EL CRONISTA OFICIAL, JUAN INFANTE, TUVO UN RECUERDO PÓSTUMO PARA LOS PADRES DEL PROPIETARIO, BERNARDINO PARRA Y CARMEN DELGADO, Y SU HERMANO JOSÉ

Instituciones, asociaciones culturales, amigos y vecinos en general homenajearon a Serafín Parra y su familia en la celebración del 475 aniversario de la fundación del Molino Museo Alto de Santa Ana de Valdepeñas. El acto, organizado por el Ayuntamiento, se celebró en el salón del inmueble, situado donde siempre estuvo el horno de cocer el pan.

Para empezar, la alcaldesa, María Paz del Moral, justificó la conmemoración y dio paso al cronista oficial, Juan Infante, que tuvo un recuerdo póstumo para los padres del propietario, Bernardino Parra y Carmen Delgado, y su hermano José, representados en la mesa presidencial por ramos de flores colocados por Carmen, la hija de José. Este detalle hizo que los ojos de los presentes se bañaran en lágrimas tras unos segundos de silencio. Infante realizó una semblanza de Serafín Parra, de su propia relación con los Parra Delgado y su conocimiento, desde niño, del lugar, cuando aún funcionaba como panadería y molía el trigo de los cosecheros. “Este molino museo es un referente de la cultura valdepeñera”, concluyó el investigador.

Serafín Parra confesó que estaba agradecido a instituciones, colectivos sociales y valdepeñeros por el cariño hacia él y el edificio. Se mostró muy orgulloso de la aceptación que tiene el recinto entre los centros de enseñanza y otros colectivos de la provincia y de otros lugares, pues son infinidad de visitas para conocer la cultura muy tradicional. A lo largo del concurrido encuentro participaron otras personas, como el párroco local, Ildefonso Rueda.
Serafaín Parra hizo un repaso por la historia del molino. Aseguró que los orígenes se sitúan en la época árabe, ya que cuando se fundó Valdepeñas, en 1539, el juez Juan de Rivadeneira decidió que se levantara la construcción en el lugar donde se encuentran restos de otro edificio de ese tipo. Su entrada en funcionamiento fue el día 15 de agosto de 1540. Señalado como “bien de propios”, el Ayuntamiento lo vendió a Juanin Leclerque, a cambio de setenta fanegas de trigo de renta anual. Fue vinculado por Agustín de Arceo a un mayorazgo fundado en 1576 y gestionado por la misma familia hasta finales del siglo XIX, cuando fue desamortizado junto con otros bienes. Por último, desde el año 1921 pertenece a los Parra.

Con el declive por el desarrollo industrial y tecnológico, para su subsistencia se incorporó, en 1931, un horno de pan, en el que se entregaba el alimento a cambio del grano de sus clientes. Antes, la ganancia por la molienda la constituía la maquila, un porcentaje de la harina. Su cierre definitivo fue en 1980. Gracias a la asociación de desarrollo Adsur se rehabilitó. Se gestiona con un colectivo cultural y es sede de la entidad gastronómica Fecoan.

Fuente: http://www.diariojaen.es/ – Juan Antonio Cabrera