POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
¡Ay, amigos! ¿Quién se acuerda ya de aquellos tiempos del Celeste Imperio del Japón?, el gran imperio (ahora con minúscula) de producción de seda natural, base de vestidos, pañuelos de cuello y de mano, de ropas de lencería femenina, de corbatas…, Todo un mundo de elegancia, de glamour, de presunción… Decir «prenda de seda» era , y es , decir prenda de «alto coste».
¡La seda! Una fibra textil proteínica, natural, producida por el gusano Bombix mori (gusano de la seda) para confeccionar su capullo, su «castia» durante la metamorfosis.
Fibras de seda natural, como esa que trabajan en Los Llanos de Aridane (Isla de La Palma) y hasta en Luanco de Asturias, constituídas por moléculas de fibroína, un compuesto orgánico con 15 carbonos en su cadena.
¡Qué envidia! ¡Qué deseo! ¡Quién pudiera tener una prenda «íntima», suave, fina… de seda!
Y el sueño se hizo realidad.
Un febrero de 1935 Wallace Hume Carothers descubre una fibra artificial casi, casi, idéntica a la seda natural. La obtuvo, en su laboratorio de la empresa Du Pont, tratando ácido hexanodioico con hexametilendiamina.
El y su equipo de investigadores, siempre con la inversión empresarial de Du Pont, comenzaron una producción industrial a partir de 1938 y a comercializarla, básicamente para prendas femeninas, a partir de 1940.
A tal fibra de «seda artificial» la bautizaron como NYLON.
Unos dicen que en recuerdo de los nombres de las esposas de sus descubridores (Nina, Yolanda, Lucy, Olga, Norma; otros se inclinan por pensar que señalan las iniciales de las dos grandes capitales donde se investigaba: New York y London; y los «mal pensados» apuntan a una venganza frente a la hegemonía japonesa del mercado de la seda: Now You Look Old Nippon.
Los españolitos que no sabemos inglés decimos NÁILON, que suena muy guapo.
¡Ay, otra vez Ay, el Náilon! Las señoras pudientes, en aquellos años de la postguerra, iban a Francia a comprar medias de náilon o las adquirían de estraperlo para luego lucirlas, «enseñando pierna y casi muslo», en banquetes y saraos.
Los jóvenes de mi generación nos conformábamos con ver películas de Rita Haywort, de Ava Gardner, de Grace Kelly, de Marylin Monrore… insinuando soñados placeres.
Evidentemente, la industria textil norteamericana supo aprovechar el tirón cinematográfico para publicitar mundialmente sus productos.
En Oviedo y en Gijón, en vivo, la publicidad erótico-festiva estaba en manos del «Teatro Argentino».
¡Y cómo disfrutábamos con sus actuaciones!
Con sus medias de nylon, acariciando pierna y muslo, está Marylin, la bella, la adorada… La foto, espigada en Internet, fue publicada por el diario ABC hace ya tiempo.
Sea nuestro recuerdo para las medias de seda artificial, para Marylin, para el estraperlo y para el Teatro Argentino en las fiestas ovetenses de San Mateo.