POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Seis retablos cerámicos producidos en los alfares de Triana (Sevilla), de la fábrica del almendralejense Pedro Navia Campos (1897-1960), se localizan en Montijo (Badajoz), realizados en octubre de 1939. En la ermita Jesús Nazareno, Comunidad de Labradores, convento de clarisas franciscanas Nuestro Señor del Pasmo, y en las viviendas de la Joyería Vda. de Domingo Pérez, Juan Luis Guerrero Palomares, procedente de la Casa del Navegante, y familiares de Francisco Antolín.
Retablos cerámicos que pasan desapercibidos en un Montijo que a veces no vemos.
Nace Pedro Navia Campos el 2 de octubre de 1897 en Almendralejo. Ildefonso Navia Hurtado, padre del futuro ceramista, fallece el 7 de octubre de 1902, teniendo el pequeño Pedro cinco años de edad. Isabel Campos Madrid, la joven viuda, madre de cinco hijos supervivientes tiene que afrontar la dura tarea de criar y educar sola a su prole. Con ayuda de algunos familiares y amigos monta un pequeño negocio que escasamente cubre las necesidades familiares y decide marchar a Sevilla, buscando un porvenir más halagüeño para sus hijos. Tiene Pedro unos catorce años cuando comienza a vivir en la capital andaluza con su hermano José, al cuidado los dos de su madre1.
Pedro, que ha dado muestras de gran habilidad para moldear figuras en barro, entra como aprendiz en el estudio de la “Sociedad de Arte Decorativo” que había montado el escultor José Lafita Blanco, hasta 1919, año en el que ingresa en la Sección de Bellas Artes de la Escuela Industrial de Artes y Oficios. Contaba entonces veintidós años de edad. Tiene como maestros en esta Escuela a los insignes profesores Andrés Cánovas Gallardo, José Recio del Rivero, Diego Salmerón y José Ordóñez, obteniendo dos premios y un diploma en la disciplina de modelado y vaciado.
La fábrica trianera de Navia
Con el prestigio personal del joven Navia, avalado por el del Centro en el que se ha formado y por el de sus profesores, especialmente Lafita y Ordóñez, se coloca como maestro de taller en la empresa Ramos Rejano2 en donde permanecerá durante cuatro años, de 1920 a 1924.
Con la práctica de su buen hacer, van creciéndole a Navia los deseos de independizarse hasta que se establece por su cuenta en la calle Castilla, aunque por poco tiempo, ya que en 1924 adquiere un solar cercano a su vivienda, en la calle Ruiseñor núm. 14, donde construiría su casa-taller. El recuerdo de su Almendralejo natal y, sobre todo, la devoción que profesa a su Patrona, la Virgen de la Piedad, no le hacen dudar sobre el nombre para su fábrica: “Nuestra Señora de la Piedad. Talleres de ornamentación artística en barros cocidos y vidriados”.
Tal es la larga denominación que figurará en los membretes de sus tarjetones, facturas y cartas. Tiene Navia, al instalarse por su cuenta, veintisiete años. En octubre de 1926 expone en Almendralejo cuarenta piezas de su autoría que causan admiración en la capital de Tierra de Barros.
El número de empleados de la fábrica osciló de seis a doce según el volumen de trabajo. Su estado de soltería y la buena marcha de la fábrica le proporcionaban desahogo económico. Sin embargo, su carácter generoso y desprendido incluso en exceso le llevó a veces a situaciones de precariedad. Alternaba tanto con artistas e intelectuales como con gente sencilla. Fue gran aficionado a los toros, muy rociero y hermano de la Estrella, hecho frecuente entre los ceramistas trianeros por sus orígenes fundacionales. Viajó en diversas ocasiones al extranjero, especialmente a Italia y a Portugal.
Su obra de la Plaza de España de Sevilla
La apertura de la nueva fábrica de Navia coincide con los trabajos frenéticos que preparan la Exposición Ibero-Americana de Sevilla, celebrada en 1929. La Plaza de España está en construcción. Los arquitectos Pedro Sánchez Núñez y José Granados que se han hecho cargo de la dirección de las obras por haber dimitido el autor del proyecto, Aníbal González3, necesitan ceramistas de prestigio para la decoración de la nueva Plaza. Eligen, entre otros, a Navia. Han conocido su buen hacer por varias exposiciones que el almendralejense ha realizado.
