POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VARELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y PADERNE (LA CORUÑA)
En el último tercio del siglo XVI, los mercaderes de Betanzos tenían que abastecerse de ollas en alfares de otras jurisdicciones, debido a que no se contaba con alfareros profesionales en esta demarcación, y salvo que viniesen a ejercer por su oficio en la localidad (véase mi artículo La alfarería en Betanzos en el siglo XVII, publicado en diciembre de 2004), no se contaría con talleres de asiento tradicionales hasta dos siglos después. Aprovechaban la menor oportunidad para importar cacharros de barro de donde fuese (remitimos a la entrada Trágico Flete de Talavera, del 19 de octubre de 2013), y por lo general de las comarcas más cercanas dedicadas a su manufactura como era el caso de Buño, en Bergantiños, provincia de Santiago.
Para contar con existencias en su tienda, el rico mercader Alonso López de Saavedra formaliza un trueque con Bartolomé Fernández, vecino de Carral, con el aval de Pedro de Curral, labrador y pedrero vecino de Betanzos, el 13 de marzo de 1582, por ante el escribano Juan Pérez Álvarez, en los siguientes términos:
“…se obligaron con sus personas e bienes abidos e por aver de dar y entrega a alº lopz de Sabedra vº dela dha çiudad dende oy dia de la fecha desta carta de obligaçion asta en todo el mes de septe plaço primero qviene deste dho año Siete cargas de buenas ollas merchantes de ciento y cinquenta pieças cada carga segun se suelen traer a bender a esta çiudad puestas en su casa a su riesgo e ventura las quales dhas siete cargas son por raçon de que por ellas le dio un cuartago color negro en el dho preçio de que se dio por entrego el dho Vertolame fes…ante mi scrivno e testigos…las quales dhas ollas pagaran y entregaran so pena de pagar por cada carga quinçe reales de plata de llano y de contado…” (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 7, folio 71, del citado escribano del número de Betanzos).
Por no saber firmar, lo hace por ellos Juan Abellón, y actúan como testigos Rodrigo López, armero, Juan Fernández y Catalina da Brea.
El 8 de marzo de 1604, en la relación de las 767 Bulas de la Santa Cruzada que se entregaron al fiado el día de su predicación en Betanzos, figura “…Antonio Albarez ollero dos bulas…” (Ibídem. Protocolo 19, folio 90). Aunque vecino de Betanzos, Antonio Álvarez mantenía un lugar acasarado en el lugar de Insua, y quien el siguiente 23 de diciembre ante el abandono mostrado por el casero que lo lleva en arriendo, reclama y pide que se lo deje libre haciendo constar su oficio de alfarero.
Nos decía el alfarero don Julio Mourón García, a quien recurrió el Grupo Untia en 1982 para que elaborase algunas piezas de alfarería, a cuyo efecto se le proporcionaron los medios para su manufactura, incluida la construcción de un horno en su casa de La Magdalena (Vid. Anuario Brigantino 1982, pág., 153), que sus antepasados se habían instalado en este barrio de Betanzos en el siglo XVIII, procedentes de Buño, en donde se dedicaron a este oficio desde entonces, y que no sería la única familia afincada en Betanzos de la misma procedencia y ocupación, como vamos a ver.
En el mismo siglo XVIII, trasladaron su domicilio desde Buño a Betanzos, Juan Antonio Casal y Josefa de Añón su mujer, quienes habían construido dos casas en la feligresía de su oriundez, habitadas por su hijo José y su nuera, mientras que sus otros dos hijos Antonio y Bernarda, solteros y menores viven en su compañía, según manifiesta en su testamento dicha Josefa Añón, otorgado en la Magdalena el 7 de diciembre de 1823 (Ibídem. Protocolo 2.845, folio 70, del escribano Juan Golpe Hermida).
El 3 de abril de 1839, Juan Antonio Beyra, su mujer Angela de Ribas y su hijo Benito Beyra, de 26 años, vecinos de la parroquia de San Pedro das Viñas, se obligaban con don Francisco Salgado, vecino de Betanzos, por un préstamo de seiscientos cincuenta reales, con el aval de:
“…Una Casa recien construhida con porción de terreno labradio a ella contigua y un horno de Cocer óllas que en el existe sito en dicha Parroquia y lugar dela Madalegna que todo confina por el Poniente en terreno de Antonia Gonzalez Barallobre, Norte en de Ramon Blanco, Fondal en de Josefa Moreira, y al Trabesio en el Camino Viejo que ba de la Madalegna a la Angustia, pensional del Hospital de Lazarados al que se paga un real anualmente; Proviene a los otorgantes la maior parte por titulo de adquisicion y el resto Capital de la Angela, Cuia Casa horno y terreno dentro del que hay una Cantera confiesan no estar sujeto a ningun grabamen… [Firmado] Juan Antonio Beyra, Benito Antonio Beyra, Francisco Antonio Salgado, Fui testigo Pedro Maria Correa [Rúbricas]. Ante mi. [Firmado] José Domingo Meás [Rúbrica].” (Ibídem. Protocolo 3.711, folio 60).
Como se ha podido observar había pertenecido al hospital de los leprosos o gafos, instituido en el barrio de La Magdalena con la capilla de su nombre, en la que se adoraba y ponía el Santo en la fiesta de Pascua de Resurección, en la que se celebra su romería (remitimos a nuestro artículo La Romería de La Magdalena, publicado en el periódico La Voz de Galicia del 24 de abril de 1984), y cuyas propiedades pasaron a manos privadas tras la desamortización.
El 26 de enero de 1843, Gregorio Naveira, mayordomo pedáneo de la parroquia de San Pedro das Viñas, entregaba en el ayuntamiento el padrón de su vecindario, entre los que constan referencias sobre esta actividad. Figura el matrimonio formado por Francisco Pereira y María Casal, de 42 y 32 años, naturales de Buño, y de profesión alfarero, al igual que su hijo Roque, de 15 años, natural de San Pedro das Viñas, y en su compañía Manuel Caamaño de 25 años, natural de Buño y del mismo oficio.
También aparece Francisco Añón y María Casal, su mujer, de 50 y 48 años, naturales de Buño, al igual que su hijo José, soltero y de 21 años, de profesión carpinteros, que no dudamos compartieran con la alfarería. Y por último Francisco Mourón, soltero de 22 años, natural de San Pedro das Viñas, y de profesión labrador, aunque ejercía como alfarero según aseguraba su sucesor el citado don Julio Mourón.
Todavía en 1936 el establecimiento de doña Josefa Gómez Caramés “Finita Caramés”, sito en la Manzana de la Rúa Traviesa, regentado entonces por sus causantes don Manuel Tomé y doña Rosina Mourón, vendía piezas de alfarería elaboradas en el obrador que don José Mourón mantenía en La Magdalena.
Recordamos como a pocos metros del anterior y en el sótano de la Casa Grande do Canto, en la calle de la Pescadería nº 4 de Betanzos, se encontraba un almacén de alfarería propio de una familia de La Magdalena, que todos los días de feria y mercado exponían para la venta en el exterior, como puede verse en la fotografía que presentamos.