POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El 19 de febrero de 1933, a causa del temporal y del fuerte viento, el pailebote ‘Concha Giménez’, de la matrícula de Torrevieja, fue desarbolado, encontrándose a quince millas al E. del puerto de Palma. En vista de que las olas barrían la cubierta y había gran cantidad de agua en el interior del buque, los tripulantes decidieron abandonarlo, pudiendo llegar a la costa de Deyá, donde saltaron, dirigiéndose a Valldemosa, donde llegaron a las cinco de la tarde. Después fueron a Palma.
El pailebote ‘Concha Giménez’ había salido el sábado 18 de febrero de Barcelona para Palma con cargamento de demento y maquinaria.
En la mañana del día 21, los tripulantes salieron en auto para ver si el buque se había hundido.
El 21 de marzo de 1933, el barco pesquero ‘Mascota’, de la matrícula de Huelva, recogió a dieciocho tripulantes del vapor ‘Cusi’, de la matrícula de Bilbao, que naufragó frente al cabo Salgado, en las costas de Portugal, hundiéndose a causa de una vía de agua. El ‘Cusi’ procedía de Torrevieja, con cargamento de sal e iba rumbo a Portugal.
El 24 de marzo de 1936, una ráfaga de viento hizo zozobrar una barca de pesca tripulada por los hermanos Ramón y José Dols Fuentes, de 9 y 14 años de edad, pereciendo ahogado el primero. El cadáver fue extraído del mar.
En la madrugada del miércoles 16 de abril de 1947, en una noche despejada aunque con fuerte viento de Levante, embarrancó en la playa de Ferrís el vapor ‘Castillo de Bellver’, de la matrícula de Cádiz.
Ni el miércoles, ni el jueves se pudo llegar a bordo, porque las embarcaciones menores que lo intentaron tuvieron que desistir de acercarse al casco varado, dado la mucha mar que había estar clavado el buque en una zona de rompiente, a unos doscientos metros de la playa.
Intentó salir con esfuerzos con la máquina hacia atrás salir del punto en que había varado pero infructuosamente.
Durante el miércoles, se estableció comunicación con el buque por medio de un cañón lanzacabos, del servicio de la Asociación de Salvamento de Náufragos. Se dejó firma una estaca en la playa e instalado el correspondiente servicio de cestos, por si durante la noche la tripulación del buque hubiera tenido que abandonarlo.
Afortunadamente, no hubo necesidad, y el jueves por la tarde, después de la llegada de un remolcador de Cartagena y un dragaminas de la Armada, fue retirado el cable de salvamento, aunque a última hora, los remolcadores todavía no habían podido acercarse al barco porque había mucha mar fuerte y viento, que amainó notablemente hacia la medianoche.
La proa había corrido un poco más al norte y el casco se había inclinado hacia tierra. Todo hacía suponer que la varadura de proa debía de ser sobre alguna laja, ya que la playa, en el sitio del percance no será fondo limpio, sino que tenía alternativas de arena y piedra.
En la mañana del viernes 18, se continuaron los esfuerzos para intentar poner a flote el barco. Por fin el día 23 de abril, el vapor ‘Castillo de Bellver’, de la matrícula de Cádiz, fue puesto a flote después de los trabajos realizados por el remolcador ‘Cíclope’.
El ‘Castillo Bellver’ procedía, en lastre, de Barcelona, y venía a Torrevieja para cargar sal con destino al Norte. El buque había sido construido en 1923. Su casco era de acero, y sus características eran: eslora, 112 metros; manga, 16,09; puntal, 7,70; desarrollaba un andar de 10 millas, y podía cargar 5.718 toneladas.
El barco quedó fondeado en la rada de Torrevieja, sin averías graves y sin ninguna vía de agua.
No pasó mucho tiempo para que ocurriera una gran desgracia. El 1 de diciembre de 1947, la casa consignataria ‘Carratalá Hermanos’ de Alicante recibió la noticia del naufragio en aguas de San Carlos de la Rápita, en la noche anterior del motovelero ‘Adela Villanueva’, de la matrícula de Barcelona, de 250 toneladas, que llevaba a ocho hombres de tripulación, todos de Torrevieja, de entre los cuales solamente se salvaron tres.
Una barca de pesca recogió a los marineros Rufino López, Francisco Gómez y Vicente Huertas Paredes, supervivientes del naufragio en aquellas aguas a causa de un temporal. Los supervivientes fueron trasladados a San Carlos donde fueron atendidos debidamente.
Nada se supo de los otros cinco tripulantes: Antonio Giménez, Juan Villanueva, Manuel Torres, Vicente Martínez y Ángel Sánchez, todos naturales de Torrevieja.
La embarcación transportaba un cargamento de doscientas toneladas de tejas para Barcelona; y había del puerto de Alicante en la noche del viernes, 28 de noviembre.
