POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
A partir del reinado de Carlos III, los regidores más progresistas comenzaron a reconocer que las mujeres «eran capaces» de desarrollar actividades laborales qué, con anterioridad, era impensable.
Sin embargo, en los negocios familiares; tales como colmados, panaderías, molinos harineros y derivados de la agricultura y ganadería como: arreglos de aperos de labranza y recolección de las cosechas, así como ayuda pastoril con los ganados, lavado de lanas, tras la esquila de las ovejas y fabricación de quesos.
A todos estos trabajos estaban acostumbradas las mujeres uleanas, pero las que estaban asalariadas, eran escasas, percibían salarios míseros, no eran reconocidas como tales trabajadoras y, su horario laboral era ilimitado.
Este panorama, en el mundo laboral femenino, continuó hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, en que, en Ulea, las mujeres comenzaron a trabajar en los almacenes de frutas y hortalizas; en especial: naranjas, limones, albaricoques, melocotones, peras y uvas.
No obstante, si nos remontamos a finales del siglo XIX y principios del XX, concretamente de 1890 a 1910, en el almacén de naranjas y limones que se ubicaba junto al matadero municipal y que posteriormente fue teatro; más tarde sala de conciertos, posteriormente fábrica de miel y, más recientemente, iglesia parroquial de forma provisional, durante el tiempo que duró la restauración de la Iglesia parroquial de San Bartolomé. Actualmente es centro de personas mayores y multiusos.
Pues bien, en dicho almacén, el exportador de naranjas y limones foráneo que se asentó en Ulea con su familia en el año 1888, Eduardo Nort, patentó la marca de naranjas y limones como «Excelencia de Ulea», dando trabajo en dicho almacén a más del 60% de la población femenina uleana en edad laboral.
Una vez que los arrieros llegaban con sus acémilas cargadas con los ricos productos de la huerta uleana en sus anganillas, también llamadas angarillas, descargaban su mercancía y, las mujeres comenzaban la tarea del estrío, limpieza, empapelado y envasado; con la finalidad de que los hombres (que se consideraba eran más fuertes que las mujeres) apilaran las cajas para que los carros de transporte las trasladaran a los mercados provinciales, a la estación de ferrocarril para trasladarlos a mercados nacionales e internacionales, así como al puerto de Cartagena para ser embarcadas a mercados internacionales costeros de Francia, Alemania e Inglaterra; de gran relevancia en Europa.
Si el señor Nort, dio trabajo al sesenta por ciento de la población activa femenina, en el año 1902, apareció un comerciante uleano, llamado José Ríos Torrecillas que compitió con Nort al emplear a un 25% de la restante mano de obra femenina y se dedicó a exportar naranjas y limones a grandes mercados europeos, tales como París y Hamburgo, así como Madrid.
Si bien Nort mantuvo su industria en Ulea, hasta el año 1910, se quedó a vivir en nuestra localidad hasta el año 1918, fecha en que, anciano y enfermo, regresó a Alsacia, su lugar de nacimiento.
Sin embargo, su hija Margarita Nort que celebró su tornaboda en Ulea, con asistencia de todos los trabajadores de su empresa, siguió pasando largas temporadas aquí hasta qué en el año 1920, vendió todas sus pertenencias en el pueblo y se marchó de forma definitiva.
Nuestro paisano José Ríos Torrecillas, siguió con su exportación de frutas, a caballo entre nuestra ciudad y París, siendo más tarde alcalde de Ulea, renovador y cosmopolita, se le llamaba, consiguiendo que se construyera el ansiado puente sobre el río Segura, inaugurado en el año 1925. Su industria la mantuvo en pie hasta el año 1923, si bien sufrió sensibles pérdidas entre los años 1914 y 1916, tras estallar la primera Guerra Mundial.