POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Mi primera gran excursión fue en los años 50, con el Catecismo, al Lago del Valle; en autocar de Pravia a Pola de Somiedo, y de Pola al Lago en el coche de San Fernando; al regreso nos sorprendieron las tinieblas: “¡Os van a comer los osos!”, nos asustaban las sombras. No nos comieron. Volví un invierno de los años 80, con piolet, al pico Orniz, y ayer regresé al Valle, con parada en La Pinietsa para valerme del catecismo naturista de Emma, César, Naciu, Mari, Dela… Entre fayes, salgueiros y tréboles visité el molín teitado de l’Auteiro, vi la diminuta Centaurium somedanum, los pétalos carnívoros de la Pinguícola en la fuente La Toya, briozoos del Paleozoico y robezus enriscados por la fuente del Letrao y por encima de la cabaña de Cobrana; luego tapó la niebla el Lago, nos sorprendió la noche de los tiempos y, con un vino, volvimos la vista atrás, a lo que somos: sed y memoria.
Fuente: http://www.lne.es/