POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Aresti me dijo: “Pepe, disfrázate de Tootsie y entra en los vestuarios femeninos de una piscina municipal; escrito por ti sería para desternillarse. ¡Qué horror! Maduritas en pelotas, dando la receta del pollo a la chilindrón, disparando el desodorante al sobaco, pocha la cebolla y los pimientos a fuego medio, secándose meticulosamente botones y ojales, remueve a cada poco la cazuela, dobladas por la cintura y frotándose el pelo con la toalla, aprovecha el aceite de dorar el pollo y fríe unos ajos, con el cepillito haciendo onda, añade una cucharadita de maicena disuelta, subidas en el banco para que no arrastren los pantalones por el suelo mojado, ahora los tomates, ayúdame a bajar o me escoño, y un par de hojas de laurel, ¿y estas bragas ahí tiradas?, mételas en la olla, le darán sabor, así lo hacía mi abuela, y un poco de azúcar para quitarles la acidez…”.
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