POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA- CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Corría el año 1931, cuando Domingo Salinas Carrillo, Alcalde de Ulea, compró el edificio que albergó, durante bastantes años, el Teatro Reina Victoria Eugenia y, también se utilizó como Centro de Conciertos de la Banda de Música.
En esa fecha, Julián Valiente Sánchez, empresario de dicho recinto teatral, llegó a un acuerdo económico con el Sr. Salinas Carrillo e hicieron la transacción del inmueble.
Dicho recinto que, antes de ser habilitado para Teatro, fue utilizado como Escuela Pública, Consultorio Médico y «Centro de Acogida de Personas Furiosas»; durante la contienda civil española, fue habilitado como refugio de perseguidos y centro asistencial de menesterosos de la localidad.
Pues bien, al acabar tan nefasta contienda, Domingo Salinas Carrillo la transformó en «Fábrica y Almacén de Miel». Para tal menester, Antonio y Máximo Salinas, hijos de Domingo, se dedicaron a la fabricación de miel «en cuerpo y alma». Para ello, estudiaron los terrenos propicios en el término municipal y colocaron, en lugares estratégicos, gran cantidad de colmenas, que cuidaban con esmero, para conseguir una producción de miel óptima, cortar los panales con los instrumentos precisos y, en los momentos indicados, usando las indumentarias pertinentes.
Conocían bien el arte de la apicultura. Sabían que la abeja reina tenía como única función la de procrear y que solo era fecundada una vez. La misión de las abejas obreras era la de recolectar el néctar de las flores y llevarlo a las colmenas, con el fin de fabricar miel, jalea real y cera. Además, por si era poco su trabajo, construían los panales, almacenaban el polen y la miel en las celdillas y, posteriormente, se encargaban de defender las colmenas.
Cuando tienen capacidad para volar, recolectan néctar, con el que fabrican la miel y el agua necesaria para regular la temperatura y humedad de la colmena. Este trabajo, lo realizan sin descanso desde que tienen 22 días, hasta que mueren.La abeja obrera guarda el néctar en el buche y, allí, transforma la sacarosa de la miel, en glucosa.
Los Zánganos, que nacen de los huevos sin fecundar, su única misión es la de fecundar a la abeja reina para, después, ser expulsados o eliminados.
Antonio y Máximo, cuando cortaban las colmenas, se vestían como si fuesen astronautas, portaban unas caretas con rejillas y un traje impermeable con el fin de evitar la picadura de los enjambres de abejas enloquecidas.
Doy fe de que a los niños nos impresionaban sobremanera. Como es lógico, el corte de las colmenas lo efectuaban a primeras horas de la mañana, con la finalidad de que, las abejas, estuvieran aturdidas. Tanto Antonio como Máximo, decían que «el calor las enardecía».
Cortadas las colmenas, era transportada a la fábrica-almacén de la calle Binondo, junto al Matadero Municipal y, allí se manipulada y envasada por expertos trabajadores, más mujeres que hombres, bajo la supervisión de los hermanos Antonio y Máximo Salinas.
El procesado de la miel de los panales se efectuaba en » los depósitos decantadores» y, allí, una vez purificada pasaba a los envases de distribución; bien en latas y tarros de varios tamaños, así como en bidones de 300 kilogramos, destinados a grandes colmados y confiterías.
Previamente, la miel pasaba por unos microfiltros con la finalidad de que se eliminara cualquier rastro de polen.
Para este proceso depurador, tanto Antonio como Máximo, utilizaban las altas temperaturas con la finalidad de mantener líquida la miel durante el mayor tiempo posible.
El gran problema de estos procesos es que deterioraban la calidad de los componentes naturales de la miel y, como consecuencia, Antonio que era el más técnico, optó por suprimir el método de la elevación de temperatura ya que, su alta concentración de azúcares, permitían su conservación durante varios años, sin pérdida de sus propiedades naturales.
Como yo era muy amigo de su sobrino Pepe García Salinas (el mimao), tuve la ocasión de estar en multitud de ocasiones en dicha fábrica y, como consecuencia, observé a los hermanos leyendo libros que describían el cultivo de la miel y sus propiedades para el organismo humano.
En un folleto explicativo, que adjuntaban a todos los envases de miel, hacían contar que la miel ocasionaba los siguientes beneficios: * Estimulante del sistema inmunitario * Regulador del azúcar en la sangre * Reductor del estrés metabólico * Promotor de la recuperación del sueño * Mejora de la función cerebral, evitando la pérdida de memoria * Regulador de los ciclos menstruales * Mejora de los problemas de acné y evita las arrugas faciales.
A pesar de que la industria de la miel en Ulea, llevaba más de 20 años viento en popa, dando trabajo estable a unos 15 operarios, emergió una serie de maquinarias específicas que economizaban su elaboración. Por tal motivo, al ser su explotación industrial antieconómica, la industria de los hermanos Salinas, cesó en su producción, quedando dicha nave durante varios años como centro de actividades lúdicas para los jóvenes.
Allí se efectuaban juegos populares y, sobre todo, bailes en los días festivos. Con posterioridad, dicho local, fue adquirido por el Ayuntamiento de Ulea, «transformándose en un salón multiusos». En la actualidad es el «Centro de Atención de las Personas Mayores.