POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Mañana, 19 de marzo, la Iglesia Católica celebra la festividad de San José, el esposo de María y padre putativo (es decir, considerado o supuesto) de Jesús.
Recordemos que en latín el adjetivo «putativus-a-um» significa «aparente» o «tenido por…».
Y en este hecho se basa el que a los José les llamen Pepes .
Verán. Antiguamente cuando un varón era tenido por padre de un niño/a y lo adoptaba como hijo/a, a su nombre se le asignaban las siglas «P.P.», que significaban «pater putativus».
Con este criterio, San José fue el P.P. (el «Pepe») de Jesús.
Y a partir de ahí pues vienen los Pepín, los Pin, las Pepas, las Pepinas, las Pinas, los Pinón, los Pinín…
Poco sabemos de San José salvo lo que testimonia San Lucas cuando nos dice en su Evangelio que «era de la casa y familia de David».
En cuanto a lo de su profesión de carpintero hay opiniones para dar y tomar; si bien todos los que tratan este asunto coinciden en un punto: San José fue un ARTESANO (faber).
San Gilario (367), San Beda el Venerable (735) y San Anselmo (1 109) se inclinan por decir que era herrero o herrador; San Ambrosio, por la de carpintero; San Agustín (430) por la de albañil…. En fin, obrero manual y proletario de «toda la vida».
La crema quemada de San José es dulcería de vieja tradición catalana. Su elaboración es sencilla:
En un tazón grande con leche se mezclan, batiendo bien, 6 yemas de huevo, unos 25 g. de harina fina de maíz (o de trigo) y 225 g. de azúcar.
Aparte, en una cacerola al fuego con unos 3/4 de litro de leche entera aromatizada con piel de limón y canela en rama, cuando rompa el hervor, se le añaden los ingredientes mezclados en el tazón, revolviendo muy bien siempre en el mismo sentido.
Prosigue la ebullición a fuego medio hasta que el conjunto adquiera la consistencia de una crema entre ligera y espesa.
Se retiran la piel de limón y la rama de canela y la crema se distribuye en cazuelitas de consumo individual.
Ya fría, y antes de servir, se espolvorea con azúcar (y un poco de canela en polvo) y se requema (carameliza) con una pala o un hierro candentes.
En el grabado, San José enseña a su hijo adoptivo, Jesús, el oficio de carpintero.