POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Hoy, 21 de diciembre 2015, día postelectoral (¡vaya lío que hemos montado!) y previo al sorteo de la lotería navideña (¡que haya salud! diremos lo no afortunados), estoy de buen humor. Y, en consecuencia, para que todos sonriamos un poco, les traigo esta receta humorística del gran escritor madrileño Juan Pérez Zúñiga (1920-1938), espigada de su libro «Cocina Cómica» (Renacimiento. Madrid 1920), que tengo la suerte de poseer en primera edición.
Dice así:
«Después de conquistar un conejito, cosa fácil en todo tiempo, se le despelleja, se le desocupa el fuero interno y se le corta en pedazos pequeñitos.
En el plato o sartén de saltear pónganse 30 gramos de manteca de cerdo, o en su defecto de cerda, tres cucharadas de aceite, nuez de mosca (nuez moscada), sal y pimienta. Derrítase la manteca y sométanse a fuego graneado los pedazos de conejo durante veinte minutos.
Transcurrido ese tiempo hará el conejo su retirada sobre un plato.
A la grasa de fritura se le agregan 25 g. de harina, dos decilitros de vino blanco y uno de caldo moreno; hierve un minuto, se cuela la salsa, se limpia la sartén, se vierte en ella la salsa, se reza un credo, se pone el conejo en el plato-sartén y la salsa sobre el conejo… y así hasta que se vuelva loca la cocinera.
Si esta no acierta a saltear el conejo por sí misma, puede llegarse a los montes de Toledo (o a otros más próximos) y llamar en su auxilio a unos cuantos salteadores que lo puedan saltear.
El que no guste de comer los conejos salteados puede comerlos seguidos»
Si ustedes reflexionan un poco (¡ay!, perdón; el día de reflexión fue el sábado día 19), este guiso, un pelín perfeccionado y traducido a un «modus operandi» normal, es exquisito. Y, no lo duden, un buen plato (y económico) para la cena de Nochebuena.