POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA

La joya de la arquitectura visigoda de la segunda mitad del siglo VII es el templo de San Pedro de la Nave, que don Manuel Gómez Moreno encontró allá por el año primero del siglo XX y dejó magníficamente recogido en el catálogo monumental de nuestra provincia en 1927. Cuando se plantea la obra del Salto de Ricobayo con la desaparición de dos pueblos, La Pueblica y San Pedro de la Nave, será el señor Gómez Moreno como director general de Bellas Artes el que planteara la salvación de esta pieza única que él conoció rodeada de toda una serie de construcciones, incluida la casa del sacerdote con sus dependencias. Decidida su salvación, se plantea cuál va a ser su destino. Una propuesta fue la capital, uno de los lugares elegidos fue el Rincón de la Reina, pero según las referencias la Corporación Municipal opinó que ya había bastantes iglesias en la ciudad. Ante esta postura el obispo decidió llevarla al Campillo que no tenía iglesia y pertenecía a ella como parte de la parroquia que formaban los tres pueblos, El Campillo, La Pueblica y San Pedro de la Nave.

Decidido el traslado, será el joven arquitecto don Alejandro Ferrán el director de la obra que durante más de dos largos años realizara el traslado piedra a piedra. Con largas paradas, cada vez que se encontraba con sorpresas y se veía en la urgente necesidad de consultar al descubridor, señor Gómez Moreno, lo que originó un correo casi diario entre ambos, un verdadero caudal documental, un día sugerí que debería pasar al archivo de la empresa, donde se conserva todo lo referente al traslado.

Ramón Corzo Sánchez, que fue director del museo histórico, cuyos fondos se encontraban depositados en la iglesia de La Encarnación, Diputación Provincial, escribió una tesis «Estudio histórico y arqueológico de San Pedro de la Nave» que constituye una rica e interesantísima obra sobre este destacadísimo monumento. En el interior de esta joya de la arquitectura podemos seguir desde su cabecera hacia atrás cinco siglos de nuestra historia perfectamente encajados y dando testimonio de esa relación clara del paso de los siglos y su lenta evolución.

La última recuperación y cuidados, con esa serie de añadidos de iluminación, serán siempre bienvenidos. Pero la categoría de la pieza tratada merece esa relación de luz y sonido que cada vez se vea y se siga el texto vivo de la historia de cada sillar, greca, o capitel, al margen de esas frases grandilocuentes, de rutas oceánicas, más sencillez, más realismo práctico y más verdades y ejemplos como el dado en este caso, que bien se lo merecía.

Fuente: http://www.laopiniondezamora.es/