ESPACIOS NATURALES
Sep 22 2015

POR JOAQUIN CARRILO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)

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Sebastián de Rueda y Benavides y Almeida fue Alcalde de Ulea desde el año 1690, siendo el Regidor que más años permaneció en el cargo en toda la historia de Ulea; hasta la fecha. Aquí, en nuestro pueblo, se ubicó una rama de la familia Rueda y Benavides venidos de Granada.

Cuando de Rueda llegó a Ulea se encontró con un pueblo mísero y desdichado. La población era escasa y, los medios de vida, ancestrales.

Las fincas del término municipal de Ulea fueron adquiridas en su mayoría por el tesorero del Santo Oficio de la Inquisición, quedando la población uleana sumisa y esclavizada.

Tras la llegada de Sebastián de Rueda, y ser nombrado Alcalde, en el año 1690 y tras haber conseguido Diego del Águila, representante de S.M. el Rey Felipe II, en el año 1658 recobrar para Ulea el título de Villazgo, por haber contribuido el pueblo con 700 ducados y 20 de sus mejores hombres, para formar parte de La Armada Invencible.

Tras la llegada de Sebastián de Rueda, nuestro pueblo experimentó un cambio radical. En primer lugar adquirió los terrenos del Tinajón y sus aledaños, en donde construyó una pequeña alquería, con su capilla y una venta con posada, cuadras para las caballerías y corrales para los ganados; teniendo en cuenta que era lugar de paso obligado de todos los transeúntes venidos de los reinos de Castilla y Aragón algunos, también, de Granada y Valencia. Todos ellos, sin excepción, para acceder a la Región de Murcia, tenían que pasar por el puesto aduanero de La Losilla situado en nuestra localidad.

El Señor de Ulea, que así se le llamó en adelante al Alcalde Sebastián de Rueda y Benavides, hizo de los núcleos poblacionales de Ulea y del Tinajón, zonas de prosperidad jamás soñadas. En ellas consiguieron ocupación laboral muchos vecinos del pueblo y de la comarca.

Cuando ya habíamos recuperado gran parte del anctesral prestigio y economía, consideró que aparte de sus terrenos de labrantío debían acotarse unos espacios naturales que hicieran las veces de pulmón, para la sanidad y que además prestigiaran el quehacer de sus mandatarios.
Por tal motivo, Sebastián de Rueda, en el año 1697 diseñó para nuestro pueblo tres espacios naturales que serían cuidados con esmero e intocables para cualquier advenedizo que ofertara grandes cantidades de dinero por ellos.

Estos tres espacios, fueron los siguientes: La Explanada del Tinajón que duró hasta bien entrado el siglo XIX y que tras descubrirse que en el subsuelo había grandes cantidades de mineral de hierro y plomo, el ingeniero de Minas Ricardo Sánchez Madrigal, tras un estudio serio y meticuloso ordenó su explotación minera. Sin embargo, en el año 1915, dicha actividad minera dejó de ser operativa y, desde entonces, a todos los terrenos que lindan con El Tinajón y Cuesta Blanca se les denomina Paraje de las Minas.

El segundo espacio natural era y sigue siendo, La Navela, ubicado en la cabecera del Barranco Sevilla, en donde se cuidó un excelente bosque de pinos, que además de ser una reserva natural daba bastante trabajo a muchos vecinos y, como decían los médicos cirujanos y sangradores de la época: era un gran pulmón de oxigeno a donde acudían los pacientes con toses rebeldes y vómitos de sangre.

En tercer espacio natural se encontraba en el paraje del Parque. Esta zona boscosa y ajardinada, situada junto a la margen izquierda del río Segura y frente al balneario termal de Archena permanece intacta igual que La Navela y es, un orgullo patrimonial.

Los parajes de La Navela y el Parque, apenas han sufrido transformación. No ha sucedido lo mismo con el otrora contorno del Tinajón y, posteriormente Paraje de las Minas ya que tras acabar su explotación minera por orden del Ingeniero de Minas, se dedicó al cultivo de cereales, olivos y almendros; hasta que con la llegada del agua de regadío se está convirtiendo en una fértil huerta de frutales y cítricos.

Don Sebastián de Rueda solicitó del Obispado de Cartagena-Murcia, a través del Consejo de Órdenes, el Patronazgo de la Capilla Mayor de la iglesia de San Bartolomé y, su entierro en ella. Con tal finalidad se colocó en la capilla del altar mayor su escudo de armas, obligando a pagar a sus herederos anualmente la cantidad de 220 reales de vellón, con la finalidad de que se mantuviera aseada y se repararan desperfectos.

El Alcalde Sebastián de Rueda y Benavides quedó inmortalizadocomo hemos contado muchas veces con el nombre de Señor de Ulea, ya que fue capaz de armonizar la vida en el pueblo y propulsó el trabajo y bienestar de todos sus ciudadanos. Como hombre con gran visión de futuro, fue un enamorado de la naturaleza; quedando para la historia la creación y conservación de sus espacios naturales.

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