POR JESÚS GARCÍA JIMÉNEZ. CRONISTA OFICIAL DE FUENTELCÉSPED (BURGOS)
En repetidas ocasiones, a lo largo de esta serie de crónicas fuentelcespenses, me he referido a un personaje nacido en tierras sanabresas, de nombre Manuel R. Rionegro, conocido como el cura Rionegro, que ejerció su curato en la villa durante muchos años en la época de la Ilustración, al que yo de algún modo le he “bautizado” como el cronista de la ilustración por la amplia variedad documental, que este personaje ha aportado lo que sin lugar a dudas, y en muchos casos nos permite conocer la realidad que esté clérigo nos plasma del lugar.
Otra epístola de este presbítero, esta vez un informe a petición del Obispo de Segovia, datado el 14 de julio de 1775, nos ofrece un panorama humanamente trágico:
«… Por la suma pobreza, porque como la mayor parte de la república se compone de jornaleros en el trabajo de las viñas, que es el principal fruto que se coge, por ser quasi nada el término que queda para pan, en su vejez se hayan tan pobres que, no bastando la caridad para socorrerlos… viven dichos viejos cayendose por las calles muertos y sus enfermedades no tienen recurso, sino que en algunas limosnas y acabar la vida.»
Y en el mismo comunicado al Sr. Obispo, don Manuel prosigue:
«… La suma pobreza e inopia de alimentos en las madres, las que unas por la fatiga a la boca de un horno, otras al acarreo de un az de leña para cocer o su cocina, por andar sus maridos al jornal diariamente; otras porque… no hallan otro medio para un pan andan al campo o al jornal de escardar, tender vasura y otros trabajos; precisadas a dejar sus niños cerrados en casa la mayor parte del día artandose a llorar, una leche después les hace notable daño, especial en verano, como se nota por el calor y decaymiento de los mismos niños en las calles fiados a otros poco mayores, llenos de agua y tierra como el jornal de los padres es tan corto que lo que más del año no llega a tres reales se reducen de tal forma en el comer que se puede decir que no comen a lo mas un huevo y sopas de sebo…»
Tras estos detalles que dan descriptivamente nos ofrece el presbítero, nos podremos dar una noción clara en las diferentes desigualdades sociales dentro de la Villa de Fuentelcésped a finales del siglo XVIII. Un pueblo próspero en la industria del vino, que contrasta con esas imágenes descriptivas ofrecidas anteriormente.
Fuente: http://cronicasdefuentelcesped