El viento de levante fue el causante también del incidente sufrido, el 24 de abril de 1951, por el buque mercante llamado ‘París City’, construido en 1941, que tenía en momento del incidente matrícula de Bideford (Inglaterra) que llegó a la rada de Torrevieja para cargar sal. Estando fondeado a la espera de la orden de carga embarrancó frente a la playa de Ferrís al no resistir las anclas que fueron garreando por la fuerza del viento de un temporal de Levante.
Fue todo un espectáculo el aspecto desolador que dio durante semanas con la impresión de ser todavía mayor la desgracia de lo que en realidad fue. Por la playa de Ferrís y aún más cerca del barco desfilaron muchos curiosos, todos con cara de asombro, durando aquel espectáculo bastantes meses con el barco arenado como un bloque de hierro soldado a la playa. El 4 de noviembre, después de varios intentos, dos potentes de remolcadores, el “Hércules” y el “Heracles”, el primero con base en Gibraltar y el segundo de bandera sueca, consiguieron ponerlo a flote tirándole con cables y cabos muy gruesos desde larga distancia en la mar adentro, siendo después remolcado a Gibraltar para realizarle las oportunas reparaciones
El 2 de marzo de 1958, en la noche, el pesquero ‘Rafael Valero’ salió en aguas de Canarias. A las cuatro y media del día 13, navegaba del caladero de Las Almenas, a 40 millas al norte de Río de Oro, hacía Las Palmas de Gran Canaria. A la altura de Cabo Bojador, en la entonces llamada África Occidental Española, avistó la tripulación la luz verde de una embarcación que iba franca por tierra, llegando en poco tiempo a la altura del pesquero atravesándolo por la popa el vapor francés ‘Calais’.
Todo fue tan rápido que al patrón sólo le dio tiempo de cerrar a estribor, ordenar parar el motor y dar marcha atrás. Con esa maniobra nada más que se pudo mitigar el golpe. En la jarcia de la roda, en la amura de babor, quedó todo hecho un amasijo de astillas.
Acto seguido encendió la tripulación bengalas y cohetes. Para colmo y desdicha, al querer echar al agua el bote auxiliar se desfondó sobre la borda. El patrón ordenó ponerse los salvavidas –algunos no sabían nadar pese a ser marineros profesionales-, se pusieron bolas de cristal, de las que llevaban para las artes. Manuel Alarcón, el maquinista, abrió las botellas de aire para que la sirena estuviese pitando hasta que llegaran en demanda de auxilio que no tardó en llegar.
La tripulación del ‘Calais’, con su capitán J. Violas al frente, se comportaron con los españoles como verdaderos hermanos. A los tres días arribaron en Dakar, donde el cónsul español, señor Lozano, les prestó toda clase de atenciones a la tripulación, embarcando a continuación en el trasatlántico francés ‘Provence’.
El 24 de marzo de 1958, procedente de Buenos Aires y después de hacer escala en Dakar, entró en el puerto de Barcelona el ‘Provence’ con los veinticinco náufragos del buque pesquero torrevejense ‘Rafael Valero’: el patrón de cabotaje, José Carvajal García, de Torrevieja; el patrón de pesca Juan Bautista Martínez Bonmatí, de Santa Pola; los mecánicos Valentín Rojas, Manuel Alonso y José Bretón, los tres de Torrevieja; el contramaestre, Miguel Tur, de Calpe; los cocineros Vicente Ortuño y Pedro Ballester, ambos de La Mata; y los marineros Arturo Calvo, Ramón Aráez, José Onteniente, José Rodríguez, Manuel Guillamó, Manuel Pérez, Manuel Blasco, todos ellos de Guardamar; Roque Guerrero, de Callosa de Segura; José y Antonio Henarejo, y Antonio Ballester, los tres de San Pedro del Pinatar; Manuel Canales, Joaquín Martínez y Pedro Pamies, de Torrevieja; y Jaime Pastor y Diego Agulló, de Santa Pola, que fueron debidamente atendidos por la Comandancia Militar de Marina y por miembros de la Cofradía de Pescadores de Barcelona, quienes le proporcionaron alimentos, ropas de abrigo, etc., y les facilitaron el viaje de regreso en ferrocarril a sus respectivos puntos de residencia. Después de embarcar algunos pasajeros y varias toneladas de carga general, el ‘Provence’ siguió viaje a Marsella.
El ‘Rafael Valero’ era propiedad de los hermanos Valero Rubio, armadores residentes en Torrevieja, que gozaban de gran estima entre la clase pescadora. El barco había sido botado en 1952, y este era el primer viaje que realizaba en la modalidad de pesca de arrastre, ya que anteriormente había estado dedicado a la traíña. Estaba dotado de todos los adelantos de la época. Llevaba un motor ‘Burmeister-Wain’ de 240 H.P., desplazando un tonelaje bruto de 86,23 Tn. Medía de eslora 21,21 metros; 6,77 de manga y 2,75 de puntal.
Con esta afortunada historia, ya que no hubo que lamentar víctimas, termino esta serie de artículos con la que he intentado dar a conocer la arriesgada vida de aquellos ‘MARINEROS DE HIERRO CON BARCOS DE MADERA’ en los que tuvieron muchísimos infortunios.