POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
La rambla que nace en las estribaciones del paraje de Cuesta Blanca de Ulea y desemboca en la margen izquierda del río Segura a la altura de La Morra, recibe distintos nombres; correspondientes a los pagos más importantes por donde se encauza hasta desembocar en el río.
Estos nombres importantes y populares aunque no oficiales son: la rambla de la Cuesta de los Arrieros; la del Barranco del Zapatico; del Barranco de Sevilla; de Las Lomas; de Los Mancos; de Los Tollos; de Verdelena; y, del Pino. También se llamó y se le llama, Rambla de la Morra, nombre que recibe el paraje de su desembocadura.
Dicha rambla, de la que tenemos legajos escritos del siglo XVI, tiene un amplio cauce que separa todo el bloque de Verdelena en su margen izquierda, del de Las Lomas en su margen derecha.
Debido a la confluencia de tantas avenidas, en las épocas de frecuentes lluvias, su cauce se veía desbordado, invadiendo las fincas aledañas. Ante las continuas rambladas, quedaban seriamente dañados los sotos y arboledas de su ribera y, a veces desaparecían, ausentes de tierra fértil, llenos de piedras y ramas de árboles. Como consecuencia, era muy laboriosa su reparación y costosa por lo que muchos agricultores optaban por dejar el terreno dañado, de baldío.
Un grave problema se derivaba del desbordamiento de la rambla. Al amainar el temporal de lluvias, decrecía el caudal de la rambla, quedando gran cantidad de charcas, barro y matojos; ocasionando graves epidemias de paludismo.
Existe un testimonio de Mariano Thomas Abenza, Escribano del Rey Nuestro Señor, vecino y estante de la Villa, dando fe de que ha recorrido la rambla que llaman de La Morra y ha visto, en la desembocadura de la rambla, a la altura del camino que une a nuestro pueblo con el paraje del Parque y Archena, llamado camino del barco viejo, gran cantidad de árboles arrancados y ramas, así como grandes volúmenes de tierra y piedras y qué, subiendo por el cauce de la rambla hay un bancal de oliveras con las ramas destrozadas, otras enterradas y, bastantes, desaparecidas; en el paraje denominado El Pino.
Más adelante, en la desembocadura del barranco de Sevilla, aparecen pequeñas fincas de sembradura de cereales, totalmente destruidas y encharcadas (una de 5 fanegas, sembrada de trigo; otra con fanega y media con sembradura de cebada; otra con cuatro celemines, con sembradura de trigo; otra con tres fanegas de barbecho y otra con dos fanegas de olivares).
Todas ellas, no solo han perdido sus cosechas sino qué, la mayor parte, han perdido sus árboles y, la tierra de sus bancales ha sido arrastrada por el torrente de agua, quedando unas zanjas llenas de piedras y ramajes.