POR JOSE ANTONIO FIDALGO SANCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Oviedo, hace de esto años, puso de moda la celebración del Desarme; una fiesta de marcado carácter gastronómico, enormemente popular y democrática (¡ese es su gran mérito!) que conmemora nadie sabe qué, ni porqué ni para qué. Fiesta que hoy se ha extendido a toda Asturias y cuyo fundamento histórico sigue envuelto en la misma nube de ignorancia. Probablemente «la cosa» tenga su origen un 19 de octubre de 1836 cuando un destacamento carlista, mandado por el general Sanz, quiso «tomar Oviedo» e incluso saquearla, según prometió a sus milicias el propio Sanz. Las escasas tropas realistas sitas en Oviedo y otros ilustres voluntarios ovetenses, mandados por el coronel Pardiñas, se opusieron al ataque carlista, llegando a derrotarlos y ponerlos en fuga hacia tierras de Siero. Desconozco el «parte de guerra», pero estoy seguro que seguiría la terminología típica de esos sucesos : «Cautivo y DESARMADO el ejército enemigo…» Algunos de los héroes fallecidos en ese combate están enterrados en la iglesia de San Isidoro y en ella, años tras año, y cada 19 de octubre, se celebra misa en su recuerdo. ¿Y qué pudo suceder? Pues que… después de la Misa ¡¡A LA MESA!!. ¿Y qué se ofrecería por los bares del Fontán, tan cercanos a San Isidoro? Pues eso: comida popular y pueblerina: garbanzos, callos…Está todo muy claro y congruente: Misa de recuerdo del desarme del ejército carlista y mesa de convivencia (disculpa gastronómica) para festejarlo. Lo más simpático de una «mentira» es que su manto de leyenda, si bien contada, termina transformándola en historia.