Su ornamentación consiste en una profusa y rica azulejería polícroma, renacentista y barroca, que va a salir en gran parte de los hornos de la fábrica de Pedro Navia. Por citar algunos elementos, mencionaremos los escudos de Sevilla para las Puertas de Aragón y Navarra, los cuarenta y ocho medallones de españoles ilustres, veinticuatro águilas imperiales con el escudo de Carlos V y cuatro heraldos de gran tamaño. Tan amplia producción necesitó la colaboración de otros artistas que en esos años trataban de abrirse camino.
La afluencia de visitantes a la Exposición de 1929 en Sevilla posibilitó que Pedro Navia y su obra de cerámica fuera conocida, haciendo que, sin poder precisarlos, las perspectivas de trabajo, los contratos y pedidos le afluyan a su fábrica trianera, especialmente desde la capital venezolana, Caracas.
Retablos cerámicos
La enumeración de obras de Navia en Sevilla no puede silenciar la enorme producción de encargos que le hacían las Cofradías de Penitencia y Gloria. Unas veces, les suministraba piezas modeladas para los retablos murales (ménsulas, columnas, áticos, molduras…), o figuras de Nazarenos que mandaban vidriar después; otras, realizaban retablos cerámicos devocionales con las imágenes titulares de Hermandades o paneles conmemorativos de efemérides dignas de mención.
Entre los retablos de las Cofradías de Penitencia, los más importantes son el del Cristo del Calvario en la iglesia de la Magdalena, bendecido en 1943; el de la Soledad de San Lorenzo, en la fachada parroquial de la calle Eslava, (1944) y el de la Virgen del Subterráneo en la capilla de la Misericordia, (1959), hoy en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, vulgo Los Terceros.
Con Pedro Navia colaboraron pintores como Alfonso Córdoba Romero, Manuel García Rodríguez y Pedro Salas Lopez-Cepero. Otros encargos requerían la técnica del aguarrás -mucho más perfeccionista-, entonces la pintura de la imagen corría a cargo de Antonio Morilla Galea, Francisco Morilla Serrano, Juan Alcántara Oliver, escultor para los modelados, Ricardo Franco, José Varela e incluso su hermano, José Navia Campos, siempre bajo la supervisión del maestro. Los bordes eran recortados hábilmente por los albañiles Vallejo, verdaderos especialistas en la difícil tarea de colocar retablos.
Blas Infante, considerado padre de la Patria andaluza, encarga, en 1932, a Pedro Navia un escudo para colocarlo sobre la fachada principal de su casa de Coria del Río: la Casa de la Alegría4. El escudo sobrevive, permaneciendo en la fachada hasta 2001, año en el que pasa a la muestra permanente del Museo de la Autonomía andaluza, quedando en la fachada una réplica del original.
Reconocimiento de su pueblo, Almendralejo
A pesar de estar afincado en Sevilla, Navia no pierde ocasión para ir a su ciudad natal. Aprovecha para ello acontecimientos familiares, sociales y profesionales. El Ayuntamiento de Almendralejo le premia y bautiza la calle en la que su familia vivió, la antigua calle Nueva, con el nombre calle de Pedro Navia, escultor. En vida recibía este artista la alegría de ser reconocida su labor en Almendralejo.
Son varias las obras que conserva el Museo Devocional de Almendralejo5, entre ellas destacan: Cristo crucificado (Terracota pintada. 0’59 m. de altura); La Inmaculada (Terracota policromada. 0’75 m. de altura); Niño Jesús (Terracota pintada. 0’55 m. de altura); Virgen de Guadalupe (Terracota policromada y vidriada. 0’32 m. de altura); Virgen de la Piedad (Terracota pintada. 0’50 m. de altura); San José (cerámica policromada y vidriada. 0,49 m. de altura; Jarrón (Cerámica policromada y vidriada. 0’58 m. de altura.); Virgen de la Estrella (Azulejería. 0’45 x 0’30 m.); Nazareno (Cerámica vidriada.
