«UN GRAN AVANCE PARA LA ÉPOCA EN UN PUEBLO TAN PEQUEÑO», DESTACA EL CRONISTA OFICIAL DE CUDILLERO, JUAN LUIS ÁLVAREZ DEL BUSTO
Cudillero, 1914. El concejo tiene poco más de 10.000 habitantes. Según los datos de la época, la tasa de analfabetismo en Asturias era del 45 por ciento. En Piñera, una familia estaba especialmente preocupada por este índice. Por eso, Fortunato de Selgas y Albuerne (1838-1921), penúltimo hijo de un matrimonio acomodado de El Pito, se lanzó a luchar contra esta lacra. Erudito y hombre apasionado por el arte, pensó qué podía hacer para que la cultura, en el amplio sentido de la palabra, llegara al pueblo. Se decantó por construir un centro escolar en su aldea asturiana de origen. Un centro que, a día de hoy, alberga el instituto de educación Secundaria del municipio.
En 1914, El Pito tenía pocos vecinos. No hay datos exactos sobre los habitantes que residían en este núcleo rural tal cercano (dos kilómetros) a la villa pixueta. Fortunato de Selgas quiso que los niños de este pueblo y de la parroquia de Piñera, a la que pertenece, no tuvieran problemas en el futuro por falta de instrucción. Buscaba años más prósperos para su tierra.
A principios del siglo XX ordenó construir un centro escolar y el 6 de enero 1915 -acaba de cumplirse el centenario- inauguró las llamadas Escuelas Selgas cerca de su palacio residencial. El discurso que pronunció entonces dejaba muy claras sus intenciones: «Cumpliendo los deseos de mis hermanos don Ezequiel y doña Francisca de Albuerne y los míos propios, fundé y organicé estas Escuelas Selgas para instrucción y educación de los niños y niñas de la parroquia de Santa María de Piñera, dotando sus aulas de los docentes y con el capital y rentas necesarios para su sostenimiento a fin de que los que aquí reciban enseñanza adquieran los medios necesarios a su mejor porvenir y tengan siempre un testimonio del afecto de mi familia por estos pueblos».
En este empeño no estuvo solo. Fortunato de Selgas diseñó, con ayuda del entonces rector de la Universidad de Oviedo, Fermín Canella, los estatutos que regían el funcionamiento del centro. Entre ambos, incluso organizaron el horario escolar. «Un gran avance para la época en un pueblo tan pequeño», destaca el cronista oficial de Cudillero y nieto de Elvira Bravo, Juan Luis Álvarez del Busto.
Su afán por disponer de los mejores métodos de aprendizaje le llevó a gastar una suma de dinero que nunca se conoció con exactitud. El edificio de por sí ya era un auténtico lujo para una localidad como El Pito. Al colegio, estaban invitados todos los alumnos que quisieran acudir, al margen de la buena o mala renta familiar. El proyecto tenía todo tipo de recursos: en las escuelas Selgas los alumnos disfrutaban de libros gratis y cinemateca. También de comedor, un servicio que se puso en marcha apenas unos años después de la apertura del inmueble.
El centro fue un ejemplo de instrucción y su importancia traspasó los límites de Asturias. El rey Alfonso XIII dispuso, el 30 de noviembre de 1916, que se agradeciera a Fortunato de Selgas «su labor en pro de la cultura». Las escuelas nunca cerraron, aunque sí cambiaron de estatus. En 1915, nacieron como una fundación de beneficencia docente particular; en 1986, el centro pasó al régimen ordinario como colegio público; y, en 1995, se convirtió en el instituto que aún es a día de hoy, con algo más de un centenar de alumnos.
Fuente: http://www.lne.es/ – A. M. Serrano