POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, COLUNGA (ASTURIAS)
Esto érase un barco que traía tres imágenes de la Virgen y embarrancó cerca del Peñón de La Isla, en Colunga.
En la bajamar, ya en tierra, dijo una de ellas: «Yo me quedo aquí porque quiero ver y sentir la mar». Fue la Virgen de La Velilla.
Dijo otra: «Yo quiero sentir la mar, pero no verla».
Era la Virgen de Loreto y se fue a la villa de Colunga.
Añadió la tercera: «Yo ni quiero sentir ni ver la mar; quiero un lugar lleno de paz, de arbolado, de silencio…».
Eligió Bierces, en la parroquia de la Riera, y es Santa María de Bierces.
En ese bucólico lugar colungués nació, vivió su adolescencia y juventud, y ahora disfruta su tercera edad, CÉSAR CARÚS ARNAIZ, un hombre bueno, entregado a la parroquia y a sus feligreses.
Y a «los mayores colungueses», pues desde su asociación realizaba actos, fomentaba amistades, organizaba excursiones… Todo lo que fuera preciso para regalar alegría a los suyos.
CÉSAR acertó, dentro de su profunda fe cristiana, a ser un auténtico «siervo de los siervos de Dios»; regalo de bondad sin pedir nada a cambio y ejemplo de «servicio en silencio». Tal parece haber seguido al pie de la letra el consejo de Claudel : «Que tu vida sea para los demás como ese atajo que, una vez que se utiliza, después se olvida».
CÉSAR, en el descanso de su jubilación, gustaba de escribir poesías que él mismo publicaba en una, a modo de revistilla, titulada L´ALBORADA.
En el invierno de 2011 -y lo cuento con sumo orgullo- me dedicó este soneto: «TODOS TE ADMIRAN, FIDALGO»:
«Es el Cronista Oficial de la Villa.
De esta villa peculiar del concejo
de Colunga. Si la virtud de añejo,
el roble, de manera tan sencilla,
le da al vino, en la tina, maravilla…
Fidalgo, sin fruncir el entrecejo,
nos enseña a través de su consejo.
Observa con el ojo, la mirilla
de un contumaz y sabio profesor
que, presto, nos va formando con tino.
Es fiel y comprometido, tenaz,
muy locuaz y consumado escritor.
A todos va mostrando su verdad.
Noble forma de escribir su pergamino»
Gracias, CÉSAR, por estas palabras nacidas de una amistad mutua.
Y ¡enhorabuena! por ese merecido homenaje que, en la festividad de San Antonio, te rindieron tus convecinos de La Riera de Colunga.