POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE SAN JAVIER (MURCIA)
Había en San Javier un Notario, Don José Lucas Fernández, hombre afable, generoso, amigo de sus amigos, con un humor envidiable, recuerdo que a los postres de una comida con motivo del Hermanamiento con Javier de Navarra, al que habíamos llevado a los pescadores del Mar Menor a que hicieran un caldero, le dijo al Alcalde de Pamplona que había venido con Don Ignacio del Burgo, que la próxima vez nos traeríamos el equipo de futbol de San Javier el Mar Menor y le ganaríamos al Osasuna de Pamplona en su mismo campo, todavía no se llamaba “Reino de Navarra” era como se dice por aquí, un gran “convidaor”.
Bueno pues este amigo, presumo de haberlo sido, hasta le organicé una despedida en el Real Club de Regatas, murió peregrinando a Santiago de Compostela, cuando llegaba el tiempo de confeccionar la Declaración de la Renta, se ponía tan irascible que no se le podía ni hablar, él mismo lo decía ”no lo puedo remediar”.
Yo no llego a tanto, pero, cuando vuelvo a mi casa de regreso de mi entidad bancaria, a la que he ido con mi marcapasos, mis pastillas contra el vértigo y apoyado en mi bastón, acompañado de Zoila, la dama encantadora que, procedente de El Ecuador, con tanto cariño me cuida y he comprobado el adeudo realizado en mi cuenta, importe del 60% de la Contribución de la Renta y he observado la orden que he dejado firmada para que el 40%, restante, me lo adeuden en el mes de noviembre, he sufrido una inmensa tristeza.
Mi inmensa tristeza se produce pensando el destino que se dará a estas, para mí, importantes cantidades “que me quito de la boca”, oye uno cada cosa que es para llorar pero a lágrima viva, pues muchas veces se subvenciona a quienes se dedican a destruir a España, quemar nuestra bandera y tratar de borrar a Cristo, ese Cristo que nos redimió, hasta de nuestras mentes.
Soy consciente de mis obligaciones como contribuyente, lo he sido durante toda mi vida, pero… ¡por favor…!