POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
Hasta finales de la Edad Media no hubo en la España Cristiana Medieval divisiones, regimientos o cuerpos permanentes, no existía por tanto un ejército estable.
Como consecuencia de la invasión musulmana, ciudades y villas estaban siempre preparadas para la guerra y el Fuero de Cáceres contiene ordenanzas relativas a la organización militar y a las obligaciones castrenses de los cacereños.
“Estas obligaciones, según Floriano Cumbreño, presentan en Cáceres dos aspectos. Es el primero el del servicio real y el segundo el de la Rafala o caballería organizada para la defensa de los ganados”.
El servicio al Rey era obligatorio para todos los vecinos de Cáceres, de condición libre, solamente podrían ir “en hueste” (milicia, tropa) con la persona del rey siempre por un plazo no superior a los treinta días.
Debido a que la villa y tierra de Cáceres dependía de la agricultura y de la ganadería, ésta debía protegerse con una fuerza armada, que era la Rafala o Caballería de los ganados, para proteger los rebaños, vigilar los pastos, evitar los hurtos de los animales, trasladarlos de un sitio a otro para protegerlos de los enemigos, etc.
Las milicias cacereñas que acudían a la llamada del rey o de la hermandad ganadera eran ciudadanos cacereños bajo la supervisión del Concejo, cuya función era la defensa de la cristiandad y de los términos de Cáceres de las intromisiones musulmanas.
El servicio de las armas aparece en el Fuero con el nombre de fonsado, que significaba cualquier prestación de servicio militar. En la villa de Cáceres estaban excusados de él algunos oficios (molineros, herreros, etc.), los que tuvieran la mujer enferma, los caballeros que tuvieran el caballo en malas condiciones, etc.
Los caballeros tenían la obligación de incorporarse con el caballo y su atalaje, el armamento (lanza, espada, maza, etc.) y la armadura, compuesta de gambax de cendal, la loriga, el almófar, el perpunte, la cota de armas, etc. La infantería disponía de lanza o ballesta y unos pocos espadas.
Cuando se reunía el ejército las expediciones de guerra se llamaban almofalla y al concluir cada uno volvía a sus casas, si se perdían los caballos eran indemnizados y si eran hecho cautivos, se gestionaba su redención.
Cuando se convocaba a un ejército feudal, cada uno iba al lugar donde habían sido citados y allí se les colocaba, caballeros y escuderos juntos y, por otro lado, la infantería y los arqueros. Existían soldados mercenarios que eran bien considerados. No había jerarquía de mando y pocas veces se estudiaban las maniobras a seguir. La caballería salía la primera y luego los artilleros y los infantes.
Los ejércitos medievales vivían de las tierras que ocupaban ya que carecían de mantenimiento y personal sanitario. Cuando se ganaba se repartía el botín y eran frecuentes los saqueos de las zonas.
El control de los castillos era fundamental para defender las villas y su tierra.
Los caballeros se distinguían en el campo de batalla con sus insignias o blasones, de aquí nació la Heráldica. Las órdenes de Caballería nacieron en las Cruzadas y se extendieron por toda Europa, estaban formadas por los caballeros más valientes, auténtico temor para los árabes.