¿CUÁNDO SE COLOCÓ EL PRIMER ÁRBOL DE NAVIDAD EN MURCIA? • DESDE 1896 HASTA LA GUERRA CIVIL SE INSTALABA EN EL CÍRCULO CATÓLICO Y SIRVIÓ PARA REPARTIR REGALOS Y ROPA ENTRE MILES DE NIÑOS POBRES
Dic 20 2015

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

Pobre. El árbol que el Ayuntamiento de Murcia instaló en 1971 en la plaza Martínez Tornel.
Pobre. El árbol que el Ayuntamiento de Murcia instaló en 1971 en la plaza Martínez Tornel.

Parece que siempre ha estado entre nosotros, pero apenas atesora unas cuatro décadas de edad. Al menos, en su segunda época. Porque el tradicional árbol de Navidad fue considerado durante años como un símbolo tan poco español que nadie se atrevía a colocarlo. Para orgullo patrio ya estaba el belén. Belén que, por cierto, colocaría a Murcia, de Salzillo para acá, entre las más destacadas capitales artesanas del mundo. Sin embargo, cuando fue imponiéndose en las calles de la ciudad en la segunda mitad del siglo XX nadie recordaba que, una vez más, esta urbe atesoraba una sabrosa historia en torno al llamado árbol de Noel. De hecho, el primero instalado se remonta, cuando menos, a 1896. Y estableció una tradición que duraría hasta la Guerra Civil.

No está tan claro, como muchos defienden, que la iglesia proscribiera el árbol. Ya en 1862, el semanario «religioso, científico y literario» ‘El Cristianismo’ establecía un paralelismo entre el árbol del que comieron Adán y Eva, condenando al pecado a la Humanidad, en contraposición con el que adornaba los hogares en diciembre.

«A fin, pues, de que nuestro entendimiento se encamine hacia el árbol de la cruz […] levantamos la Noche Buena el árbol y lo adornamos con luces, que significan a Jesucristo», leían los murcianos en 1862. Se consideraba, eso sí, una costumbre francesa. De hecho, durante el siglo, los parroquianos conocerían a través de la prensa local la instalación de árboles en el país galo, algunos tan curiosos como el que levantaban en el hipódromo de París. «Todo el que pague un franco de entrada tendrá derecho a llevarse uno de los infinitos juguetes que colgarán de sus ramas», publicaba un diario local. De forma tradicional se ha mantenido que el primer árbol adornado en la ciudad de Murcia se remonta al año 1908. Y que se instaló en el Círculo Católico de Obreros. Sin embargo, es solo una verdad a medias. Porque es cierto que fue en aquella institución, pero unos años antes de lo aceptado hasta ahora.

El Círculo Católico contaba en 1895 con 998 alumnos. En septiembre del año siguiente, ‘El Diario de Murcia’ anunció los preparativos para el curso que empezaría en octubre. Entre otras actividades, se proponía «plantar el Árbol de Navidad en cuyas ramas querrá Dios que encuentren libros, ropas, juguetes y dulces los impertérritos, bulliciosos, aplicados y entusiastas alumnos».

La campaña de recogida de juguetes comenzaba el 8 de diciembre, cuando se pidió a los murcianos que enviaran sus donativos a las oficinas del Círculo, ubicado en la calle San Nicolás. El periodista Luis Peñafiel, en ‘El Diario’, recomendaba la entrega de «ropitas de vestir, prendas de calzado, juguetes, turrón, mazapanes, sin olvidar (ellos lo saben mejor que yo) buen número de aquellos sonoros y alborotadores instrumentos que ahuyentan la tranquilidad de Noche Buena a Reyes en todos los hogares».

En la misma información se advertía de que el árbol «ya está plantado» y se destacaba que era una «fiesta que ha de repetirse, si Dios quiere, todos los años». Entre otras cosas, porque «vivir en Murcia es marchar a la vanguardia de todo lo bueno, de todo lo útil». Por eso, «es de creer y así sucederá que el Árbol de Navidad arraigue». No imaginó Peñafiel cuánto.

La convocatoria fue todo un éxito. Unos 300 niños pobres recibieron regalos de los Reyes. Incluso aumentó el número de matrículas para el curso. Al año siguiente, en 1897, los organizadores propusieron llegar hasta 700 pequeños. En esta ocasión se volvieron a pedir donativos económicos y «mantas, chalecos de Bayona, cortes de pantalón, alpargates, gorras, bufandas, ropa blanca confeccionada o sin confeccionar…». Los murcianos podían depositar sus presentes en el Círculo, en el domicilio de su presidente, Mariano Palarea, o del propio Luis Peñafiel. El primer donativo recibido fue el de un aprendiz de sastre asociado al Círculo y que donó su sueldo.

Los ‘scouts’ copian la idea

La entrega de regalos se realizaba el día de Reyes, jornada que se conmemoraba con una misa a mediodía. En 1897 se convocó otra a las ocho de la tarde «con la intención de que contribuyan con sus donativos al Árbol». El éxito del año anterior volvió a repetirse: se repartieron 644 lotes de ropa, 300 pastelillos «y algunos juguetes». Incluso el obispo de la Diócesis de Cartagena presidió el acto «dándole importancia y solemnidad».

¿A quién debe recordar la historia como impulsor de esta iniciativa? El diario ‘Las Provincias de Levante’ publicó el día 8 de enero de 1900 que la fiesta «ha sido implantada por el distinguido murciano y socio de dicho Centro [el Círculo] D. Luis Peñafiel», quien, desde el principio, encontró en la institución «personas que con gran entusiasmo apoyaran su iniciativa».

La fiesta cuajó en Murcia y se celebró durante muchos años. Incluso le compusieron un himno el poeta Ricardo Sánchez Madrigal y el músico Mariano Marín. En enero de 1936, año en que estalló la Guerra Civil, todavía publicaba ‘El Tiempo’ las listas de donantes murcianos. Entretanto, la iniciativa fue copiada por el movimiento Scout en Murcia que, bajo la presidencia de Isidoro de la Cierva, también preparaba su Árbol de Navidad y recibía donativos.

Esta fiesta la celebraban el día 5 de enero por la tarde e incluía un elaborado programa de actos. Entre ellos, la «aparición de Noel con su corte», la lectura de cuentos y los villancicos. Concluida la guerra, el árbol navideño cayó en desgracia hasta el extremo de que no se consideraba algo genuinamente español. Y así se mantuvo durante décadas, hasta que las grandes superficies comerciales, que entonces no lo eran tanto, decidieron rescatar la tradición. Pero ya nadie recordaba aquellas fiestas del Círculo Católico.

No es de extrañar, por tanto, que en 1971, el semanario ‘Hoja del Lunes’ publicara cómo en la plaza de la Cruz «han hecho su aparición los pinos carrasqueños […] para la confección del árbol de Navidad, modismo que va adquiriendo carta de naturaleza en los alegres y hermosos días que se acercan». Modismo que, en realidad, no lo era tanto si a la historia nos atenemos.

Fuente: http://www.laverdad.es/

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