POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les cuento.
Yo «entré en contacto» con San Juan de Sahagún siendo Alférez en Salamanca, en el otoño de 1963.
Allí, al descubrir la ciudad, conocí dos calles cuyos títulos me llamaron la atención: «Calle del Tentenecio» y «Calle del Pozo Amarillo».
Al interesarme el porqué de esos nombres supe que respondían a dos milagros que había realizado en la ciudad, el hoy su patrono San Juan de Sahagún.
Uno, al detener a un toro embravecido que embestía peligrosamente a la gente («¡Tente , necio!», le dijo el santo) y otro, al salvar a un niño que había caído a un pozo.
También supe que este santo murió envenenado por encargo de una amante del Comendador salmantino, amante que este abandonó por penitenciales consejos que le dio el santo.
¡Quién me iba a decir que meses después, en diciembre de ese 1963, yo sería el director del Centro de Enseñanza Media de Sahagún, la ciudad natal de ese santo fraile!
San Juan de Sahagún (siglo XV) nació en Sahagún (León), hijo de Juan González del Castrillo y de su esposa Sancha Martínez.
Hizo sus primeros estudios en el Monasterio benito de la ciudad, pasó después a Burgos y, finalmente a Salamanca como colegial de San Bartolomé, ordenándose como sacerdote perteneciente a la Orden de San Agustín. En Salamanca desarrolló una gran labor pastoral y ahí murió, como dijimos antes, de forma violenta-Fue beatificado en 1601 por Clemente VIII y canonizado en 1691 por Alejandro VIII.
Es patrono de Salamanca y de Sahagún, localidad esta donde tiene dedicada una iglesia, edificada, precisamente, en el solar que fue la casa de sus padres (en la foto).-Su festividad se celebra el 12 de junio.
Hoy, una de mis antiguas alumnas sahaguneras, SOCORRO CASTAÑEDA CARRIÓN, me envía el porfolio de fiestas de San Juan.
Y con él, un año más, revivo emocionado esas fiestas patronales que durante siete años disfruté en alegría juvenil.
Y con ellas «repaladeo» aquel corderín asado que con gran maestría preparaba María «la de Sergio» en su restaurante.
Esta era su receta:
Se trocea el animalito (ya limpio y todo eso) y se frota con ajo, sal, y un poco de aceite o de tocino.
Dispuesto en una fuente de horno (mejor si es de barro), y bañado con un poco de aceite y de vino blanco castellano, va asando a calor medio. Conviene «regarlo» de vez en cuando con su propio jugo de asado. Si quedara seco se rocía con un poco de agua o con caldo de carne.
Se ofrece en compañía de una buena ensalada.
NOTA.
Hay quienes gustan de incorporar una hoja de laurel a la fuente del asado.