POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Dios me dio la virtud (y reconocer las virtudes es modestia, según decía santa Teresa) de poder atender simultáneamente a dos «fuentes de información». Así que mientras ayer noche veía-escuchaba el debate televisivo entre políticos (un debate similar al acetato de plomo: suave, dulce, pesado y venenoso), releía por enésima vez la historia de «Boal y su concejo», escrita en los finales del siglo XIX por el boalense don Bernardo de Acevedo y Huelves (1849-1920).
Fue don Bernardo abogado del Estado, asturianista y escritor de fama, poeta, y autor de dos libros importantes: «Los Vaqueiros de Alzada» y el ya citado «Boal y su Concejo».
Boal (o BUAL) es, como indica su nombre, tierra y morada de ganadería (bueyes, vacas…), precioso en paisaje y rico en historia.
Situado en la zona centro-occidental asturiana tiene su mayor riqueza en la agricultura, en la caza, y, por sobre todo, en la miel.
¡Ah!. Y en ese tesoro que son las «piedras de la suerte» o «Cruces de San Pedro», una quiastolita (variedad de andalucita) que, al corte, muestra una alternancia de colores entre el gris blanquecino y el negro plomizo siempre con forma de cruz.
Dicen que son eficaces para alejar los malos espíritus y para curar o aliviar la depresión.
Pues como les decía, ayer noche simultaneando el debate con don Bernardo, de repente, recordé un soneto que escribió en marzo de 1888 con motivo de una subvención estatal que el Gobierno español concedió a Asturias para atenuar una cierta situación de pobreza.
Lo tituló LLIMOSNA D´ESTAU y dice así:
Sopimos sotripar los sarracenos
y a los franceses sotripar sopimos;
y sangre y cuayu y fégadu tovimos
p´España siempre, como fíos buenos.
Un batallón a Cuba fo lu menos,
y glories a rabiar tamién-i dimos…
Que falen, pa decir que non mentimos,
Xovellanos, Argüelles y Torenos.
Esta invernada inchonos de tristeza,
y pedimos, sin pan y sin trabayu,
q´España remediás tanta probeza.
¡ MIL QUINIENTES PESETES dio´l Gobiernu!…
Ta bien, mandones…; pero yo, ¡mal rayu!
¡Mandábavos con elles al Infiernu!!
Si se fijan, tal cual el debate de ayer.
Y ya que hablamos de Boal, y con el deseo de dejar un buen sabor de boca, vamos a preparar estos CUCURUCHOS según la receta de María Teresa López, boalesa, en su libro «Dende a llarerira con señardá»:
«Fer a masa con igual cantidá d´aceite que de viño branco; amasar con harina y sal.
Pa fer os cucuruchos fai falta ter os moldes, qu´acostumbran a ser metálicos, pa poder fritir la masa.
Estender a masa hasta que quede mui fina, cubrir con ella os moldes y fritir en aceite ben calente hasta que coyen color. Sacar y dexar esfrecer antias de desmoldallos.
Dependendo del gustp, rellenar con crema pastelera, flanín, nata montada… Espolvorear con azucre.