POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
A las tres la tarde del 14 de febrero de 1915, una imponente manifestación, formada por gentes de todas las clases e ideas, recorrió las calles de Torrevieja para conseguir de los poderes públicos la construcción del puerto.
En el Ayuntamiento, final del itinerario de esa inmensa aglomeración, una comisión hizo presente al alcalde Mariano Albentosa los deseos de los manifestantes.
El alcalde, enterado del acto celebrado, esperó a la comisión e hizo leer públicamente los telegramas dirigidos al presidente del consejo de ministros; ministros de Fomento y de Hacienda; y al gobernador civil de la provincia.
En todos ellos manifestaba la importancia del acto, y la necesidad de la pronta subasta de las obras con el fin de evitar la crisis que se podía avecinar cuando la compañía salinera tuviera que terminar sus trabajos.
De manera particular se telegrafió también a personas influyentes que se interesaban por el bien de Torrevieja, para que con su ayuda consiguieran la realización de la obra.
Se intentaba que el gobierno no siguiera permaneciendo impasible ante un pueblo estaba dispuesto a agotar todos los medios legales para procurarse un trabajo que proporcionara un trabajo que le proporcionara el pan preciso para vivir, y del que carecería sin la realización de estas obras, única esperanza de multitud de familias que no tenían más patrimonio que el esfuerzo de sus brazos.
El 16 de febrero, se recibió un telegrama del diputado liberal, natural de Torrevieja, Joaquín Chapaprieta, comunicando que el consejo de estado, en sesión celebrada ese mismo día, había aprobado el expediente del puerto de Torrevieja. El diputado Vicente Ruiz Valarino también se quiso hacer valedor de haber conseguido que se aprobara el puerto que debía mitigar la crisis obrera. Al hacerse pública la noticia inundó de júbilo a todo el vecindario torrevejense.
Torrevieja suspiraba y con sobrada razón, porque su puerto, tantos años proyectado se iba a construir. Las obras, de momento, servirían para que ellas pudieran obtener un jornal para remediar las necesidades de muchas familias, y cientos de braceros que atravesaban circunstancias de un forzoso paro.
A continuación copio algunas cartas cruzadas en aquellos días sobre el asunto del puerto:
“Señor don Mariano Albentosa.
Mi distinguido amigo:
Con la satisfacción más grande que puede imaginar, le envío la adjunta carta.
Su amigo que le abraza
Vicente Ruiz Valarino”
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“Señor don Vicente Ruiz Valarino.
Mi distinguido amigo: Tengo el gusto de comunicar a usted que en Consejo de ministros que acaba de celebrarse, ha sido aprobado el expediente de construcción del dique de abrigo en el Puerto de Torrevieja, que usted con tanto interés me tenía recomendado.
Celebro haber podido complacerle.
Su aftmo. amigo q.b.s.m.
J. Ugarte”
***
En otra carta el ministro de Fomento se dirige al alcalde de Torrevieja:
“Señor don Mariano Albentosa.
Mi distinguido amigo: Me complace en comunicarle, que ha sido aprobado en el Consejo de ministros que acaba de celebrarse, el expediente que con tanto interés me tenía recomendado referente a la construcción del dique de abrigo en el Puerto de Torrevieja.
Sabe es suyo aftmo. amigo q.b.s.m.
J. Ugarte”
Como último trámite sólo faltaba la publicación en la ‘Gaceta’ el anuncio de subasta, y de haber postor, comenzar con prontitud las obras.
Lo que se esperó durante medio siglo y fue causa de tantas luchas y afanes, lo que constituís toda la esperanza y todo el ideal de un pueblo y el bien de una comarca; el puerto de Torrevieja, parecía que iba a llegar a la realidad. Con precisión matemática, en la fecha exacta señalada, el viernes, 9 de abril de 1915, a las cuatro de la tarde, se recibió un telegrama de Joaquín Chapaprieta diciendo lo siguiente: “Formado Real Decreto autorizando ministro para celebrar subasta puerto. Joaquín.”
Torrevieja comprendió cuán grande eran esos instantes y manifestó su inmensa alegría, echándose las gentes a la calle impresionadas por el regocijo y disparando cohetes por todas partes.
La subasta de las obras del puerto se anunció para el lunes, 10 de mayo de 1915. A la una de la tarde de ese día, el alcalde recibió un telegrama en el que el diputado Vicente Ruiz Valarino le manifestaba que las obras del primer trozo del dique de abrigo habían sido adjudicadas a Enrique González Heredia.
Es indescriptible el entusiasmo que la noticia produjo en Torrevieja. De todas las partes salían infinidad de cohetes y bombas pirotécnicas. La banda municipal, con el Ayuntamiento en pleno, recorrió todas las calles de la población. La inmensa mayoría de las casas lucieron colgaduras, al igual que la sociedad ‘La Peña’ y el Casino. Las campanas de la iglesia se lanzaron al vuelo.
Por la noche lucieron iluminaciones y corrieron cohetes y tracas. La dulzaina, con su escolta incansable de chiquillos recorrió la población desde el amanecer, y la música ejecutó su mejor repertorio en la plaza de la Constitución.
En la noche del 21 de mayo, llegó a Torrevieja el contratista de las obras del puerto Enrique González Heredia, hospedándose en el domicilio de su amigo Vicente Chapaprieta Fortepiani. En la mañana del día siguiente, visitó las canteras del Salaret, de donde se iba a extraer la piedra para las obras y el lugar por donde debían de comenzarse.
En la noche del 24 de julio, llegaron en el tren, procedentes de Madrid, los ingenieros del estado y el contratista del puerto para comenzar los trabajos. Fueron recibidos por numerosas personas y la banda de Música del Hospicio de Murcia, hospedándose en la fonda ‘España’.
A comienzos del mes de agosto, el ingeniero de las obras del puerto, señor Sarmiento, comenzó a efectuar los estudios para la colocación de la vía férrea que debía de conducir materiales desde las canteras al puerto, filón que pronto fue agotado.
(Continuará)
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 19 de diciembre de 2015