«ESTA VICTORIA SE HA CONOCIDO HISTÓRICAMENTE COMO LA NAVAL», COMENTA JUAN JOSÉ LAFORET, CRONISTA DE LA CAPITAL GRANCANARIA
La romería de La Naval coge al crucero ‘Mein Schiff 4’ atracado en el muelle de Santa Catalina y los más de 2.000 turistas que visitan la ciudad se quedan asombrados con la fiesta popular canaria. Una pareja escocesa descubre la tradicional ofrenda, que se celebró a lo grande pese a las alertas de lluvia.
Jonathan Adams y su novia Jennifer Gibbs vinieron desde Edimburgo, en Escocia, para hacer un crucero por las Islas Canarias a bordo del Mein Schiff 4, de la alemana TUI Cruises, que atracó ayer en el muelle de Santa Catalina. Adams y Gibbs visitaron la ciudad durante el día, comieron en el casco antiguo de Vegueta y al volver a la plaza de Santa Catalina, la zona nueva de la ciudad, se encontraron con la fiesta más antigua de Las Palmas de Gran Canaria, la romería de La Naval. «Fue toda una sorpresa» dice Adams, quien quedó impresionado con el ambiente que había alrededor de las carretas y los grupos musicales. «Todo parece muy tradicional», comenta Gibbs, quien se interesa particularmente por la vestimenta típica de las canarias.
Laura Sánchez, de Moya, «veterana de guerra» de las romerías grancanarias, le muestra su tradicional sombrero de fieltro, «como el de los hombres pero más pequeño», bajo el cual porta la mantilla de diferentes colores, forros y guarniciones. La pareja escocesa no deja de asombrarse al toparse con los bueyes en donde antes había una fiesta de la cerveza. «Paseamos por aquí antes y no había nada de esto», expone Adams, quien no duda en darse un paseo entre las diferentes carretas y los diferentes grupos de amigos que se reúnen para el tradicional encuentro. Iván Hernández, de la asociación cultural recreativa Treintaypico Evento, se reúnen como cada año con más de 90 personas al rededor de su carreta-barca. «Diez años tiene la barca», comenta Hernández, que revela que es la «última romería» de su carreta, que «hace aguas», refiriéndose a que pierde líquido por el camino y «necesita renovarla para el año que viene».
Una iniciativa entre amigos que pasma a la pareja escocesa, que luego admira como José María Benítez y Jorge Naranjo tocan el laúd y la bandurria, mientras las más mayores les lanzan una mirada de aprobación, como vaticinando que el futuro de las fiestas canarias está asegurado. Naranjo lleva a penas un año aprendiendo a tocar la bandurria, mientras que su compañero Benítez lleva once años dominando el laúd. Ambos deleitan tanto a la pareja escocesa, como a los demás participantes próximos, porque cada diez metros hay un grupo tocando música canaria, como Secundino Betancor, de la agrupación Rayco, de Lomo de los Frailes, que ha venido con más de 15 músicos para tocar «pasacalles, malagueñas, folklórica y demás pachangueos».
Adams y Gibbs se encuentran a las romeras mayores de las fiestas. Indira Sánchez, primera dama romera mayor, está acompañada de las otras dos finalista y la romera mayor. «Todas estamos encantadas de estar aquí», comenta Sánchez, la única de las cuatro que ha repetido, porque también fue romera mayor el año pasado. Gibbs y Adams aprueban a las cuatro muchachas, «muy canarias», que llevan «hasta sus bandas, como en los concursos de belleza». Todo es nuevo para la pareja escocesa, que toma instantáneas con su móvil «para enseñar a la vuelta del viaje».
Se les nota que son primerizos. La romería de La Naval los ha cogido por banda. «Vamos a tener que seguir paseando», dice Adams, que confiesa que las tradiciones autóctonas son todo un misterio para él. «Veníamos por el clima, obviamente», destaca Gibbs, que agarra del brazo a su pareja y se pierde entre la multitud que empieza a marchar desde la plaza de Santa Catalina con destino a la iglesia de La Luz.
Pocos saben este hecho, «la mayoría estamos aquí porque estas fiestas tienen un ambiente diferente», comenta Blanca Acosta. «Venimos a comer, beber y bailar», añade Acosta, que viene desde Escaleritas. Originalmente, la romería de La Naval rememora la victoria sobre la flota inglesa del corsario Francis Drake, el 6 de Octubre de 1595, en la bahía de La Luz. En esta batalla, los canarios evitaron que los ingleses desembarcaran en la orilla de la playa, gracias a la artillería y al amparo de la Virgen de La Luz. «Esta victoria se ha conocido históricamente como La Naval», comenta Juan José Laforet, cronista de la capital grancanaria.
Los bueyes llegan a las 23.00 horas al final del camino, pero antes, por lo menos cuatro de ellas, han tenido un largo recorrido desde Valsequillo hasta llegar a la iglesia de La Luz. Pedro Montesdeoca ha traído desde el barranco de Los Cernícalos a Mariposa, Azucena, Clavellina y Maravilla, cuatro bueyes que marcan el paso de los asistentes a la romería.
La romería comenzó casi una hora más tarde su andadura, pero los romeros presentes en Santa Catalina no se «preocupaban por nada», explica Jorge Tejera, que dice que «así le da tiempo a llegar a los rezagados y los que ya llegamos a empezar a beber». Montesdeoca y los otros ganaderos montan a los bueyes en sus respectivas carretas. Al paso de los animales arranca la tradicional romería de La Naval, y entre los romeros autóctonos destacan los turistas del crucero Mein Schiff 4, que zarpa hoy, día de la Magna Procesión de la Virgen de La Luz, que pone el broche final a las Fiestas de La Naval. La procesión de La Octava recorrerá las calles Juan Rejón, Artemi Semidán, La Naval, Faro, Américo Vespucio, La Puntilla, Paseo de Las Canteras, Gomera, Sagasta, Gran Canaria, Albareda, Juan Rejón, Pérez Muñoz y vuelta a la parroquia de Nuestra Señora de La Luz.
Fuente: http://www.laprovincia.es/ – Miguel Moreno Dapena