POR JESÚS GARCÍA JIMÉNEZ, CRONISTA OFICIAL DE FUENTELCÉSPED
El desaparecido Bar Flor, en la Puerta del Sol de Madrid se inauguró en septiembre de 1920.Con una decoración a base de mármol y bronce e iluminado con lámparas de cristal tallado.
Disponía, además, de modernas máquinas frigoríficas,hornos para la pastelería mallorquina y congelador para los helados.
Fue noticia la donación del diez por ciento de las ventas de una semana (correspondió a la última semana de septiembre de 1921)que los propietarios del bar Flor realizaron a la Cruz Roja con destino a los soldados de la Guerra de África (Annual).
También tuvo lugar un suceso que dejó heridos de diversa consideración al caer un gran trozo de mármol de la cubierta de la entrada,que cayó sobre las personas que transitaban en ese momento por el número 14. En el año 1929 llegó a Madrid el primer “Photomaton” que producía fotografías por máquina automática en ocho minutos, a un coste de 1,50 pesetas.
El Bar Flor instalaría en su puerta, unos años más tarde, el primero de estos aparatos situado en la Puerta del Sol, cuando el mecanismo de este invento se redujo sustancialmente, ocupando solo el espacio de una pequeña cabina.4 de la Puerta del Sol.
Era el año 1941 cuando comenzó a editarse “La Codorniz” o La revista más audaz, para el lector más inteligente. Tuvo, entre otras sedes, una de sus primeras redacciones en la Puerta del Sol, justo encima del Bar Flor donde su director Miguel Mihura Álvarez y el dibujante Tono (Antonio Lara de Gavilán) discurrían las historias a contar en esta publicación.
El Bar Flor, como todos los cafés de la Puerta del Sol, fue entrando en decadencia. Durante los años sesenta del siglo pasado toda su ornamentación modernista había desaparecido, al igual que su servicio de pastelería, pasando a convertirse en un local para desayunos rápidos en la barra, tertulias subrepticias que comentaban los libros prohibidos por la dictadura imperante y lugar de encuentro disimulado para el furtivo mundo homosexual; todo ello amenizado por la música de una diminuta orquesta de señoritas pudorosamente ataviadas con falda larga y camisa rematada por un pequeño lazo negro en el cuello.
En el año 1978 cerró el piso superior del Flor, desapareciendo su famoso mirador que mostraba todo lo que sucedía en la Puerta del Sol. Poco después el Bar Flor pasaría a la historia.