Altura: 0’41 m.); Portal de Belén (Barro cocido y pintado); Retablo mural de la Virgen de la Piedad (Azulejería. 1 x 0’60 m.), y cuatro instantáneas procesionales (Relieves vidriados 22 x 39 cm.).
Almendralejo cuenta con la decoración de las casas núm. 51 y 53 de la calle Pedro Navia; las casas núm. 43 de la calle Mérida y núm. 16 de la calle del Pilar. Ánforas, macetones, platos decorativos, tibores, retablos murales, pequeñas imágenes religiosas y otros objetos de cerámica hacen de estas viviendas unos museos vivos de las obras del artista. Los bustos de José Espronceda y Carolina Coronado, y un retablo mural en la fachada norte del Santuario de Ntra. Señora de la Piedad. El baptisterio de la iglesia parroquial de la Purificación es una de las grandes creaciones de Navia en Almendralejo, más de 33 m2 de extraordinaria azulejería polícroma.
La parroquia de la Purísima Concepción de Valverde de Llerena acoge la espléndida decoración del zócalo de su magnífico baptisterio, encargados al ceramista en 1956. Una vajilla vidriada y decorada existente en la finca “La Portuguesa Rica”. Retablo mural con la imagen del Cristo de la Espina, en la fachada de la iglesia de las Descalzas, plaza de López de Ayala de la capital pacense, y busto de bandolero en el Museo Provincial de Bellas Artes. La ermita de Ntra. Señora de Bótoa conserva dos paneles murales colocados en su portal; representan a esta advocación mariana, uno, y a San Isidro, el otro.
Los retablos cerámicos de Navia en Montijo
El artista almendralejense deja su impronta en seis retablos cerámicos que tienen como motivo a Ntra. Señora de Guadalupe, Patrona de Extremadura. El obrador trianero de Navia los realiza una vez concluida la incivil guerra que enfrentó a las dos Españas, ya que todos ellos llevan la inscripción “Ntra. Sra. de Guadalupe, Madre de Extremadura, Reina de la Victoria (20-X-1939)”.
Los retablos se localizan en la fachada de la Comunidad de Labradores, en el zaguán del convento de las clarisas, en la casa de un familiar de Francisco Antolín, en la planta superior de la Joyería Vda. de Domingo Pérez6, antes escuelas de Morilla, en la fachada de la ermita de Jesús Nazareno, si bien tenemos que precisar que éste, anteriormente, estuvo colocado en el exterior del Palacio Municipal de Montijo, y otro localizado recientemente en la casa de Juan Luis Guerrero Palomares restaurado por él, tras haber resultado muy dañado del interior de la Casa del Navegante7, siendo tirado a la escombrera8. Navia emplea treinta y cinco azulejos para los retablos de la Comunidad de Labradores y ermita de Jesús, mientras que para los otros dispone de doce azulejos.
El ceramista sitúa a la Virgen de Guadalupe bajo un arco de medio punto, sobre fondo color oro, adornado por medallones moldurados que sostienen cuatro angelotes. Arco sustentado por dos columnas corintias. La Patrona de Extremadura luce la corona rica de su coronación canónica, celebrada el 12 de octubre de 1928, labrada en los talleres del distinguido orfebre Félix Granda. Navia dispone en los seis retablos una peana que soportan dos ángeles arrodillados, sobre la que está Nuestra Señora, empleando el tono miel claro, muy similar a la imagen de terracota policromada y vidriada que se expone en el Museo Devocional de Almendralejo.
El retablo que estuvo situado en la casa de la familia Antolín, plazuela de San Antonio, confirma la conexión que el autodidacta Francisco Antolín Rodríguez tuvo con Pedro Navia, pues es conocido que el castillo de Herodes, pieza del belén de San José de Morante, realizado por Antolín, estuvo en la Exposición Iberoamericana de Sevilla 1929, en la que ambos paisanos se conocieron.
