POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Lo cuenta Aurelio de Llano en su libro «Del Folklore de Asturias» (Oviedo 1922, págs 191 y sig.).
Era frecuente en Asturias -y el autor centra su trabajo en La Riera (Colunga)- que en la anochecida del día de Todos los Santos (1 de noviembre) se organizara una comitiva que, saliendo de la iglesia o de casa del párroco, fuese por todas las casas del vecindario solicitando un donativo en favor del Ánimas del Purgatorio.
El que presidía la procesión, tocando una campanilla, alertaba a las gentes con esta súplica: «¡Limosna para las benditas Ánimas del Purgatorio!».
Seguidamente, con soniquete fúnebre, susurraban esta tonada:
«Hoy se comienza esta historia;
cristianos, estad atentos.
Oigan las quejas y voces,
los ayes y los lamentos.
En calabozos oscuros
almas están padeciendo,
y no cesan de dar voces
de esta manera diciendo:
¡Ay, ay, que aquí me abraso!
¡ay, ay, que aquí me quemo!
Por Dios te pido, cristiano,
que me saques de este fuego.
Cristianos los de esta casa,
poned vuestros pensamientos,
en socorrer a las almas,
que están pasando tormentos…»
En muchos pueblos también eran frecuentes las «postulaciones por promesa». Un vecino, en gratitud por haber recibido un favor, salía esta noche de difuntos (y en ocasiones durante todo noviembre) portando un farol y tocando un cencerro a modo de campanilla, suplicando esta oración: ¡Alabado sea el Santísimo Sacramento! Rezad un Padrenuestro por las benditas Ánimas del Purgatorio.
Y advertía a modo de final:
¡Ten, cristiano, en la memoria.
Muerte, Juicio, Infierno y Gloria!
!De esta vida llevarás
una mortaja y no más!
Los pintores e imagineros religiosos representan el Purgatorio como un gran fuego (amarillo de llamas y rojizo de brasas) del que, a modo de pequeñas nubes blancas, salen las almas, ya purificadas, bajo el manto de la Virgen del Carmen.
Doña Emilia Pardo Bazán, condesa de Pardo Bazán, que tuvo un apasionado romance con Pérez Galdós, y autora de «La cocina española antigua» (entre otros magníficos libros) nos da esta receta que titula ÁNIMAS DEL PURGATORIO:
Con leche, harina fina de maíz, huevos y azúcar se preparan unas natillas ligeramente espesitas.
Sobre ellas, flotando a modo de brasas ardientes, se distribuyen fresas o frutos rojos como cerezas, guindas, grosellas, moras…
Aparte, batiendo claras de huevo a punto de nieve, con azúcar, se moldean unos merengues de forma cónica (puede utilizarse un cucurucho de papel como molde), que hornean hasta quedar ligeramente dorados.
Se disponen flotando sobre las natillas alternando con los frutos rojos.