LOS VILLANCICOS DE DOÑA RAFAELA GUISADO (1889-1975)
Dic 16 2015

POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)

rafaela

“Doña Rafaela no cursó estudios académicos ni universitarios, pero estuvo dotada de unas cualidades excepcionales para la música que muchos académicos ni pudieron ni fueron capaces de igualar”

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Poco antes de que llegase el primer toque de campanas para la misa del Gallo, doña Rafaela subía los peldaños de la escalera grande del atrio de la iglesia. No quería molestar a la gente porque aquellas misas se ponían entonces de bote en bote, que así se expresa por aquí. Recorría el corto trayecto desde su casa de la calle Peñas hasta la parroquia de San Pedro. Se protegía del frío de la nochebuena con un abrigo negro que contrastaba con el blanco de sus cabellos. Un año más acudía para celebrar la misa del Gallo, en la que se anuncia que el Niño nace.

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Durante las tardes del mes de diciembre, las risas de las niñas del coro habían alegrado la casa de doña Rafaela. Ella, exigente, constante y machacona había repetido los villancicos una y mil veces en los ensayos. Quería que todo saliese bien, pues una de sus máximas era la perfección.

A doña Rafaela le esperaban los monaguillos en la puerta de la iglesia. La querían mucho. Sonrientes le dijeron que don José Zambrano, el párroco, ya estaba en la sacristía y las niñas del coro también. Tras tomar agua bendita de la pila, hacer la señal de la cruz y unos minutos de oración, se dirigió hacia el armonium. Allí interpeló a las niñas ¡Dejad quieta la pandereta! Levantó la tapa y acarició su teclado. Movió los pies apretando hacia abajo y soltando hacia arriba los fuelles que impulsaban el sonido. Todo estaba en orden. Mientras, la gente se apretaba en los bancos esperando que la Misa comenzase.

Eran tiempos en los que la homilía, tras proclamar el Evangelio, se hacía desde el púlpito, cuyo lugar estaba entre la capilla de la Sagrada Familia y la columna que separa la nave central con el crucero. Allí se subía don José Zambrano para comunicar a la feligresía la buena noticia que traía la Navidad: “Hoy nos ha nacido un Salvador”.

Al llegar la comunión las niñas del coro rodeaban el armonium. Aquellas voces finas se preparaban para cantar los villancicos, acompañados por la música que hacía doña Rafaela, bajo el ritmo de la pandereta y un almirez. En la letra de los villancicos está la personalidad de aquella gran mujer, compositora y pianista. Una mujer generosa, sencilla, buena, devota, muy religiosa y autodidacta. Doña Rafaela no cursó estudios académicos ni universitarios, pero estuvo dotada de unas cualidades excepcionales para la música que muchos académicos ni pudieron ni fueron capaces de igualar.

Nada más bajar don José Zambrano las gradas del presbiterio y dirigirse al comulgatorio para repartir la comunión, sonaba el primer villancico: Resuene el pandero/ que es día de alegría/ que ha venido un niño/ la Virgen María… Dormido entre pajas/tirita de frío/ Ay ven que te cante niñito mío. Y después, sin apenas dejar de tocar el armonium se oía: Madre, a la puerta hay un niño/ más hermoso que el sol bello/ diciendo que tiene frío/ porque el pobre viene en cueros.

Al acabar la Misa del gallo se procedía a la adoración del Niño y el coro de niñas ponía mayor énfasis en cantar los villancicos: La mulita y el buey/ están de rodillas/ adorando un pesebre de maravilla/ Hay un niño entre pajas/ muerto de frío/ porque tu corazón/ no le da abrigo. Seguidamente el templo de san Pedro acogía la llegada del canto a los pastores: Venid pastores/ tocad tambores/ tocad platillos/ tocad rabel/ Porque ha nacido/ un lindo niño/ como el armiño/ Dios de Israel. Y luego otro: Doncella hermosa/ gloria de Israel/ dame, dame al Niño/ que lo quiero ver/ Vamos a Belén/ Vamos a Belén/ que yo quiero ver/ a la Madre Virgen/ y al Niño también.

Una calle de Montijo, junto a la avenida de Colón, lleva el nombre de doña Rafaela Guisado. En su casa de la calle Peñas figura en cerámica la siguiente inscripción “Aquí vivió doña Rafaela Guisado Donoso, ilustre pianista, compositora y profesora de música (1889-1975)”. La profesora Isabel Martínez Pajuelo, directora del coro del Colegio Público Príncipe de Asturias, ha realizado una gratificante labor en la recopilación y difusión de los villancicos de doña Rafaela, ya que el coro del colegio participaba todos los años en la “Muestra de villancicos de la provincia de Badajoz”, que organiza la Diputación Provincial.

‘El pajarito’
(Villancico compuesto por doña Rafaela Guisado)

Yo vengo del monte
por ver a un zagal,
traigo un pajarito
que sabe cantar.
Veréis que bien canta,
que lindo que es,
sus trinos graciosos
os van a complacer.

Pues canta bien mío,
pues canta leal
al recién nacido
que está en el portal.

Atended, escuchad…

¡Qué lindo, que bello,
que gloria nos da!
Prosigue cantando
al Rey celestial.

Vamos todos al portal
a ver a Jesús
que nos ha nacido,
a ofrecerle nuestro amor,
nuestra gratitud
con esta canción.
Vamos…

Villancico que formó parte del disco “Lo que hay que oír” editado por la Junta de Extremadura, cantado por el coro del colegio Príncipe de Asturias, bajo la dirección de Isabel Martínez Pajuelo

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