No obstante, en la sesión ordinaria celebrada el 20/XI/1939 por la Corporación Municipal de Montijo se acuerda: “Conceder el más amplio voto de confianza al Sr. Alcalde-Presidente, con el fin de que realice las necesarias gestiones, tendentes a la adquisición de una Imagen de Nuestra Excelsa Patrona en Extremadura, la Santísima Virgen de Guadalupe, Reina de la Victoria, abonando su importe con cargo al Capítulo 18º o de Imprevistos del corriente presupuesto ordinario de gastos, y colocándola en la fachada de entrada del Palacio Municipal, en sitio visible y preferente, que facilite al vecindario la veneración que todos los buenos cristianos debemos a Nuestra Madre y Señora de Guadalupe, Patrona de Extremadura”9.
Estos retablos se insertan dentro del impulso que a la devoción por Santa María de Guadalupe, Patrona de Extremadura y Reina de la Hispanidad, profesó el obispo de Badajoz, don José María Alcaraz y Alenda (1930-1971), quien organizó varias peregrinaciones al Real Monasterio de Guadalupe, en las que se organizaban certámenes y veladas literario-musicales, procesiones eucarísticas, solemne Triduos, que cerraba el obispo pacense. La huella de Pedro Navia con sus retablos cerámicos de la Virgen de Guadalupe también está presente en otras poblaciones extremeñas, al parecer en Ribera del Fresno y Llerena.
Los retablos cerámicos de Montijo dedicados a Santa María de Guadalupe, no son el único testimonio de la devoción a tan universal advocación, ya que el 22 agosto de 1953, el padre franciscano Claudio López Gómez (1905-1972), bendijo la capilla de Ntra. Señora de Guadalupe del convento de San Antonio (1941-1967)10. Capilla hoy adscrita a la parroquia de San Gregorio Ostiense.
El final
Pedro Navia Campos, afectado por una trombosis cerebral, permanece quince días en coma profundo y fallece el día 1 de noviembre de 1960, a los 63 años de edad, en el mismo lecho en el que durmió desde 1924: un colchón “embutido” en un hueco (2 metros de ancho, por 1 de alto y 1,10 centímetros de profundidad) bajo la escalera de su piso, revestido de azulejos polícromos cocidos en su fábrica. Su cuerpo es trasladado por expreso deseo del artista a su querida ciudad natal, Almendralejo, en cuyo cementerio reposa junto a sus padres. Una artística lápida sepulcral cocida en los hornos de su fábrica de Triana, cobija sus restos mortales.
A la muerte de Pedro Navia, se constituye una Sociedad de la que fue gerente Amador Pérez Barranquero, y socios el dibujante Joaquín Pérez García y Alonso Rodríguez Navia, sobrino del artista, que llevaba trabajando con él varios años. En esta segunda etapa, ya sin Pedro Navia, la Sociedad llegó a tener dieciocho trabajadores, entre ellos el gran pintor ceramista Fernando Orce Guerrero.
La irrupción de la mecanización y la remodelación urbanística del Barrio de Triana asfixiaron la fábrica. La construcción de bloques de viviendas en los aledaños de la misma y las quejas de los vecinos por la emisión de humos hicieron que la Sociedad, denominada ahora “Cerámica Navia-Amador Pérez Barranquero”, traslada, a finales de los años sesenta, la cocción de piezas a terrenos que, en la Cartuja, le alquiló el industrial Alfonso Jaramillo González; terrenos que fueron expropiados por el Ayuntamiento hispalense en 1975. Así finalizó definitivamente la fábrica del ceramista Pedro Navia Campos, quien desde pequeño se unió a Sevilla, realizando su reconocido arte en el popular barrio alfarero de Triana.
9 ARCHIVO MUNICIPAL DE MONTIJO. Legajo 68, Carpeta 61. Libro de Actas 1936-1939. El acuerdo se toma para ratificar la adquisición que ya había realizado el presidente de la Comisión Gestora Municipal al afamado artista almendralejense. 10 Conf. DIARIO HOY. 26/VIII/1953, en el que se da información sobre la presencia, en esta ceremonia, de los Hermanos Maristas de Badajoz. La comunidad franciscana la integraban los padres Claudio López y Valentín Pérez, junto con fray Francisco Delgado. La imagen de Ntra. Señora de Guadalupe fue adquirida con anterioridad por doña Trinidad Thomas y el maestro don José Calero.