticia, como complemento añadamos que el territorio uruguayo pertenecía al virreinato de la Plata hasta la independencia de España en 1810, con los primeros movimientos de emancipación; para confirmarse definitiva en 1816. La provincia oriental se conformaba junto a la Argentina y el Paraguay, conocido bajo el nombre de Provincias Unidas; siendo el primero que consigue su independencia total Paraguay; la Provincia Oriental del Uruguay es arrebatada a las nuevas autoridades criollas por Portugal y más tarde por el imperio del Brasil. Se considera que los uruguayos consiguen su independencia definitiva de los brasileños en esta batalla de Sarandi, el 12 de octubre de 1825. Desde entonces Uruguay será un país totalmente libre sirviendo de contención entre dos colosos territoriales y económicos como son Argentina y Brasil, aunque la extensión uruguaya no es pequeña, 176.000 Km.2, en un territorio llano y fértil.

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Acto final nocherniego

Al final, terminaríamos en una cena de camaradería, reservándose para nosotros el espacio de un saloncito donde estaríamos sólo los compañeros llegados de España. Al final tomaría la palabra en primer lugar nuestro maestro Juglar, Apuleyo Soto, quien como es habitual en él en estas reuniones –pues también lo hace en los congresos que organizamos entre compañeros de la RAECO por toda España- consistente en recorrer con su acertada palabra a la manera juglaresca de la Edad Media, mencionando los acontecimientos acaecidos durante los días pasados, los hechos más destacados del viaje y los momentos importantes de convivencia entre los compañeros. Apuleyo eligió en esta ocasión dos temas que desarrolló con el gracejo y humor que le son propios y a los que a nosotros nos tiene acostumbrados: Eligió en esta ocasión única “No llores por mí, Argentina” y “Al Uruguay, guay, guay”. Concluida su actuación, tomó la palabra melodiosa y modulada otro compañero; en esta ocasión, como ya nos tiene también acostumbrados, Antonio Bueno, que nos ofreció una buena recolección de cantos y recitaciones, boleros fundamentalmente de países hispanoamericanos, con preferencia de mexicanos y rioplatenses. El maestro de ceremonias fue otro extremeño de pro, Juan Pedro Plaza, que con voz firme iría presentando a cuantos se ofrecieron a actuar, casi siempre a capela, con más o menos acierto entre los “artistas” presentes y voluntariosos delante del micrófono. Entre un jolgorio generalizado de los presentes, terminaría el ágape de cuantos compartimos este veterano Congreso Oficial de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo.

Más tarde, junto a otros 8 compañeros, nos acercamos al lugar donde había pasado muchos momentos de sus días escribiendo y leyendo el gran Mario Benedetti. Se trataba del Bar–Cafetería San Rafael, que así se llama, o también como subtítulo, Bar/ Restobar/ Café, de las dos formas se conoce, ubicado en el 1193 de la calle San José, y 1301 de la de Zelmark Michelini, ambas en semiesquina, y frente al Gran Teatro Metro. En uno de los vidrios de sus amplios ventanales se puede leer este poema del propio Benedetti: “De vez en cuando hay que hacer una pausa/ contemplarse a sí mismo/ sin fruición cotidiana/ examinar el pasado/ rubro por rubro/ etapa por etapa/ baldosa por baldosa/ y no llorarse las mentiras/ sino cantarse las verdades/. Se trata del poema “Pausa”, seleccionado de Poemas de otros (1974). Como curiosidad, por encima del Café aludido se encuentra la sede de Vertiente Artiguista del FRENTE AMPLIO, ganador en las últimas elecciones nacionales con Tabaré Sendic, sucesor en el mismo partido de José Mujica.

