EXPÓSITOS ERAN LOS NIÑOS ABANDONADOS EN LOS ESTABLECIMIENTOS DE BENEFICENCIA
Nov 07 2013

POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

nenes

Durante siglos, los expósitos eran los niños abandonados en los establecimientos de beneficencia que se ocupaban de su auxilio durante sus primeros años de vida. Hasta el siglo XIX, las instituciones responsables de esta labor fueron esencialmente de tipo religioso. Conventos, cofradías, hospitales o iglesias, eran lugares de abandono de recién nacidos. Todo ello realizado bajo el absoluto anonimato que otorgaban los tornos donde se depositaban miles de niños anualmente. Estos establecimientos recibían por parte de los concejos exiguas ayudas para el pago a las nodrizas, así como para vestido y calzado de los niños. El origen de los abandonos, tiene diferentes motivos; desde la pobreza absoluta hasta lo que se denominaba hijos de partos ilegítimos, que eran considerados hijos del pecado por una moral predominante que penaba a los recién nacidos a la proscripción de los orfanatos. Durante el Antiguo Régimen fallecían tres cuartas partes de los niños expósitos en los propios establecimientos benéficos, antes de cumplir los 5 años, debido a las carencias que de carácter higiénico, alimenticio o sanitario les rondaban permanentemente.

La creación de las Diputaciones Provinciales convierte a estas instituciones en las responsables de la política de beneficencia, haciéndose cargo de los expósitos y huérfanos, sin recursos, existentes en cada provincia. En Cáceres el lugar donde se ubica esta nueva institución será en el antiguo convento franciscano que, desamortizado, había pasado a ser de propiedad pública, primero del Ayuntamiento y posteriormente de la Diputación Provincial. Aquí había tenido su sede el Hospital General Civil desde 1841 hasta 1890, año en el cual se inaugura el Hospital Provincial de Cáceres. Desde esa fecha el Convento de San Francisco se convierte exclusivamente en el Hospicio Provincial. El lugar donde son recogidos para su formación y cuidado los hijos de la adversidad. Niños abandonados que trataban de encontrar el hogar y la familia, que nunca tuvieron, entre los vetustos muros del viejo convento. Sus apellidos delataban su origen incierto: de la Montaña, Iglesias, Expósito, de Jesús, de Dios. Una marca que les unía a su falta de identidad genealógica. Eran hijos de nadie ante los ojos del pasado.

Hasta 1980 fueron miles los huérfanos y expósitos que habitaron el hospicio cacereño. De aquí salían para enfrentarse al mundo exterior. Atrás quedaba su única familia, sus compañeros de fatigas. En su memoria guardarían, para siempre, las vivencias y desolaciones de una etapa imborrable de su vida.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/

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