Recapacitación de un viaje a dos países hermanos

He de reconocer que tanto Argentina como Uruguay, no me han sorprendido de manera negativa; por el contrario, sin haber pisado jamás estas ciudades y tierras hermanas, parecía haberlas visto desde siempre, de haber pateado sus calles y enriquecerme con sus edificios y paseos. Pues tengo tantas cosas en común desde siempre con argentinos y uruguayos -también con otros países hispanos-, que creía estar pululando por cualquier ciudad española del sur. Igualmente por conocimiento desde muy joven me llamaron la atención todo lo relacionado con aquellos países, pues así me fui interesando pronto por su geografía primeramente, pero también por su historia y su cultura. Y había algo que me culminaba en pleno de emoción, su lengua, que era la mía propia, sin trabas con sus literaturas, su cinematografía, sus abundantísimas y melancólicas melodías, aunque sí, fuese la primera de ellas el tango. Por eso, como me sucediese un día en México, al pasear y viajar por Buenos Aires o Montevideo en estas fechas, me siento como si estuviera “en casa”: la gente, la lengua, los edificios…, todo me parecía connatural. Sí, son países además de grandes recursos económicos naturales; sus tierras son fértiles como pocas y podrían ser de gran productividad en otras circunstancias, que no vienen al caso, pues también hay agua abundante y por tanto, poseen una ganadería diversa y agricultura muy imoortantes. En estos campos ubérrimos han crecido desde años atrás en el tiempo, hombres y mujeres memorables en todos los ámbitos del conocimiento: la química, la lingüística, la literatura, la música folclórica -del interior y exterior-, más el tango porteño, el cine, el teatro, el fútbol (los dos países han conseguido ser repetidos campeones mundiales)…, hasta un papa nos ha dado Argentina, Francisco, el primero de América, hombre sencillo, bueno y querido por una mayoría de creyentes y no creyentes. Países que atesoran entre sus muchos hijos ilustres, personajes como Ana María Berrenechea, los hermanos Rosa María y Raimundo Lida de Malkiel -los tres lingüistas y medievalistas-, o escritores de ficción, como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, José Hernández, Julio Cortázar, Alfonsina Storni; el mundo genial y asombroso del teatro y el cine, que podríamos llenar con otros nombres ilustres; o Di Sfefano, Maradona y Messi -fútbol-; o esa pléyade de cantautores tan soberbios como valorados; ahí están para recordar a tantos: Atahualpa Yupanqui, Horacio Guarany, Alberto Cortez, Facundo Cabral -cantautor y estupendo pensador-, Mercedes Sosa, José Larralde, Jorge Cafrune, Cholo Aguirre, Ariel Ramírez con su Misa Criolla, Los Fronterizos y Los Chalchaleros, El Chaqueño Palavecino y La Radio Más Loca, y tantos otros que no podemos enumerar…, junto a los numerosos tanguistas, tan originales y universales, aún compartidos con los uruguayos; también, aunque intentemos ser breves, haremos mención a algunos escritores del otro lado del Río de la Plata: Zorrilla de San Martín, Juana de Ibarbourou, J. C. Onetti, E. Galeano, M. Benedetti o Carlos Páez Vilaró, por señalar tan sólo seis de estos últimos.

Regreso y llegada a Madrid

El 6 decembrino salíamos del hotel Lafayette en ruta hacia el aeropuerto montevideano de Carrasco, muy modernizado y de alta belleza. Tras una consiguiente espera en sus cómodas estancias, al fin subimos al avión de Iberia que nos esperaba para llevarnos hasta nuestro lugar de partida. A las 3 hora local despegábamos de Carrasco y el previsto horario de travesía nos lo redujeron en media hora. Aterrizamos en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas, lo hicimos antes de lo previsto, como queda apuntado. A continuación, cada cual tomó el medio de comunicación a su alcance, a mí me llevó hasta mi domicilio madrileño; sí, es cierto, algo cansado; pero contento y feliz. Era una mañana limpia y tempranera del día 7, víspera de la Inmaculada. Un viaje más a Hispanoamérica o Latinoamérica, como gusten, en mi vida, había concluido de buenos modos. Laus Deo.

(Fotos: A. G. Galán; colocación en la Crónica, Lupe García)

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